María García Granados y Saborío
María García Granados y Saborío -quien también es conocida como «La Niña de Guatemala»- (Ciudad de Guatemala, 7 de septiembre de 1860-ibídem, 10 de mayo de 1878) era una dama de sociedad guatemalteca, hija del general Miguel García Granados, que fue presidente de Guatemala. María, además era sobrina de María Josefa García Granados, influyente poetisa y periodista.[Nota 1] Cuando el poeta y patriota cubano José Martí llegó a Guatemala en 1877, frecuentando la tertulia del general García Granados se enamoró de María, pero no pudo corresponder el amor de esta por estar comprometido para casarse. María murió en 1878, poco después de enterarse del matrimonio de Martí, quien le dedicó en 1891 el poema La Niña de Guatemala. Biografía
Así pues, centró su atención en las damas guatemaltecas de «andar indolente, de miradas castas, vestidas como las mujeres del pueblo,—con las trenzas tendidas sobre el manto, que ellas llaman pañolón; la mano ociosa contando a las puntas flotantes del manto los goces infantiles o las primeras penas de su dueña»;[2] y cuando encontró a María García Granados, una dama semejante, pero más cosmopolita e ilustrada, quedó inmediatamente prendado de ella. No debe dejarse de señalar que todo parece indicar que María no respondía al patrón de muchacha tímida y vulnerable; publicaciones guatemaltecas de la época hablan de su participación relativamente activa como música y cantante fuera del hogar, en actividades artísticas públicas, organizadas por sociedades e instituciones —coincide incluso con la presencia de Martí, quien interviene en una de ellas como orador. Al parecer, se trataba de una joven popular dentro de la sociedad capitalina de la época; María seguía así los pasos de su tía y abuela María Josefa, quien había muerto en 1848 y que había sido además de poetisa y periodista, muy influyente en los gobiernos conservadores de Guatemala. Martí, que en Guatemala se ganó el calificativo de «Doctor Torrente» por su gran capacidad oratoria- impartió clases a María en la Academia de Niñas de Centroamérica desde junio de 1877, meses después de su llegada a esta nación centroamericana en marzo de 1877.[3] He aquí algunas descripciones de la señorita García Granados:
José María Izaguirre, cubano que quien vivía en Guatemala en ese tiempo y era director del entonces prestigioso Instituto Nacional Central para Varones, nombró a Martí profesor de Literatura y de Ejercicios de Composición. Izaguirre, además de ocuparse de las labores docentes, organizaba veladas artísticas y literarias a las que Martí asistía con frecuencia. Allí fue donde conoció a María el 21 de abril de 1877: una hermosa adolescente, siete años menor que él. El padre de ella, el general Miguel García Granados había sido presidente unos cuantos años antes y gozaba de mucho prestigio en la sociedad guatemalteca del gobierno de Barrios; pronto se hizo amigo del emigrado cubano y lo invitaba a su residencia a jugar al ajedrez con frecuencia, oportunidades en que Martí se encontraba con María.[4] A fines de 1877, Martí se fue a México y regresó hasta inicios del siguiente año, ya casado con Carmen. Lo que sucedió después de su matrimonio, ha sido comentado con posterioridad también por quienes presenciaron los hechos.[Nota 2] Muerte y leyenda
El 10 de mayo de 1878, a sus diecisiete años, murió María García Granados y Saborío, lo que daría lugar a una triste leyenda inspirada por los amores frustrados entre el poeta y prócer cubano José Martí y María. Martí dejó su tristeza plasmada en el poema IX de sus Versos Sencillos[Nota 3] Además de los versos de Martí de 1891, existen documentos que han contribuido a esclarecer parcialmente el episodio:
Sobre María, Martí escribió:
Cuando Martí consiguió publicar los Versos Sencillos, en 1891, Carmen y su hijo habían ido a visitarlo a Nueva York[Nota 4] Poco después, Carmen embarcó hacia La Habana a escondidas, para lo cual solicitó colaboración a las autoridades españolas, produciéndose así la separación irreversible del matrimonio y el alejamiento definitivo de su hijo. Martí entonces le escribió a un amigo: «Y pensar que sacrifiqué a la pobrecita, a María, por Carmen, que ha subido las escaleras del consulado español para pedir protección de mí».[6] Martí dejó entrever en su poema IX incluso más que una muerte por tristeza: insinúa, alegóricamente, el suicidio de la amante rechazada:
Aunque persiste la leyenda creada como consecuencia de una interpretación demasiado recta del poema, no existen evidencias documentales de suficiente peso capaces de acreditar que María García Granados atentara contra su vida o, incluso, falleciera producto de un estado psicológico depresivo. Una entrevista con un descendiente de los García Granados,[Nota 5] da luz sobre la versión familiar, transmitida por tradición oral: se dice que María, aunque acatarrada, aceptó ir a nadar con su prima, lo que era actividad habitual para ellas, quizá para distraerse de la tristeza en que se hallaba sumida tras el regreso de Martí, ya casado con Carmen. Después del paseo, María empeoró y murió a causa de una enfermedad de las vías respiratorias que, según aseguraba la familia del informante, ya padecía.[4] Tras el fallecimiento de María, aparecieron en la prensa guatemalteca varios poemas en calidad de homenaje póstumo, donde los autores confesaban la admiración que en ellos había despertado. José María Izaguirre, por ejemplo, se propuso fortalecer el mito de muerte por amor: «Cuando Martí regresó con Carmen no fue más a casa del general, pero el sentimiento se había arraigado profundamente en el alma de María, y no era ella del temple de las que olvidan. Su pasión se encerraba en este dilema: verse satisfecha, o morir. No pudiendo verificarse lo primero, le quedaba el otro recurso. En efecto, su naturaleza se resintió del golpe, fue decayendo paulatinamente, un suspiro continuo la consumía y, a pesar de los cuidados de la familia y los esfuerzos de la ciencia, después de estar algunos días en cama sin exhalar una queja, su vida se extinguió como el perfume de un lirio.»[7] María fue originalmente sepultada en el Cementerio de San Juan de Dios, y posteriormente trasladada al entonces nuevo Cementerio General. Reconocimiento póstumo
Para que se pudiera realizar este homenaje, el departamento del Patrimonio Cultural de Guatemala ubicó dónde descansaban los restos de la joven que se enamoró del héroe cubano, así se realizó un recuento de cómo fueron a parar sus restos al Cementerio General ya que inicialmente habían sido sepultados en el cementerio que estaba localizado en la parte posterior del Hospital San Juan de Dios, al ser clausurado este camposanto, los restos de María García Granados fueron trasladados al actual Cementerio General. En el homenaje se hizo una la comparación entre la relación de amistad y el amor que existió entre María y Martí desde que se conocieron hasta la muerte de ella el 10 de mayo de 1878, y la amistad entre los pueblos de Guatemala y Cuba.[8] Leyendas sobre su tumbaTras el reconocimiento que se le hizo en 2013, algunos miembros del personal del Cementerio General de la Ciudad de Guatemala fueron entrevistados y relataron que aún antes de la colocación de la placa conmemorativa, el mausoleo de María García Granados era uno de los más visitados en el Cementerio, especialmente por jóvenes guatemaltecas que le pedían ayuda en cuestiones amorosas.[3] También relataron que se cuentan historias de apariciones de una dama con semblante triste que pide que se adorne la tumba de la Niña de Guatemala.[3] Véase también
Notas y referencias
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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