Música callejera es un fenómeno artístico y cultural urbano desarrollado desde la Antigüedad en el contexto del arte callejero.[1][2] Puede desarrollarse con uno o varios intérpretes, con o sin instrumentos de acompañamiento o aparatos musicales. Se ofrecen espontánea y gratuitamente pero apelando a la generosidad del ocasional público viandante.[b] Sus orígenes parecen asociados al grupo de los espectáculos callejeros más ancestrales (juglares y cómicos de la legua), y ha llegado a generar formas musicales como el pasacalle.[3][4]
Como fenómeno cultural asociado a las grandes urbes del siglo XXI,[5] es habitual en el casco antiguo de las capitales, zonas peatonales, enclaves turísticos y en las instalaciones de transportes públicos (trenes, subterráneos, autobuses), en ocasiones sometido a regulaciones y normativas municipales.[6] El abanico geográfico del fenómeno, más allá de estos espacios tópicos podría incluir las actuaciones de los músicos sufíes en las calles de El Cairo, la música de raíz folk de Kingston, o el barrio rojo de la ciudad pakistaní de Lahore, donde los servicios de las prostitutas están ligados a la actividad de una casta de músicos.[7]
La música callejera, aunque quizá de modo más incidental, forma parte también de los festivales culturales veraniegos.[8]
Control y reglamentación
En Occidente, ya desde el siglo XIX, se ha intentado regular la música callejera en las metrópolis.[9] El control y reglamentación de los espectáculos callejeros, y los musicales en concreto, se ha convertido en una constante en la normativa municipal o comunal en distintas capitales y poblaciones de los cinco continentes. Estas normativas particulares de los ayuntamientos y sus medidas restrictivas suelen generar movimientos de protesta entre los diversos grupos de músicos ambulantes.[10]
Tipología
Órgano callejero con autómatas y voceadores, modelo Gasparini.[c][11]
Desde los mosaicos de la desaparecida Pompeya al grafiti del siglo XXI, la galería de la expresión plástica y la historia de la pintura y la fotografía han recogido el fenómeno de la música callejera en una ilustrativa diversidad de ejemplos:
↑Dioscórides de Samos (finales del siglo II a.C (110-100)copió al parecer el tema de una pintura helenística del siglo III a. C. La imagen representa una escena de la obra Theophorumene, del dramaturgo griego Menandro. La protagonizan músicos de la antigüedad helénica, con un pandero con cintas de adorno, unos crotalillos o platillos de bronce, una caracola que anuncia la llegada de los músicos, y una flauta doble tipo aulos.
↑En un sentido amplio la denominación de música callejera, más allá de contextos cronológicos o geográficos, podría aplicarse a fenómenos tan antagónicos como las tunas, los tradicionales espectáculos callejeros de los zíngaros o el pueblo gitano, las bandas de música (que interpretan en templetes, o ante los palacios reales), y un largo y polémico etcétera.
↑La fábrica de órganos callejeros o de feria, Foucher-Gasparini fue fundada en 1865, en París, aunque Gasparini procedía de Italia. De manera progresiva, entre 1903 y 1910 el modelo fue absorbido por la empresa familiar holandesa Compañía Limonaire -oriunda del 'Baskenland'-, también con sede en la capital francesa.
Referencias
↑Escudero Pérez, Irene (1 de diciembre de 2013). «Regular la música callejera». Periodismohumano.com. Archivado desde el original el 21 de julio de 2015. Consultado el 19 de julio de 2015.
↑Amorós, Andrés y Díez Borque, José María (1999). Historia de los espectáculos en España. Castalia, Madrid. p. 142. ISBN 84-7039-825-3.
↑Palatín, Fernando (1818). Ángel Medina, ed. Diccionario de música: Sevilla, 1818 (1990 edición). Universidad de Oviedo. p. 81. Consultado el 19 de julio de 2015.
↑Valls Gorina, Manuel. Diccionario de la música. Madrid: Alianza Editorial. p. 54. ISBN8420613347.