Señorita: Perdón por haber comenzado mi esquela con una trasposición de sílabas propia de gentes poco dignas de alternar con personas distinguidas...
PD: ¿Sabe ché que me viene la gana de fajarla un suplemento carero y contundente para que no sea tan otaria y fifistrona? ¡Cha que son farabutas las féminas cuando se les emberretina una viaraza! Pero por suerte me cacha sin perros porque tengo una jafi que no pierde ni que largue cara vuelta. De no... ya verás si te ibas sin cenar habiendo como en el Plaza. Chau, charabona, y no te pongás moños que a lo mejor se te acaban los cortes de melena. ¡Ufa con la cosa que le quiere sacar al bacán sus diversiones.
Last Reason
Máximo Sáenz escribía para lo que él denominaba "el hombre común" y refleja en su escritura el habla popular rioplatense y el lunfardo de las décadas de 1920 y 1930. Last Reason tenía dos famosas columnas en el diario Crítica: una sección fija que se publicaba los sábados y "El consultorio patológico de Last Reason", que salía los martes. Sáenz jugaba con la identidad de Last Reason y sostenía que no estaba autorizado a revelarla.
Máximo Sáenz también escribió bajo otros seudónimos en otros periódicos, como “Rienda Suelta” en La Nación, “Bala Perdida” en El Suplemento y “Half Time” en La Razón, en esta última sobre fútbol.
Cuando en 1927 la Real Academia Española propuso que el idioma español se hablara como se habla en Madrid, hubo una reacción generalizada en los países hispanoamericanos, defendiendo la necesidad de respetar la vitalidad de idioma, tal como la expresan los pueblos que lo hablan. En ese debate, tanto Jorge Luis Borges como Roberto Arlt, recurrieron a Last Reason, como ejemplo de la lengua española viva:
Jorge Luis Borges lo menciona en "Las alarmas del doctor Américo Castro", donde le responde a este académico del siguiente modo:
Acumula [Américo Castro] retazos de Pacheco, de Vacarezza, de Lima, de Last Reason, de Contursi, de Enrique González Tuñón, de Palermo, de Llanderas y de Malfatti, los copia con infantil gravedad y luego los exhibe urbi et orbi como ejemplos de nuestro depravado lenguaje. No sospecha que tales ejercicios son caricaturales; los declara “síntomas de una alteración grave”, cuya causa remota son “las conocidas circunstancias que hicieron de los países platenses zonas hasta donde el latido del imperio hispano llegaba ya sin brío.
Un pueblo impone su arte, su industria, su comercio y su idioma por prepotencia. Nada más. Usted ve lo que pasa con Estados Unidos. Nos mandan sus artículos con leyendas en inglés, y muchos términos ingleses nos son familiares. En el Brasil, muchos términos argentinos (lunfardos) son populares. ¿Por qué? Por prepotencia. Por superioridad.
Last Reason, Félix Lima, Fray Mocho y otros, han influido mucho más sobre nuestro idioma, que todos los macaneos filológicos y gramaticales de un señor Cejador y Frauca, Benot y toda la pandilla polvorienta y malhumorada de ratones de biblioteca, que lo único que hacen es revolver archivos y escribir memorias, que ni ustedes mismos, gramáticos insignes, se molestan en leer, porque tan aburridas son.