Luisa fue descrita por diplomáticos extranjeros como una persona animada, que no encajaba bien en la corte estricta y religiosa de sus padres. Ella y sus padres no se llevaban bien debido a sus diferentes personalidades. A Luisa le disgustaban los protocolos estrictos de la corte; su padre renegó sobre su "naturaleza rebelde" en una carta a su amigo, el conde Christian Günther Stolberg. Luisa ha tenido un papel importante en el delicado asunto diplomático que tomó lugar a finales del reinado de Cristián VI.
Escándalo y matrimonio
Inicialmente hubo intenciones de casar a Luisa con el hijo menor de Jorge II de Gran Bretaña, el duque de Cumberland, pero este plan fue abandonado tras el intento de Cristián VI en convertir a su hija en reina de Suecia durante la elección del heredero al trono sueco en 1742-43, a través de un compromiso con el príncipe de Zweibrücken-Birkenfeld, el candidato de Francia, o con el príncipe de Mecklemburgo, quien era también considerado como una opción adecuada. Sin embargo, ninguno de estos planes se llevaron a cabo debido a la tensión entre el reino de Dinamarca y Noruega con Suecia. El candidato de Holstein-Gottorp, Adolfo Federico, fue electo rey de Suecia en 1743 por el riksdag. Un matrimonio entre Luisa y Adolfo Federico hubiera dado lugar a una alianza entre los dos reinos, pero no se materializó ya que Cristián VI no estaba dispuesto a ver su hija casada con un príncipe de Holstein-Gottorp.
Como duquesa de Sajonia-Hildburghausen, la corte de Luisa fue conocida por sus protocolos formales, grandes costos y numerosas fiestas; ella fue descrita como orgullosa y con "gastos extravagantes", divirtiéndose con obras de ballet, fiestas de máscaras, bailes, la caza y el juego, conduciendo por las calles en carruaje (o, en invierno, en trineo) hecho de oro y plata.
En diciembre de 1755, Luisa dio a luz a una hija que falleció al mes de nacer: Federica Sofía Juliana Carolina (5 de diciembre de 1755-10 de enero de 1756).
Luisa falleció el 8 de agosto de 1756, a los 29 años, en Hildburghausen.