León Villuendas Polo
León Villuendas Polo (Torrijo del Campo, 26 de noviembre de 1885-Onteniente, 7 de diciembre de 1968) fue un religioso español. BiografíaNatural de Torrijo del Campo, dejó dicha localidad en 1898 para unirse a la orden franciscana.[1] En los años siguientes pasó como novicio por diversos conventos de la orden en la provincia de Alicante.[1] En 1901 emitió los votos simples, en 1905 los solemnes y en 1910 fue finalmente ordenado sacerdote. Posteriormente prosiguió su formación en Roma, donde se quedó como profesor de la Sagrada Escritura. Llegó a ser presidente del Ateneo Pontificio Antoniano, que en 1933 se convirtió en la Pontificia Universidad Antoniana.[1] En 1937 pasó a Palestina, donde fue su orden tenía la Custodia de Tierra Santa, tras lo cual pasó por varios países de Oriente Medio, el Magreb y Europa antes de regresar a Roma en 1939 como definidor general de su orden.[2] El 29 de marzo de 1944 fue elegido obispo de Teruel, de donde era originario, siendo ordenado el 16 de julio.[3] El cargo llevaba aparejado la administración apostólica de la vecina sede de Albarracín. En su diócesis destacó como propagandista y promotor de temas religiosos como la Semana Santa del Bajo Aragón.[4] Fue igualmente autor, escribiendo varios libros sobre sus vivencias en Tierra Santa y sobre temas religiosos,[5] De su estilo se reseña su uso de figuras modernas en medio de escenarios históricos, acercándolos al lector.[6] Destacó igualmente como traductor desde el idioma alemán, del que tradujo unas meditaciones de P. Hasserhl.[7] Colaboró además con medios como Lucha o Radio Teruel.[8] Políticamente, estaba marcado por el nacionalcatolicismo de su tiempo, si bien por su estancia en Roma mostraba inclinaciones similares al papa León XIII con su compatibilización de sociedad religiosa y civil.[9] Evidenció sin embargo equidistancia entre la democracia y otras formas de gobierno, buscando legitimar el franquismo y su sistema de partido único.[10] Tuvo también un gran interés en desarrollar una educación cristiana,[11] incluyendo la promoción de la castidad[12] y el rechazo del ateísmo.[13] Pasó sus últimos años aquejado por complicaciones de la diabetes, que le dejaron casi ciego.[14] Estas complicaciones le afligieron cuando asistió como prelado a la primera sesión del Concilio Vaticano II en 1962. En 1964 recibió un homenaje al retirarse al convento de Onteniente, donde falleció en 1968. Referencias
Bibliografía
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