La bicicleta (tango)

«La bicicleta»
Publicación 1897
Compositor Antonio Rodríguez Martínez
Idioma original Español
País de origen España

La bicicleta es un tango del coro de 1897 «Los Abanicos», cuyo autor del mismo es Antonio Rodríguez Martínez, conocido como el «Tío de la Tiza». Como se ve en la letra del tango, el tango habla de un tema novedoso para la época que es la aparición de las bicicletas por la ciudad; de igual manera, la parte final del mismo habla de la electricidad y de los nuevos inventos de la electricidad.

Salto al imaginario tanguero argentino

El músico y poeta bonaerense Ángel Villoldo copia y registra a su nombre dicho tango en Argentina años después, en el año 1910. Este tango se considera uno de los primeros tangos y madre del tango argentino, una de las coplas más antiguas y puras, de los que se denominan proto-tangos o tangos primigenios.

La partitura del tango apareció en una publicación de la revista Blanco y Negro del año 1898 seguido del nombre de M.Palacios. Esto ocurriría al año siguiente, ya que la letra fue original para su coro de 1897, cuyo libreto o tiras fueron impresas en la Tipografía de D. Benítez de la ciudad de Cádiz, del mismo año de la creación.

Según sostiene el productor Javier Osuna, la composición llegó a Buenos Aires por parte de Villoldo, que es llamado el ‘padre del tango argentino’. El argentino hizo suya las letras del tango «La bicicleta» y adaptó la letra, cambiando algunas cosas en la canción, como la Alameda por la Avenida de Mayo porteña o el pago de la bicicleta en pesetas españolas por pesos argentinos, por citar dos ejemplos.[1]

El universo del tango argentino sostiene como una verdad irrefutable que el tango «La Bicicleta» es una creación propia de Villoldo, que fue escrito en la primera década del siglo XX (entre 1900 y 1910) y que es la base de la concepción del tango que luego extenderá Gardel por todo el mundo.[2]

Letra

Texto de la leyenda
Letra original Letra de Villoldo
Yo tengo una bicicleta

que costó dos mil pesetas
y que corre más que el tren.

Por la tarde yo me monto
y voy por la calle Ancha
luciendo este cuerpecito,
encanto de las muchachas.

Voy al muelle, a la Alameda
y al parque de Genovés
y pego cada crismazo
que tengo el cuerpo como yo sé.
Las bicicletas son muy bonitas
y las montan al pelo las señoritas.

Por cierto que hay
mil discusiones
si han de llevar enaguas
o pantalones.

Mi pobre voto quiero yo dar en la discusión,
aunque de esto no entiendo yo
pero ni un botón.

Es mi opinión
que vayan luciendo las pantorrillas
si en bicicleta quiere montarse
cualquier chiquilla.

Mas le aconsejo
que se las tape con un tabique
las que desgraciadamente
tengan las piernas como alfeñiques.

En la época presente
no hay nada tan floreciente
como la electricidad.

El teléfono, el micrófono,
el tan sin rival fonógrafo,
el pampirulintintófono
y el nuevo cinematógrafo,
el culófono, el cautígrafo,
el majalacatrunchincófono,
el chincatapunchincógrafo
y las asaúras echás con arroz.

Todos estos nombres
y muchos más,
tienen los aparatos
de electricidad,
que han inventado desde hace poco,
con la idea que el mundo se vuelva loco.

Yo de la ciencia
respeto mucho
los adelantos,
pero ya estoy
de electricidad
un poquito harto.

El mejor día nos electrizan
hasta la sopa,
y electrizados vamos al Cielo
con viento en popa.

Hasta yo creo que un aparato se inventará
para fabricar chiquillos
por medio de la electricidad.

Yo tengo una bicicleta

que costó dos mil pesetas
y que corre más que un tren.

Por la tarde yo me monto,
y más ligero que un rayo,
voy a lucir este cuerpo
por la Avenida de Mayo.
A Palermo muy temprano,
los domingos suelo ir,
y se quedan embobados
muchos ciclistas que hay por ahí.

Las bicicletas
son muy bonitas
y las montan en pelo,
las señoritas;
por cierto que hay
mil discusiones,
porque han de llevar faldas
o pantalones.

Los sombreros a la moda,
que ahora llevan las señoras
son una barbaridad.

Tienen todos grandes cintas,
y luego la mar de lazos,
con plumas de pavo arriba
y plumas de pavo abajo.

Y al pobrete, que en un teatro
le toque detrás estar,
si quiere ver las funciones
una siestita se puede echar.

Porque hay sombreros,
de algunas damas,
con lechugas y coles,
troncos y ramas.
Y con jilgueros
y con canarios,
con palomas y loros
y campanarios.

En la época presente
no hay nada tan floreciente
como la electricidad.

El teléfono, el micrófono,
el tan sin rival fonógrafo,
el pampirulíntintófono,
y el nuevo cinematógrafo.

El biógrafo, el caustígrafo,
el pajalacaflunchincófono,
el chincatapunchincógrafo
y la asaúra hecha con arroz.

Todos estos nombres
y muchos más,
tienen los aparatos
de electricidad,
que han inventado
desde hace poco,
con idea que el mundo
se vuelva loco.

Referencias

  1. Romero, Juan Carlos (24 de abril de 2012). «Disputa tanguera entre Cádiz y Buenos Aires». Sevilla Actualidad. 
  2. Sánchez, Manolo. «El plagio del afamado tango “La Bicicleta”». ocadizdigital.es. Consultado el 19 de diciembre de 2021. 

Enlaces externos