La aventura de la abeja reina
«La aventura de la abeja reina» es una canción compuesta por el músico argentino Luis Alberto Spinetta, incluida en el álbum Kamikaze de 1982, álbum ubicado en la posición n.º 24 de la lista de los 100 mejores discos del rock argentino por la revista Rolling Stone.[1] La canción«La aventura de la abeja reina» es el octavo track (segundo del Lado B del disco de vinilo original) del álbum Kamikaze, el segundo más largo del álbum con 4:57. Es interpretada por Spinetta en su guitarra acústica Ovation por Spinetta y Diego Rapoport en teclados. Se trata de un relato, de un cuento, con formato de fábula. Una abeja ingresa a una caverna, un mundo de "silencio total" («oh mi Dios!, pero esto es el infierno!») en el que una voz deformada le dice que jamás podrá escapar. Pero la abeja rompe los acertijos y escapa. «En ese instante comprendí que explicar esto a alguien sería inútil». Es un tema destacado del cancionero spinetteano que suele ser mencionado por sus admiradores.[2][3] La letraAlgo en los jardines me llama sin cesar. La lluvia en las hojas me inspira confianza. Los árboles se agitan, bendito sea este viento, y detrás de los muros oigo algo que me dice:
que vendrías aquí a esta caverna. Supongo que te acostumbrarás al silencio total, mundo inferior que es eterno, como el propio mal. Así no habrá para mañana otra luz que lamentar al morir el desierto de sed de amar y de florecer. ¡Jamás escaparás de aquí!".
Sin salir de mi asombro, comienzo a observar miles de colmenas ardiendo en el fuego, millones y millones de sordos tapires. "¡Oh, mi Dios, pero esto es el infierno!", me dije para mí.
Pues no me importa, yo sé bien que saldré de aquí, de tu colmena. Tal vez, las luces que amanezcan traerán la paz ese color tan diferente a esto, sin dudas. Y sé que no me va a importar si a la luz de un verano muero al morder a mi presa, resignándome, dejando en ella mi aguijón.
Así, sin darme cuenta, rompí los acertijos y en un demente impulso salí de la caverna y oí sonar el rayo y corrí por mil canteros donde tímidas flores morían con la lluvia. En ese instante, comprendí que explicar esto a alguien sería inútil. Las luces temblaron con la furia del viento y las hojas mojadas con perlas del alba me vieron huir. Véase también
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