En los años de la gran depresión, sufrió muchas penurias económicas y vivió bajo el mecenazgo de importantes personalidades de la época, aunque logró trabajar en la Secretaría Mexicana de Instrucción Pública y la legación salvadoreña en México. Fue colaborador de semanarios e incluso vendió enciclopedias. También realizó viajes en algunas partes del Caribe e impartió charlas literarias en la Universidad de Columbia.
Fue nombrado representante de la UNAM ante la Universidad de El Salvador, pero cuando retornó a su país no tuvo una buena acogida debido a una serie de difamaciones en su contra. Hombre apreciado por quienes le trataban, Manuel José Arce y Valladares escribió acerca de él :
...rezumaba pulcritud. Conversador amenísimo, embelesaba a sus oyentes con no escaso caudal de cultura…Vimos cómo en una tertulia conversaba en desenvuelto francés con unas gráciles parisinas…
También Vasconcelos opinaba sobre su persona:
En su intuición de gran poeta se conduce como en la vida, indiferente al éxito inmediato, lejos de toda injusticia, y atento nada más a los instantes únicos, sublimes, de la historia del alma.
Cotto murió de tuberculosis en la capital mexicana y fue enterrado en el Panteón Civil. Años más tarde sus restos fueron repatriados a El Salvador.
Obra
Cantos de la Tierra Prometida, México D.F., 1940.
Fragmento de su poesía
LA MANZANA
Dios no me lo ha prohibido. ni siquiera la serpiente del circo me ha mirado… ¡esta manzana me la como!
Peligra el paraíso del nuevo Adán que viva entre nosotros y guarde en el temor de esta manzana el oculto sentido de su vida.
De CANTOS DE LA TIERRA PROMETIDA, México D.F., 1940.
Referencias
Cañas Dinarte, Carlos (2000). Diccionario escolar de autores salvadoreños. San Salvador: Dirección de publicaciones e impresos.
Escobar Galindo, David (1995). Índice antológico de la poesía salvadoreña. San Salvador : UCA Editores. ISBN 8484050548.