José Betancort Cabrera
José Betancort Cabrera (Teguise, 19 de marzo de 1874-Madrid, 18 de noviembre de 1950), más conocido por su seudónimo galdosiano Ángel Guerra, fue un escritor, periodista, político, traductor y crítico literario canario que contribuyó de forma notoria al desarrollo de la novelística insular de principios del siglo XX. En sus primeros años como publicista firmó muchas de sus colaboraciones como Juan Petate, Matías y Tarsis.[1] BiografíaJosé Betancort Cabrera nació el 19 de marzo de 1874 en la localidad lanzaroteña de Teguise. Era el hijo mayor de Lorenzo Betancort Rosado y de Manuela Cabrera Batista. Creció en una humilde familia de Lanzarote que, además, se sintió perjudicada por la emigración a Uruguay del padre, quien se estableció en la república americana y abandonó a su familia en Canarias. Gracias a la ayuda económica de unos tíos maternos suyos, se traslada a la isla de Gran Canaria, donde cursa estudios secundarios en el Seminario Conciliar de Las Palmas hasta 1891. Ese mismo año, y establecido en Lanzarote, trabaja como maestro en la Escuela de Arrecife y da a conocer sus primeras creaciones literarias: Las fuentes del ideal (un breve romance publicado en El Ateneo Canario) y Una hoja de mi álbum (unas quintillas divulgadas como hoja volandera en Teguise). En 1892, con aún diecisiete años de edad, publica su primer artículo de prensa en el diario La Patria (Las Palmas). A partir de entonces afianza su vocación periodística y también literaria, que dará un giro radical al conocer personalmente a Benito Pérez Galdós en 1894. En su honor, a partir de 1896 adoptará, como escritor, el nombre de uno de los personajes galdosianos: Ángel Guerra. En pocos años, el escritor lanzaroteño gana un importante protagonismo en el mundo periodístico y literario del archipiélago. Así, por ejemplo, Manuel Delgado Barreto, director de la revista Gente Nueva (órgano de expresión de los nuevos escritores canarios) lo definirá como el líder de su generación:
Deseoso de encontrar nuevas opciones como escritor, en 1900 se marcha a Madrid, donde encuentra el apoyo de Benito Pérez Galdós para abrirse un hueco en las cabeceras peninsulares. Poco a poco va dando a conocer su pluma como periodista, hasta que consigue colaborar en importantes diarios españoles del momento, como el El Liberal, El Globo, Heraldo de Madrid y España. En todos estos medios, además de publicar crónicas de actualidad política y social, también divulga importantes recensiones literarias. De entre las primeras cabe destacar las dedicadas a valorar la obra de un todavía desconocido Juan Ramón Jiménez, motivo por el cual el de Noguer le dedicará el poema "Calma" de su libro Ninfeas. Entre 1908 y 1910 ejerce como corresponsal de La Correspondencia de España desde París, ciudad en la que va a convivir junto al compositor Manuel de Falla y al periodista Luis Bounafoux. También es entonces cuando conoce a Fernando León y Castillo, a la sazón embajador de España en el país galo y quien se encargará de atraerlo a las filas del Partido Liberal. En 1912 obtiene un acta de diputado por la recién estrenada circunscripción electoral de Lanzarote (hasta ese momento los diputados se elegían solo en Gran Canaria, Tenerife y La Palma) y mantiene este cargo hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Más tarde, durante el Gobierno de Dámaso Berenguer, entre 1930 y 1931 ejerció como director general de Prisiones, responsabilidad en la que cesó tras la llegada la Segunda República Española. En 1936 la simpatía de su hijo, José Betancort Goyenechea, hacia el bando nacional provocó que este debiera refugiarse en la Embajada de Guatemala (más tarde reconvertida en Embajada de Chile) y que, paralelamente, José Betancort debiera huir de Madrid (gracias a un salvoconducto que le fue facilitado por Juan Negrín). Una vez acabada la guerra civil española, Betancort volvió a la capital de España pero abandonó completamente su labor como periodista y escritor. En febrero de 1936, antes del golpe de Estado, había escrito un artículo titulado "La gran esperanza" en La Voz de Menorca que decía lo siguiente:
Fallece en Madrid el 18 de noviembre de 1950. En el año 2024, el Gobierno de Canarias lo nombra autor del Día de las Letras Canarias 2024. Actividad políticaDurante su estancia en París como corresponsal de prensa, traba amistad con otro insigne político canario, Fernando León y Castillo, que era embajador de España en la capital francesa, con quien comparte ideología liberal y posiciones próximas a la monarquía parlamentaria. Por eso, tras la caída de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII, de la mano del general Berenguer, nuevo jefe de Gobierno, lo incorpora a las tareas de Estado, sin duda gracias a la experiencia que Ángel Guerra había adquirido como parlamentario años atrás. Pronto es nombrado director general de Prisiones, con el firme propósito de modernizar el anticuado sistema penitenciario español. Él era partidario de un sistema de prisiones en el que primara la reeducación y la reinserción. Por ello, entre sus objetivos más inmediatos estaba la creación de un nuevo Reglamento del Funcionariado de Prisiones. Así, en noviembre de 1930, tras intensos meses de trabajo, logra aprobar por real decreto el nuevo Reglamento. Entre otras labores de urgencia, acometió también la aprobación de un estatuto de la Mutualidad Benéfica de los Funcionarios de Prisiones, para que éstos pudieran obtener protección ante posibles fallecimientos, educación de huérfanos, regulación de pensiones, etc. También reformó las asociaciones de Patronatos de Presos y Liberados, con el fin de que fueran verdaderos órganos de reinserción social. Con respecto a las islas Canarias, además de sus labores como diputado por Lanzarote, realiza importantes gestiones. La más importante fue la creación de la nueva prisión provincial de Las Palmas de Gran Canaria. Cuando el 14 de abril de 1931, Niceto Alcalá Zamora proclama la Segunda República, Betancort se aparta de la política activa. Obra literariaSu figura alcanzó con el tiempo más notoriedad como narrador que como político. Durante su dilatada vida publicó numerosas novelas y relatos, entre los que destacan aquellos que se desarrollan en las islas Canarias. Sus temas predilectos son el mar, la vida campesina, la lucha por la supervivencia y la relación del ser humano con el medio. Ello lo lleva, en ocasiones, a utilizar una prosa ágil, muy cercana al naturalismo, a veces expresionista por las situaciones dramáticas que refleja. Su obra más celebrada por la crítica es La Lapa, relato corto en el que describe los sufrimientos y las penurias de Martín desde que es joven hasta que lo pierde todo tras un horrible naufragio. La Lapa es la epopeya de un hombre de las islas Canarias, de extracción humilde, que comparte protagonismo con otro personaje de enorme cargas simbólica: el mar. Obras
ReferenciasBibliografía
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