El padre de Jan de Bakker era un sacristán en Woerden e inquilino de una fábrica de ladrillos; su apellido parece derivar de tal campo.[2]
La noche del 9 de mayo de 1525, Bakker fue arrestado y el día siguiente fue trasladado a La Haya, donde se presentó ante la Inquisición. Fue sentenciado a la pena de muerte y el 15 de septiembre de ese mismo año murió en la hoguera en esa ciudad.