Inter graves
Inter graves (en español, Entre las graves) es la quincuagésima tercera encíclica de León XIII, datada el 1 de mayo de 1894, y dirigida a los obispos del Perú, en ella se refiere a la reciente reunión celebrada por estos obispos, de cuya celebración y conclusiones han informado al papa, y les da una indicaciones para su tarea pastoral. Especialmente se refiere a la formación de los sacerdotes, a la elección de los párrocos, al impulso de las misiones entre los indios y al interés de que se escriban y publiquen escritos que refuten los errores que puedan difundirse entre los fieles. Encíclicas de León XIII a los obispos de una naciónUn buen número de encíclicas del papa se dirigen al episcopado de una nación determinada con orientaciones que tienen en cuenta la situación de la Iglesia en ese país; es frecuente que uno de los temas tratados sea, precisamente, las cuestiones que plantea las relaciones de la Iglesia con el Estado. Nada de esto aparece en esta encíclica dirigida a los obispos del Perú, escrita cuando tras el fallecimiento, el 1 de abril de 1894, Morales Bermúdez (presidente de la república peruana), se habían convocado unas nuevas elecciones. La encíclica toma ocasión de la carta enviada al papa por los obispos después de la reunión que habían celebrado, coincide en esto con sendas encíclicas enviadas por el papa en 1891 al episcopado de Austria y Portugal;[a] también como en ellas el papa exhorta a los obispos a mantener este tipo de reuniones para transmitirse experiencias y coordinar su labor pastoral. Sin embargo, no desarrolla esas ideas con la amplitud que lo hizo en las dos encíclicas mencionadas, sino que se centra en unas cuestiones concretas sobre las que da orientaciones precisas.[b] Contenido de Inter gravesEl papa comienza manifestando su satisfacción por la reunión que han celebrado los obispos del Perú.
Les anima además a continuar celebrando estas reuniones con la frecuencia que sea oportuna; pasa a continuación la encíclica a exponer varias cuestiones que los obispos deben cuidar especialmente en el gobierno de sus diócesis. En primer lugar se refiere a la formación que se debe impartir en los seminarios, de modo que los sacerdotes puedan defender con ayuda de la razón las verdades de la Iglesia. En los estudios en el seminario deben valorarse los escritos de Santo Tomás de Aquino;[c] también debe dotarse a los futuros sacerdotes de un buen conocimiento de las ciencias naturales, pues con frecuencia los que difunden errores pretenden basarse en esas ciencias. Por último se recomienda la atención a los estudios bíblicos.[d] El papa pondera la importancia de las tareas que competen a los párrocos, pues
Ese encargo los convierte en los principales colaboradores de los obispos; de ahí la necesidad de elegir para esta tarea a los sacerdotes mejor preparados. Si estas indicaciones redundarán en el bien de los fieles, también es necesario impulsar las misiones, de modo que se incorporen a la iglesia los que aún no conocen el evangelio. Es verdad que Dios es el que da el incremento, pero el papa recuerda la enseñanza de San Pablo: "la fe depende de la escucha: la escucha de la Palabra de Cristo; pero ¿cómo escucharán sin un predicador? ¿Cómo predicarán si no son enviados?".[6] Por último, el papa anima a los obispos a que procuren que personas dotados de ciencia y virtud, escriban y publiquen para difundir la verdad y refutar los errores que otras personas tratan de propagar. En este sentido el papa señala recuerda que, como ha aconsejado en otras ocasiones, con esos escritos se deben
Concluye el papa la encíclica animando a los obispos para que traten de estas cuestiones en las reuniones que recomienda. Implora para esto la ayuda divina, por la intercesión de la Virgen María de Santo Toribio de Mogrovejo y Santa Rosa de Lima, e impartiendo para ellos, sus sacerdotes y sus fieles la Bendición Apostólica., Véase también
Notas
Referencias
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