Los sefardíes encontraron en el Imperio Otomano "una segunda patria en la que, sometidos a vejaciones y a una fuerte presión fiscal, menospreciados por los turcos, pudieron, sin embargo, seguir practicando su religión, dada la tolerancia de los turcos en materia de creencias. Muchos pudieron llevar una vida desahogada; se les autorizaba a tener esclavos cristianos, lo cual no era frecuente en aquellas tierras". Las comunidades más importantes fueron las de Estambul –en la que hacia 1600 vivían más de ciento cincuenta mil sefardíes- y Salónica, llamada por un viajero "madre de Israel".[2]
Referencias
↑ Veinstein, Gilles : Salonique 1850-1918, la "ville des Juifs" et le réveil des Balkans; pp.42-45 (en francés).
↑Pérez, Joseph (2009). Los judíos en España. pp. 238-239.