Graves de communi re
Graves de communi re, en español "De la grave [controversia]", es la septuagésima séptima encíclica de León XIII; publicada el 18 de enero de 1901, ella trata, tal como se indica en el encabezamiento del texto, de la democracia cristiana, y se propone, de algún modo, como una continuación y complemento de la Rerum novarum. Contexto históricoLa recepción de las enseñanzas de la encíclica Rerum novarum, a la que León XIII se refiere en esta nueva encíclica, tuvo sus efectos positivos en la acción de los cristianos; ante esa experiencia el papa consideró que era necesario dar unas orientaciones más concreteras que evitasen unos peligros que, de algún modo, podían ya entreverse. Esa acción cristiana, que había comenzado a conocerse como democracia cristiana, no debía plantearse como un instrumento político, ni apoyar la lucha de clases. La actitud de Romulo Murri, y los planteamiento que proponía para la Opera dei Congressi mostraron que ese peligros eran reales, y la necesidad de clarificar la actuación de los católicos, y de la Iglesia en la cuestión social.[1] Contenido de la encíclicaComienza el papa la encíclica haciendo notar la gravedad que adquiere en este tiempo la cuestión social:
El papa recuerda que, para atajar el peligro que suponen estas circunstancias para la paz social, ha publicado dos encíclicas: la Quod apostolicis muneris (1878), en la que prevenía ante el que error que suponen las ideas del socialismo, y la Rerum novarum (1891), en la que expuso cómo deben integrarse los derechos de patronos y obreros para remediar con la justicia los conflictos sociales. Se pueden comprobar los frutos de estas enseñanzas: tanto para las personas alejadas del catolicismo, que han reconocido del papel de la Iglesia en el cuidado de los más desafortunados; como en los católicos, que han recibido estímulo y claridad para afrontar la cuestión social, promoviendo instituciones para ayudar a obreros y campesinos. Esas actividades han recibido diversas denominaciones, el papa utiliza una de ellas -democracia cristiana[a]- para expone cómo debe llevarse a cabo la acción cristiana en este campo; pero en varias ocasiones, a lo largo de la encíclica, insiste en que lo importante no es el nombre con que se conozca, sino el modo de plantear esa acción, bien distinta de la que propone el socialismo Democracia cristiana versus socialismoEn efecto, el socialismo no admite otros bienes fuera de los materiales y, poniendo la felicidad en su adquisición, desea que la autoridad resida en el pueblo, que se supriman las clases sociales y la propiedad privada de modo que todos los bienes sean comunes. Por el contrario,
Características de esta acción cristianaSobre esta base el papa expone las características de esta acción cristiana: ante todo, no es lícito referir a la política el término democracia cristiana, pues no se trata de propugnar un sistema político, sino de promover la acción benéfica cristiana a favor del pueblo; por lo demás los preceptos evangélicos exceden los hechos humanos y permanecen ajenos a las opiniones de los partidos y regímenes políticos; en consecuencia cuando los católicos promueven el bien de los proletarios, en modo alguno han de tratar de introducir un régimen social con preferencia a otro. Además, es necesario evitar en esta acción cristiana, que la atención a las clases más necesitadas suponga un olvido de las clases superiores, pues también estas contribuyen al bien de la sociedad, y la fraternidad cristiana les ha de mover a prestar su ayuda a los necesitados. Tampoco es compatible con esta democracia cristiana una actitud de rechazo o insubordinación de las autoridades públicas. Por lo demás, en su acción la democracia cristiana ha de tener presente que no se trata solo de resolver una cuestión económica, sino que ha de plantearse como ua cuestión moral y religiosa:
Por esto, de las obras de beneficencia no ha de excluirse la limosna, ni la promoción de aquellas instituciones que estimulan en los obreros el espíritu de ahorro y previsión. Toda estas tareas concuerdan con el espíritu de la iglesia, y no importa que sean conocidas como acción cristiana popular o como democracia cristiana, siempre que se observen las enseñanzas que se exponen en esta y otras encíclicas. Unidad con la jerarquíaInteresa la unidad de acción, por esto el papa desea que en Italia, este impulso corresponda a los Congresos y comités católicos[b], que han sido alabados por la Sante Sede. En todo caso, insiste el papa:
Véase también
Bibliografía
Notas
Referencias |