Glaucoma de ángulo cerradoEl glaucoma de ángulo cerrado o glaucoma agudo es una enfermedad del ojo que se presenta de forma abrupta y que cursa, con dolor ocular, ojo rojo doloroso, percepción de halos alrededor de las luces, midriasis (dilatación pupilar), hipertensión ocular, náuseas y vómitos. Constituye una emergencia médica.[1] EtiologíaSe produce por el cierre brusco de las vías de eliminación del humor acuoso; esto trae como consecuencia la rapidísima elevación de la presión y el intensísimo dolor (dolor de clavo). Síntomas y signosHay que sospecharlo y acudir a un centro médico lo más rápidamente posible si se produce:
PatogeniaSe puede presentar en personas que nacieron con un ángulo estrecho entre el iris y la córnea (ángulo de la cámara anterior). El ataque agudo se desencadena cuando la pupila está en midriasis mediana y generalmente ocurre en la noche, mientras el individuo duerme. Esta situación puede provocar un bloqueo del paso del humor acuoso de la cámara posterior a la anterior a través de la pupila (bloqueo pupilar). El humor acuoso empuja a la periferia del iris hacia delante, y este cierra súbitamente la malla trabecular (cierre angular) presentándose después un aumento brusco de la presión intraocular. Factores de riesgo
EvoluciónCuando se produce un desequilibrio entre la producción y reabsorción del humor acuoso que se encuentra en la cámara anterior del ojo, se desencadena un aumento de la presión intraocular. Cuando ésta llega a los 30 mmHg se altera la bomba endotelial necesaria para la transparencia corneal y se origina el edema corneal (visión borrosa con percepción de halos alrededor de las luces) Cuando la presión intraocular es >40-50 mmHg, aparece el dolor ocular intenso, que puede irradiarse hasta el territorio cutáneo del nervio trigémino. Aparece blefaroespasmo y lagrimeo, inyección mixta y síntomas vegetativos vagales, como pueden ser bradicardia, hipertensión arterial, náuseas y vómitos. Estos síntomas vegetativos se suelen interpretar como otra patología y no como un glaucoma, dando frecuentemente errores diagnósticos. Si la presión intraocular supera los 80-90 mmHg se colapsa la arteria central de la retina, produciéndose isquemia retiniana, mucho dolor, disminución de la agudeza visual y una gran dureza del globo ocular al tacto. Si no se resuelve el cuadro, la lesión por isquemia se hace irreversible, dando lugar posteriormente a atrofia retiniana. El paciente puede haber sufrido con anterioridad cierres angulares intermitentes que ceden espontáneamente, lo que da una clínica de cefalea hemicraneal. Eso se conoce como glaucoma abortivo, subagudo o cierre angular intermitente. TratamientoEl tratamiento, de entrada, ha de ser medicamentoso, a tres niveles:
No obstante, no debe olvidarse que esta es una enfermedad con una clara base anatómica que no se resuelve con fármacos. Habrá, por tanto, que realizar una iridectomía quirúrgica o una iridotomía con láser para evitar nuevos episodios. Además, de forma profiláctica, es necesario actuar a veces en el ojo contralateral. Referencias
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