Florisvaldo de Oliveira
Florisvaldo de Oliveira (Uchoa, São Paulo; 18 de noviembre de 1958-Pindamonhangaba; 26 de septiembre de 2012) más conocido como Cabo Bruno, fue un policía, vigilante clandestino y asesino en serie brasileño. Es conocido por ser uno de los personajes más controversiales de la crónica policial brasileña, ya que muchas personas lo consideran un "justiciero".[1] BiografíaFlorisvaldo de Oliveira nació en Uchoa, en el Estado de São Paulo. Cuando tenía 3 años se mudó junto a su familia a Catanduva, donde vivió toda su infancia. Su apodo, "Cabo Bruno", se lo dieron sus amigos cuando todavía era un niño, incluso su madre prefería llamarlo de esa manera. En 1978 ingresó a la Policía Militar de Brasil.[2] Según contó en una entrevista hecha en el 2012, decidió convertirse en un "justiciero" tras descubrir que una gran parte de los delincuentes que atrapaba y entregaba a la justicia salían en libertad a los pocos días.[3] Decidió actuar durante sus tiempos libres en un barrio llamado Pedreira, en el distrito de Jabaquara, zona conocida por su alto nivel de criminalidad.[4] Supuestamente era contratado por los comerciantes del lugar, quienes le pagaban con tal de que protegiera sus negocios de posibles delincuentes,[5] aunque esto fue negado por el propio Oliveira, quien aseguró que siempre actuó solo. La mayoría de los asesinatos ocurrieron durante 1982; solía dejar los cuerpos en la misma zona como una advertencia para cualquier posible delincuente. Se movilizaba por el barrio usando distintos autos: un Chevrolet Chevette, un Ford Maverick y un Chevrolet Impala, a los cuales cambiaba de color constantemente. José Aparecido Benedito fue la única persona que logró sobrevivir a un ataque de Cabo Bruno. Según relató él, en enero de 1982 fue interceptado por Florisvaldo de Oliveira mientras regresaba de comprar; recibió dos disparos en la cabeza y seis en la espalda, pero sobrevivió tras hacerse el muerto.[6] Fue arrestado el 22 de septiembre de 1982, acusado de asesinar a Cláudio Pasternak Batista, de 16 años, quien fue interceptado y posteriormente asesinado por Oliveira mientras caminaba junto a un amigo. Luego fue acusado de 36 homicidios, y más tarde su conteo de víctimas se elevó a 50, siendo reconocido por varios testigos, ya que la mayoría de los asesinatos ocurrieron a plena luz del día.[2] En un principio reconoció su autoría en todos los hechos, pero más tarde se retractó de su confesión. Él aseguró que sólo mataba a delincuentes o personas que se veían "sospechosas" con el fin de traer seguridad, ya que la justicia no funcionaba; sin embargo, la policía cree que la mayoría de las muertes estuvieron incentivadas por la apariencia de las víctimas, ya que se dijo que Oliveira odiaba a la gente pobre o que tuvieran tatuajes.[7] Condena y prisiónTras 12 juicios, Cabo Bruno fue condenado a 112 años de prisión.[1] Tras esto, se fugó cuatro veces de prisión. Su primera fuga sucedió el 17 de junio de 1984, cuando logró desarmar y someter a un militar que lo custodiaba, quitándole el arma y disparando contra los guardias, hiriéndolos, aunque logró ser atrapado poco tiempo después.[2] Su segunda fuga sucedió pocos meses después, el 20 de diciembre, cuando tomó a un rehén para salir ileso del asedio de los policías. El 22 de marzo de 1985, tres meses después de la fuga, fue recapturado en un hotel de Paragominas.[2] Su tercera fuga sucedió el 26 de diciembre de 1987, siendo recapturado en mayo de 1988, en Araraquara.[2] Su última fuga sucedió en julio de 1990, cuando él y otros dos reos sometieron a tres guardia-cárceles, robándoles las armas. Su captura definitiva sucedió el 29 de mayo de 1991, al sur de São Paulo.[2][8] Durante su reclusión se dedicó a la pintura, llegando a realizar una exposición de sus obras en São Paulo en 1988.[5] En 2008 se convirtió al evangelicalismo, trabajando como pastor dentro y fuera de la cárcel.[9][10] Liberación y muerteFue liberado el 22 de agosto de 2012 tras pasar 27 años en prisión.[11] Fue asesinado por atacantes desconocidos a las 23:30 de la noche del 26 de septiembre de 2012, en Pindamonhangaba. Se encontraba volviendo de dar una misa junto a su familia cuando dos personas le dispararon 20 veces por la espalda con al menos dos armas. Nadie más fue herido durante el ataque. Según un testigo, "dos hombres llegaron a pie y sólo le dispararon".[12] La policía sospecha que se trató de una venganza por sus anteriores asesinatos. A pesar de las investigaciones, nadie fue investigado por su asesinato, quedando su caso impune hasta el día de hoy.[13][14] Véase también
Referencias
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