Filosofía en el PerúEn el Perú, la filosofía se desarrolló desde la etapa virreinal hasta la actualidad, aunque se discute su desenvolvimiento durante la etapa pre-hispánica. Etapa pre-hispánicaNo se tiene documentos escritos por los mismos pueblos pre-incas e incas que reflejen algún tipo de pensamiento filosófico, solo se poseen referencias que datan a los años posteriores a la conquista del Imperio Inca, siendo estos procedentes de cronistas españoles o mestizos. Al teorizar sobre esta fase, se debate la presencia o no de la filosofía en la estructura del pensamiento inca. Al respecto existen las siguientes tesis:[1][2]
Etapa virreinalAquí se desarrolla el pensamiento en el contexto de la invasión española y su influencia en el territorio.[3] Se tiene las siguientes sub-etapas: Filosofía Novohispana peruanaEn los casi tres siglos del Perú virreinal la filosofía peruana es de una riqueza inusitada. La filosofía virreinal peruana no es simplemente una meditación teológica-filosófica del mundo, sino que se da vinculada con la realidad del indio y los problemas intrínsecos que representa la instauración de un nuevo reino cristiano. Se presenta la tendencia escolástica, la mística y el naturalismo cristiano. En escolástica se hacen presentes la tendencia tomista, el escotismo, el agustinismo, y una fuerte impronta de la neoescolástica del siglo de Oro español (1550-1650) con Bañez, Vitoria, y Suárez. Un intento de periodificación permite ver con mayor claridad el dinamismo filosófico del periodo:
En la neoescolástica renacentista novoperuana (1550-1600) predomina el tema del indio. Por un lado se presenta el pensamiento escolástico más conservador, de la contrarreforma tridentina. El objetivo de este pensamiento es justificar la invasión española, con pretextos guerreristas o de dominio imperial. Por otro lado se produce un debate filosófico: se discute la humanidad del indígena americano (y por ende peruano) y se da una lectura evangélica a la construcción de un nuevo reino. Al respecto existieron dos posiciones:
En la Neoescolástica Barroca Novoperuana (1600-1650) predominaría la meditación moral y místico religiosa. Es el momento del surgimiento de las grandes figuras místicas (la terciario dominica Santa Rosa de Lima, el beato San Martín de Porres y el dominico San Juan Macías). En el campo especulativo habría destacado la figura del místico Antonio Ruiz de Montoya y su obra "El sílex del amor divino" (1651). En la Neoescolástica barroca Novoperuana (1650-1700)se desarrolla la meditación sobre los límites del conocimiento y el debate sobre las virtudes morales, todo esto muy en consonancia con la fase de estabilización del reino del Perú. Destacan Diego de Avendaño, que sintetiza el tomismo con el suarismo; Juan Pérez de Menacho, la figura más brillante de la filosofía virreinal peruana, erudito del tomismo y autor de importantes tratados morales; Juan Espinoza Medrano, gran tomista; entre otras figuras. En la Neoescolástica barroca Novoperuana (1700-1750)se desarrolla con fuerza el debate del probabilismo y los atisbos de ciencia empírica con José Eusebio de Llano Zapata, y el naturalismo cristiano con Don Pedro de Peralta Barnuevo. Con el eclecticismo peruano (Unanue, Baquíjano, Rodríguez de Mendoza) la neoescolástica peruana demuestra su fatiga y lo inviable del espíritu virreinal. El eclecticismo del setecientos prepara el espíritu independentista y corresponde a una situación pre-revolucionaria. Ilustración peruanaEn este período, también llamado la emancipación criolla, la llamada «clase criolla» virreinal (descendientes de españoles, pero nacidos en el Perú) preparó ideológicamente la independencia política. Existieron influencias del pensamiento racionalista e ilustrado francés. Se fundaron órganos de difusión de ideas «peruanistas» (por ejemplo, el Mercurio Peruano). Este proceso es paralelo a las luchas indígenas por la recuperación de su autonomía, encabezadas por Túpac Amaru II. Se fundó la sociedad Amantes del Perú. Etapa republicanaRomanticismo peruanoEste período es posterior a la independencia criolla. Sin discutir cambios sobre la estructura económica virreinal (de carácter feudal), se procedió a elaborar un debate sobre la forma de gobierno que debe tener la nueva República del Perú (fundada en 1821). Se sostuvieron dos tesis:
Etapa cosmopolitaPosterior a la Guerra del Pacífico (Chile-Perú-Bolivia), se desarrolló un pensamiento filosófico vinculado a la necesidad de una renovación de mentalidad. Por ello los filósofos se remitieron a otros productos del pensamiento europeo no español. Se tuvieron sobre todo influencias inglesas y francesas. PositivismoInfluenciado por el inglés Herbert Spencer, se exalta la ciencia como generadora de orden y progreso. El principal representante de esta corriente fue Manuel Gonzáles Prada. Con influencias del anarquismo, Gonzáles Prada establece una crítica a los grupos de poder tradicionales en el Perú, culpables del desastre de la guerra, y de la ruina moral de las grandes mayorías indígenas. Propone ruptura total con las formas de pensamiento virreinal y, mediante la educación científica, elevar a la población a la modernidad. También se encuentra Manuel V. Villarán. EspiritualismoSurge como oposición al positivismo, con influencias del francés Henri Bergson. Proclama «libertad académica» en los claustros universitarios, y empieza a hacer una sistematización del pensamiento europeo, pero no hay un abordaje riguroso la problemática nacional. Los principales representantes de esta tendencia fueron Alejandro Deústua y Mariano Ibérico. Etapa nacionalSocialismo y movimientos socialesSe desarrolla en parte como respuesta a la progresiva inserción de la influencia capitalista en el país, sobre todo de los Estados Unidos, sus abusos y la consecuente conflictividad social. En este período trata de interpretarse el carácter de la realidad nacional, y la manera de solucionar sus problemas. Surgen así las siguientes corrientes:
Crítica del pensamiento académico en el PerúSe establece, a partir de los años sesenta un cuestionamiento por la ligereza con la que los claustros universitarios venían procesando la realidad nacional. Se promueven maneras de integrar el trabajo académico al progreso del Perú. El principal representante fue Augusto Salazar Bondy. Dicho autor cuestiona el carácter imitativo y carente de originalidad del pensamiento peruano y latinoamericano. La «falta de autentidad» se debe a la dominación económica y social a la que es sometido el pueblo peruano. Por otro lado, Francisco Miró Quesada Cantuarias, desde una óptica humanista, propone pautas para desarrollar el «proyecto del filosofar latinoamericano». Proyectos de filosofía de la liberaciónRecientemente se ha desarrollado la filosofía de la liberación, cuyo principal iniciador es, nuevamente, Augusto Salazar Bondy. Se trata que la filosofía genere condiciones para la derrota de la dependencia, y se inaugure una nueva etapa, de pensamiento libre y verdaderamente emancipado. Nuevas tendenciasEn constante polémica con la tendencia eurocéntrica (Rivara, David Sobrevilla) han cobrado vigencia en los últimos tiempos las investigaciones filosóficas sobre la Filosofía andina (Antero Peralta, Pacheco Farfán, Ladislao Cuéllar, Díaz Guzmán, Víctor Mazzi, Luis Alvizuri, Odilón Guillén). Gustavo Flores Quelopana ha postulado un pensamiento remitizante con dos propósitos: 1. explicar la existencia de la filosofía mitocrática no sólo en el filosofar precolombino sino en todo el filosofar ancestral no occidental, y 2. distinguir diacrónica y sincrónicamente las diversas visiones metafísicas por las que atravesó el hombre a lo largo de su historia (metafísica de visión, metafísica de la esencia, metafísica de la existencia, metafísica del percipi y la metafísica de lo virtual). Otras corrientes recientes son el posmodernismo y hermenéutica política (Víctor Samuel Rivera), el comunitarismo de tendencia liberal (Miguel Giusti), neokantismo (Odilón Guillén), la tradición analítica (Pablo Quintanilla), anetismo-hiperimperialismo-hermenéutica remitizante (Gustavo Flores Quelopana), de la esperanza (Noe Zevallos), Epistemología (Germán Berríos), filosofía de la historia (Augusto Castro, Juan Huamanía Córdova, Ladislao Cuéllar), realismo moderado (Pedro Rodríguez), realismo aristotélico-tomista con diversos matices (Genara Castillo Córdova, Luis Francisco Eguiguren Callirgos, Luz González Umeres) Referencias
Bibliografía
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