Fernando Fernández de Velasco
Fernando Fernández de Velasco (Burgos, 29 de mayo de 1835 - Villacarriedo - 30 de noviembre de 1912) fue un político y periodista tradicionalista español. BiografíaEra hijo de Luis Fernando Fernández de Velasco y de la Sota Herrera y de Jacinta Pérez de Soñanes y Villegas, ambos de calificadas familias montañesas. A consecuencia de sus ideas realistas, sus padres estuvieron desterrados en Francia, donde Fernando pasó gran parte de su niñez. Una vez regresados a España, hizo sus estudios en Villacarriedo y en Madrid, en cuya universidad se graduó de licenciado en Derecho.[1] Pasó a Roma como agregado a la Embajada de España ante la Santa Sede, dedicándose además de su carrera al cultivo de las bellas artes, especialmente de la pintura, en la que llegó a ser un crítico muy estimado. Vuelto a España se cruzó en 1863 caballero de la orden militar de Calatrava y se dedicó de lleno a defender en la política y en la prensa las ideas tradicionalistas.[1] En 1867 fue elegido diputado a Cortes por Santander, figurando en el Congreso en la fracción tradicionalista acaudillada por Cándido Nocedal, y distinguiéndose en numerosas intervenciones. Al ser destronada Isabel II, y triunfante la revolución, Fernando Fernández de Velasco se colocó al lado del pretendiente Don Carlos. Presentó su candidatura en las elecciones constituyentes de 1869, pero fue derrotado.[2] Trabajó con entusiasmo en la organización de las fuerzas carlistas en La Montaña, siendo el presidente de la junta provincial de ese partido, y en los preliminares de la tercera guerra carlista fue nombrado comisario regio de Cantabria. En 1872 presidió la Junta de Guerra de Cantabria, organizando el reclutamiento y poniendo en pie de guerra dos batallones de infantería, un escuadrón de caballería, una compañía de guías y otra de cadetes, interviniendo en varias acciones de guerra, entre otras, en las de Abanto y Somorrostro, las Muñecas, Valmaseda y Carrasquedo.[2] Terminada la guerra civil, pasó en 1876 a Francia y allí estuvo hasta que pudo volver a su patria, donde siguió defendiendo las ideas tradicionalistas escribiendo en La Verdad y en El Siglo Futuro.[2] Al producirse la escisión tradicionalista se afilió en la fracción integrista, trabajando con Ramón Nocedal en la organización de este partido y sosteniendo numerosas campañas periodísticas en favor de sus ideas. Anciano ya, se retiró a su palacio de Villacarriedo, donde falleció en 1912.[2] Obras
Referencias
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