Epifanio Mejía
Epifanio Mejía Quijano (Yarumal, 9 de abril de 1838-Medellín, 31 de julio de 1913) fue un reconocido poeta y escritor colombiano, autor de la letra del Himno de Antioquia.[1] BiografíaJosé Epifanio Mejía nació el 9 de abril de 1838 en Yarumal, hijo primogénito de Ramón Mejía y Luisa Quijano. Pasó su niñez en la finca "El Caunce", en las montañas vecinas. Epifanio acudió a la rudimentaria escuela del pueblo donde realizaría sus estudios de primaria, única formación académica que recibiría. Por lo demás fue un asiduo lector. Por parte de su familia fue instruido bajo los preceptos religiosos y tradicionales de la región antioqueña. La familia estaba conformada por siete hermanos. Tras la muerte de su padre, en su adolescencia se trasladó, junto a su hermana Hersilia, a la ciudad de Medellín, contaba entonces con 17 años y allí trabajó para su tío en un almacén de telas cerca a la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Candelaria. Allí, en su tiempo libre, comenzó la lectura y composición de versos, que pronto se difundieron en la sociedad medellinense. Contrajo matrimonio con Ana Joaquina Ochoa, a quien dedicara varios poemas, entre ellos "A Anita" y con quien engendraría doce hijos; la ceremonia se llevó a cabo en la parroquia de Envigado, en 1864. Por aquel entonces Epifanio y su familia residían en la calle el "Chumbimbo" (hoy Sucre), donde había alcanzado cierta independencia económica. Pronto se hizo notorio su desequilibrio mental, teniendo episodios críticos por 1870, por lo cual, bajo recomendación médica, regresó con su familia a Yarumal. Allí pasaría tiempos de lucidez, en los que dedicaba horas a la lectura y escritura de versos, inspirado por los andares en las montañas antioqueñas y los convulsionados acontecimientos políticos. Con todo, comenzó a recaer, y en ocasiones fue sorprendido echando tierra a los alimentos que le servían, o era visto hasta altas horas recitando versos al río. Por tal motivo fue recluido en el manicomio del barrio Aranjuez, hoy sede de Comfama, donde fallece en 1913 tras 34 años de hospitalización. Mejía creó una poesía personal, de metro asonantado, que el padre Félix Restrepo Mejía compiló en 1939. En ella destacan La muerte del novillo, La ceiba de Junín y El canto del antioqueño, que es la letra del Himno de Antioquia. El canto del antioqueño : I Amo el Sol porque anda libre, sobre la azulada esfera, al huracán porque silba con libertad en las selvas. II El hacha que mis mayores me dejaron por herencia, la quiero porque a sus golpes libres acentos resuenan. III Forjen déspotas tiranos largas y duras cadenas para el esclavo que humilde sus pies de rodillas besa. IV Yo que nací altivo y libre sobre una sierra antioqueña llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa. V Nací sobre una montaña, mi dulce madre me cuenta que el sol alumbró mi cuna sobre una pelada sierra. VI Nací libre como el viento de las selvas antioqueñas como el cóndor de los Andes que de monte en monte vuela. VII Pichón de águila que nace sobre el pico de una peña siempre le gusta las cumbres donde los vientos refrescan. VIII Cuando desciendo hasta el valle y oigo tocar la corneta, subo a las altas montañas a dar el grito de alerta. IX Muchachos, le digo a todos los vecinos de las selvas la corneta está sonando... tiranos hay en la sierra! X Mis compañeros, alegres, el hacha en el monte dejan para empuñar en sus manos la lanza que el sol platea. XI Con el morral a la espalda cruzamos llanos y cuestas, y atravesamos montañas y anchos ríos y altas sierras. XII Y cuando al fin divisamos, allá en la llanura extensa, las toldas del enemigo que entre humo y gente blanquean XIII Volamos como huracanes regados sobre la tierra, ay del que espere empuje de nuestras lanzas revueltas! XIV Perdonamos al rendido porque también hay nobleza y en los bravos corazones que nutren las viejas selvas. XV Cuando volvemos triunfantes las niñas de las aldeas rinden coronas de flores a nuestras frentes serenas. XVI A la luz de alegre tarde pálida, bronceada, fresca de la montaña en la cima nuestras cabañas blanquean. XVII Bajamos cantando al valle porque el corazón se alegra; porque siempre arranca gritos la vista de nuestra tierra. XVIII Es la oración; las campanas con golpe pausado suenan; con el morral a la espalda vamos subiendo la cuesta. XIX Las brisas de las colinas bajan cargadas de esencia, la luna brilla redonda y el camino amarillea. XX Ladran alegres los perros detrás de las arboledas el corazón oprimido del gozo palpita y tiembla... XXI Caminamos... Caminamos... y blanqueas... y blanquean... y se abren con ruido de las cabañas las puertas. XXII Lágrimas, gritos, suspiros, besos y sonrisas tiernas, entre apretados abrazos y entre emociones revientan. XXIII Oh libertad que perfumas las montañas de mi tierra, deja que aspiren mis hijos tus olorosas esencias! Véase tambiénReferencias
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