Déficit democrático en la Unión EuropeaEl concepto de déficit democrático en la Unión Europea se basa en la idea de que las instituciones y los organismos de la Unión sufren una falta de responsabilidad política y de legitimidad democrática frente a los ciudadanos europeos porque éstos, en teoría,[1] no tienen posibilidades de ejercer influencia en las actividades y decisiones de las instituciones comunitarias.[2] El término fue utilizado en los inicios de la fundación de la UE para criticar la transferencia de los poderes legislativos de los gobiernos nacionales al Consejo de Ministros de la UE (actual Consejo). Esto condujo a la creación de un Parlamento formado por diputados elegidos directamente por los ciudadanos, y que ostenta el poder de aprobar o rechazar la legislación que la Comisión propone a dicha institución parlamentaria (junto al Consejo). Desde entonces, el uso del término se ha ampliado para describir los problemas nuevos que enfrenta la Unión Europea. La cuestión de la legitimidad democrática fue importante durante todas las fases de la integración europea y de suscripción de los tratados de Maastricht, Ámsterdam, Niza y Lisboa, que procuraban realizar ajustes precisamente en torno a esta cuestión. Su respuesta fue la consolidación de poderes del Parlamento, un control más eficaz sobre la Comisión mediante el procedimiento de designación del presidente de la misma,[3] y la aplicación del procedimiento legislativo ordinario.[4] Además, la participación de los ciudadanos fue ampliada por el derecho de Iniciativa Ciudadana Europea y el de presentar denuncias (por parte de particulares, empresas o entidades) ante el Parlamento Europeo, respondiendo este en la formación de comisiones parlamentarias para investigar dichas denuncias.[5] Todos estos desarrollos contribuyeron a mejorar la legitimidad democrática del sistema institucional; sin embargo, en la opinión de muchos académicos, las mejoras introducidas no son suficientes.[2] El déficit democrático ha sido una expresión de uso común en los debates en torno a la UE. El éxito de la expresión se puede explicar por el hecho de que no tiene un significado único y consensuado. Los académicos, políticos y comentaristas lo usan con connotaciones diferentes e implican un significado diferente en ella. Desde una perspectiva política, se puede encontrar el término utilizado tanto por los euroescépticos como por los ‘europeos convencidos’. Argumentos a favor de la teoría de un déficit democráticoLos principales argumentos por un déficit democrático pueden ser divididos en argumentos del tipo institucional y de tipo normativo-identitario:[6] Tipo institucional:
Tipo normativo e identitario:
Autores a favor de la teoría de un déficit democráticoWeiler fue uno de los primeros académicos en usar la expresión “déficit democrático” para describir la situación política de la UE. Según su definición—que ahora es aceptada como la definición estándar—hay cinco puntos que contribuyen al déficit democrático:[7]
Andreas Føllesdal y Simon Hix En un artículo que responde a los argumentos de Majone y Moravcsik, Føllesdal y Hix ilustran por qué hay un déficit democrático en la UE. Ellos discuten la ausencia de competición en las elecciones al Parlamento Europeo. Existe consenso entre los académicos en que las elecciones impugnadas son un elemento fundamental en cualquiera democracia, pero es algo que falta a la UE.[8] También proponen que la ausencia de competición para aprobar políticas es otro síntoma de déficit democrático. Habermas basa su argumento en la idea de una esfera pública. Dice que todavía no hay una comunidad europea fuerte, y por eso no existen intereses supranacionales.[9] Mientras las naciones europeas sigan pensando en lo que es mejor para sus propios países, la UE no tendrá -según este autor- una democracia legítima. La democracia requiere una esfera pública unida para que los representantes sean responsables ante una única población (y no ante 28). Fritz Scharpf Scharpf enfoca su argumento en las instituciones de la UE. En su artículo “Economic integration, democracy and the welfare state,” Scharpf ilustra cómo el Parlamento europeo es fundamentalmente débil, no hay partidos políticos transnacionales, y no hay una prensa únicamente europea.[10] También dice que aun si el Parlamento fuera más poderoso, seguiría habiendo un déficit democrático porque la comunidad europea no existe. Aquí su argumento se parece al de Habermas: la importancia de una comunidad unida para formar una voluntad cohesiva. Argumentos en contra de la teoría de un déficit democrático[6]
Autores en contra de la teoría de un déficit democráticoGiandomenico Majone El punto de partida de Majone es que la UE es esencialmente un "estado regulador" en el sentido de que su principal tarea es "regular" todos los ámbitos en los que la UE tiene competencias. En el pensamiento de Majone, la Unión Europea reguladora sólo produce resultados de las políticas que son Pareto eficientes en lugar de redistribución o de valor asignativo (donde hay ganadores y perdedores).[11][12] Desde este punto de vista, la función de la UE es comparable a la de los organismos reguladores nacionales, como las agencias de telecomunicaciones, bancos centrales, o incluso los tribunales. Como resultado, Majone afirma que la UE no debe ser "democrática" en el sentido habitual del término, en tanto las políticas de la UE dejarían de ser Pareto-eficientes si se realizaran por lo que Majone denomina instituciones mayoritarias. Además, señala que este tipo de organizaciones "regulativas" y "no democráticas" se necesitan para asegurar la consecución de los objetivos a largo plazo. Desde esta perspectiva, una Unión Europea dominada por el Parlamento Europeo o por una comisión elegida por sufragio directo, politizaría la adopción de políticas regulatorias, lo que daría resultados redistributivos en lugar de Pareto-eficientes.[13] Por último, Majone considera que la UE se enfrenta más bien a una "crisis de credibilidad" que a un déficit democrático. De hecho, él aboga por el cambio de procedimiento en las instituciones con el fin de obtener un proceso de una toma de decisiones más transparente. Esto aumentaría la credibilidad de la UE entre sus ciudadanos y las preocupaciones acerca de un denominado "déficit democrático" desaparecerían. Andrew Moravcsik En su trabajo "En defensa del déficit democrático", Andrew Moravcsik sostiene principalmente que no se debe juzgar el funcionamiento de las instituciones de la UE a la luz de exigencias democráticas a las que ningún gobierno moderno puede responder. Como cuestión de hecho, Moravcsik culpa a los que argumentan a favor de un "déficit democrático" para juzgar la Unión Europea de acuerdo con un modelo utópico de la democracia en lugar de con los criterios realistas y razonables de gobierno moderno. Más pragmáticamente, Andrew Moravcsik aborda el 'modelo estándar' del déficit democrático mediante la presentación de un gran número de críticas de sus principales reclamos. A través de sus principales argumentos, Andrew Moravcsik rechaza la idea general de que la Unión Europea carece de responsabilidad democrática ya que cree que la UE es responsable ante sus ciudadanos a través de una asamblea parlamentaria elegida y -aunque indirectamente- a través de los representantes elegidos a nivel nacional en el Consejo Europeo. Hans Peter Ipsen Hans Peter Ipsen tuvo un papel influyente en la creación de legislación de la UE en su país natal, Alemania. El aspecto fundamental de la obra de Ipsen era su ambición de encontrar un cuerpo u órgano que no estuviese sujeto a la legitimidad democrática, pero no era más que parte de la administración. Esto es evidente en la clasificación de la UE como 'Zweckerbande' o agente regulador del gobierno que lleva a cabo los objetivos específicos y, por lo tanto, tiene poco o nada de político en su funcionamiento y en su organización. Thomas Zweifel Thomas Zweifel argumenta que el nivel democrático de la UE es relativamente fuerte, en términos de su reglamento de integración y en comparación con países como Suiza. Destaca además que desde 1996 la Comisión se ha comprometido a establecer las futuras políticas en su informe anual de competencia. Además de esto, Zweifel señala que el Parlamento de la UE ha crecido en poder y establece que la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios ha adquirido especial protagonismo. Frank Schimmelfennig y Francis Cheneval Schimmelfennig y Cheneval afirman que la UE es en realidad una 'demoicracy', que es una organización compuesta por múltiples "demois”. Por lo tanto, el alcance de su carácter democrático no puede ser juzgado de la misma manera que el de un estado democrático. Estos autores llegan a afirmar que la UE es la cría de un nuevo tipo de democracia. Argumentan que un demos europeo convencional no puede existir; esto contrasta los argumentos de Hix y Follesdal, que afirman que el déficit democrático se puede solucionar a través de la competencia de las oficinas y las políticas, al permitir a los europeos votar por determinados candidatos y agendas. Véase tambiénReferencias
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