La diócesis tiene 29 021 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en la parte oriental del estado de Baja Sajonia entre Hann. Münden al sur y el mar del Norte al norte, y entre el río Weser al oeste y las montañas Harz al este. También incluye la parte norte del estado de Bremen.
La diócesis, sufragánea de la arquidiócesis de Maguncia (hoy diócesis de Maguncia), fue erigida por el emperador Ludovico Pío en 815. El primer obispo fue Gunthar, natural de Reims, ya obispo misionero en la región.[1] El obispo Alfred (851-874) reconstruyó la catedral y organizó el capítulo de canónigos, trabajo que continuaron sus sucesores Wigbert (880-903) y Valdbert (909-919).[2]
El territorio diocesano se formó gradualmente. Al principio incluía Astfalagau, se extendía al suroeste sobre Flemithigau, al este sobre Ambergau y al norte incluía partes importantes de Gretingau y Flutwiddegau.[3]
Los obispos de Hildesheim desempeñaron un papel importante durante la época de los emperadores otonianos en el siglo X. El obispo Diethard (928-954) obtuvo la protección imperial y la inmunidad de Enrique I de Sajonia.[4] Bernardo (993-1022) fue uno de los hombres más destacados de su época, tutor y principal consejero de Otón III; fortificó la ciudad episcopal, fundó monasterios y varias iglesias rurales; convocó periódicamente sínodos diocesanos; dividió la diócesis en arcedianatos.[5] Esta labor fue continuada por su sucesor Gottardo (1022-1038), quien a su muerte fue objeto de culto y veneración; fue proclamado santo un siglo después por el papaInocencio II.[6]
A partir de 1235 la diócesis adquirió poder temporal, a través del principado eclesiástico de Hildesheim. Conrado de Riesenberg (1221-1246) es considerado el primer príncipe-obispo de Hildesheim, aunque Bernardo ya había obtenido de Enrique II en 1013 los derechos comitales sobre Astfalagau.[7] A partir de este momento, las preocupaciones políticas prevalecieron sobre las esencialmente religiosas, lo que favoreció una progresiva degradación de la vida religiosa de la diócesis.[8] Algunos ejemplos:
En 1260 el cabildo de canónigos eligió obispo al hijo del conde de Brunswick, Otto, que sólo tenía 13 años; permaneció como obispo electo hasta 1274, cuando recibió la consagración episcopal y más tarde se preocupó más por ampliar sus posesiones que por el cuidado pastoral de la diócesis.[9]
En 1331 el cabildo eligió un obispo, Enrique de Brunswick, que entró en conflicto, incluso armado, con su rival, Eric de Hombourg, impuesto por el papa; al final Enrique ganó, pero la Santa Sede lo reconoció oficialmente como obispo legítimo recién en 1354.[10]
Se sabe que Gerardo de Berg, que gobernó la diócesis durante treinta años desde 1365 hasta 1398, derrotó al duque de Brunswick y sus aliados en la batalla; en memoria de esta victoria, construyó una capilla dentro de la catedral.
En 1452 fue electo obispo Bernardo de Brunswick-Luneburg, joven de 20 años, que nunca recibió la consagración sacerdotal y episcopal; renunció en 1458 para suceder a su padre como duque de Brunswick y unos años más tarde se casó con la hermana de su sucesor en la cátedra de Hildesheim, Ernesto de Schauenburg.[11]
En 1452 fue elegido obispo Bernardo de Brunswick-Luneburg, un joven de 20 años, que nunca recibió la consagración sacerdotal y episcopal; renunció en 1458 para suceder a su padre como duque de Brunswick y unos años más tarde se casó con la hermana de su sucesor en la cátedra de Hildesheim, Ernesto de Schauenburg.[11]
Los intentos de reformar la vida monástica y religiosa, llevados a cabo entre finales del siglo XIV y la primera mitad del siglo XV, no tuvieron éxito. En ese momento la diócesis tenía 9 monasterios de canónigos regulares, 5 abadías benedictinas y 2 cistercienses; y 16 monasterios de monjas benedictinas, 5 de monjas cistercienses.[12]
Durante el episcopado de Juan de Saxe-Lauenburg (1504-1527) el luteranismo hizo su aparición en la diócesis; la nueva religión ganó terreno bajo el obispo Valentino de Teutleben (1538-1551); muchas partes de la diócesis pasaron a manos de los reformados, incluida la ciudad episcopal.[13] En 1557 fue elegido obispo Burcardo de Oberg, acérrimo defensor de la fe católica tradicional, que hizo todo lo posible por salvar lo que se podía salvar; al final de su episcopado, en 1573, sólo una docena de pueblos seguían siendo católicos. Le sucedieron, ya sea como obispos o como administradores apostólicos, una serie de prelados originarios de Baviera, de fe católica y educados por los jesuitas, quienes pusieron en marcha una serie de iniciativas que permitieron la restauración católica en muchas partes de la diócesis de Hildesheim y al mismo tiempo la aplicación de los principios reformadores del Concilio de Trento: se convocaron sínodos, se realizaron visitas pastorales a la diócesis, se recuperaron edificios religiosos, incluida la catedral, que había sido confiscada por los luteranos, el seminario se abrió en 1655. A pesar de los esfuerzos realizados, los registros de la visita pastoral de 1657 muestran que solo quedaban unas veinte parroquias católicas en la diócesis.[14]
En dos ocasiones, con Edmundo de Brabeck (1697-1702) y con Federico Guillermo de Westfalia (1775-1789), los obispos de Hildesheim también fueron nombrados vicarios apostólicos de las Misiones del Norte.[15] A pesar de la supresión de la Compañía, los jesuitas continuaron permaneciendo en la diócesis vestidos de civil o como sacerdotes diocesanos: esto les permitió continuar dirigiendo el seminario diocesano.[16]
En 1789 Franz Egon von Fürstenberg se convirtió en obispo de Hildesheim; como su predecesor, también fue nombrado obispo de Paderborn[17] y vicario apostólico de las Misiones del Norte. Fue el último príncipe-obispo de Hildesheim;[18] el principado eclesiástico fue secularizado con la Reichsdeputationshauptschluss de 1803 y su territorio anexado al Reino de Hannover.
El 26 de marzo de 1824 las fronteras diocesanas sufrieron cambios radicales, por primera vez desde 815. Con la bula Impensa romanorum pontificum del papa León XII,[19] se reorganizaron las circunscripciones eclesiásticas del Reino de Hannover, que incluían las sedes de Hildesheim y Osnabrück, cuyos límites se hicieron coincidir con los del Estado: la nueva diócesis de Hildesheim, constituida inmediatamente sujeta a la Santa Sede, se extendió en la parte oriental del reino, separado de la de Osnabrück por el río Weser, y vio su territorio considerablemente ampliado llegando hasta el mar del Norte y el río Elba.[20] Por decreto de la Congregación Consistorial del 2 de julio de 1834, se asignó también a la diócesis de Hildesheim la competencia sobre los católicos del Ducado de Braunschweig-Lüneburg.[21]
El obispo Eduard Jakob Wedekin (1850-1870) dio un gran impulso al renacimiento de la diócesis de Hildesheim: abrió nuevas misiones en la parte norte de su diócesis; favoreció la práctica de ejercicios espirituales para sus sacerdotes, la fundación de asociaciones católicas y la predicación de misiones parroquiales; llamó a su diócesis a varias congregaciones religiosas, entre ellas a los lazaristas, a quienes confió la dirección del seminario.
El desarrollo económico de las ciudades de Hannover, Hamburgo y Bremen favoreció la emigración interna y, en consecuencia, el aumento del número de católicos presentes en la diócesis. En 1890 había unos 100 000 católicos, el doble veinte años después. El número de parroquias aumentó de 91 en 1890 a 138 en 1915.[22]
El 13 de agosto de 1930, con la bula Pastoralis officii nostri del papa Pío XI, la diócesis pasó a formar parte de la provincia eclesiástica de Paderborn.[23]
Al final de la Segunda Guerra Mundial la población católica de la diócesis se triplicó debido a la llegada de numerosos refugiados que huían del este de Alemania, especialmente de Silesia y los Sudetes.[22]
Sobre la base de la convención estipulada entre la Santa Sede y Baja Sajonia el 26 de febrero de 1965,[24] que incorpora los artículos del concordato con Prusia de 1929,[25] se concedió el derecho de elección de los obispos de Hildesheim a la cabildo de canónigos de la catedral, sobre una lista de tres nombres propuestos por la Santa Sede.
El 14 de septiembre de 1966, de acuerdo con las decisiones de la convención del año anterior, se revisaron los límites entre las diócesis de Hildesheim y Osnabrück mediante el decreto Quum sollemnibus.[26]
El 24 de octubre de 1994 cedió una parte de su territorio para la erección de la arquidiócesis de Hamburgo, de la que Hildesheim se convirtió en sufragánea.
Con la unificación de Alemania, la Santa Sede reorganizó la parte norte de Alemania. El 24 de octubre de 1994, en virtud de la bula Omnium Christifidelium del papa Juan Pablo II, se erigió la arquidiócesis de Hamburgo incluyendo territorios de la diócesis de Hildesheim, que pasó a ser su sufragánea.[28]
Estadísticas
Según el Anuario Pontificio 2022 la diócesis tenía a fines de 2021 un total de 602 600 fieles bautizados.