Detección de la presa

La detección de la presa es el proceso mediante el cual los depredadores pueden detectar y localizar a sus presas a través de señales sensoriales. Este artículo trata la depredación en su sentido más amplio, es decir, cuando un organismo se come a otro.

Lucha evolutiva y defensas de presas

Las presas tienen adaptaciones como una coloración críptica en esta liebre de Alaska que les ayuda a evitar a los depredadores .

Los depredadores están en una carrera armamentista evolutiva con sus presas, para las cuales la selección natural preserva constantemente mutaciones ventajosas. A su vez, los depredadores también están sujetos a esa presión selectiva: aquellos que tienen más éxito en localizar presas transmiten sus genes en mayor número al acervo genético de la siguiente generación. Las adaptaciones de las presas que les permiten evitar a los depredadores están muy extendidas, y aquellas que las hacen difíciles de encontrar se conocen colectivamente como cripsis. La cripsis puede implicar evasión temporal, como la nocturnidad, métodos conductuales, como esconderse, y adaptaciones no conductuales, como el camuflaje. Las adaptaciones antidepredadores incluyen métodos distintos a la cripsis, como el aposematismo y la capacidad de luchar.

A menudo se combinan características pasivas y comportamentales; por ejemplo, un animal de presa puede parecerse y comportarse como el depredador de su cazador (véase mimetismo).

Detección de presas mediante diferentes sentidos

Hay una variedad de métodos utilizados para detectar presas. Los sistemas sensoriales utilizados incluyen el sistema visual, el sistema olfativo (olfato), el sistema auditivo (audición) y el sistema somatosensorial (como el tacto). Algunos depredadores pueden utilizar todos estos sentidos para localizar a sus presas, mientras que otros pueden depender principal o totalmente de uno solo. Los métodos de detección también pueden dividirse en detección directa del propio organismo presa y pistas indirectas, como el olor de su orina.

Visual

Los experimentos realizados con arrendajos azules sugieren que estos animales forman una imagen de búsqueda de determinadas presas.

Los depredadores visuales pueden formar lo que se denomina una imagen de búsqueda de ciertas presas.

Los depredadores no necesitan localizar directamente a su huésped: los cernícalos, por ejemplo, son capaces de detectar las heces y la orina de sus presas (que reflejan la luz ultravioleta), lo que les permite identificar áreas donde hay grandes cantidades de topillos, por ejemplo. Esta adaptación es esencial para la detección de presas, ya que los topillos se esconden rápidamente de estos depredadores.[1]

En entornos experimentales, los animales han demostrado un cambio perceptivo: el depredador visual formaría una imagen de búsqueda de la especie de presa críptica más abundante en su entorno; a medida que la especie es más depredada, su número disminuiría y la imagen de búsqueda de esa especie sería menos útil para el depredador; el depredador luego cambiaría a una imagen de búsqueda de una presa que se volviera más abundante.[2]

Químico

Para muchos animales los sentidos químicos son mucho más importantes que la vista o la audición. Algunos escarabajos depredadores especializados pueden localizar a sus presas, los escarabajos descortezadores, utilizando las feromonas que secretan sus objetivos. Las feromonas que son explotadas por un enemigo de esta manera se llaman kairomonas.[3]

Auditivo

Algunos depredadores dependen principalmente de señales sonoras para detectar presas. En los depredadores nocturnos las pistas no visuales son especialmente importantes. La lechuza común (Tyto alba) depende de los ruidos que emiten sus presas y puede localizarlas con gran precisión. Los murciélagos tienen la capacidad adicional de la ecolocalización para localizar presas como los insectos voladores; por lo tanto, pueden localizar presas incluso si no emiten ningún sonido.[4]

Tras la detección

Esta mariquita (Calvia decemguttata) es fácil de detectar, pero sus colores llamativos son un signo de su desagradable sabor, con lo que los depredadores experimentados probablemente estarían familiarizados.

Una vez que un depredador ha encontrado su presa, no siempre intentará perseguirla o comérsela. Las presas tienen otras formas de disuadir a los depredadores de comerlas, además de evitar ser detectadas. Las plantas y animales aposemáticos pueden tener una coloración tan llamativa que los consumidores potenciales, como los herbívoros, evitarán comerlos basándose en experiencias pasadas desagradables. Incluso si un depredador desea comer a su presa, los animales locomotores pueden ser extremadamente difíciles de atrapar.

Los animales que habitan en grupos presentan un nivel de vigilancia superior, mientras que aquellos que llevan una vida solitaria también poseen la capacidad de huir rápidamente cuando la situación lo requiere. En el caso de que un depredador logre capturar a su presa, esta puede atraer a otros depredadores competidores, lo que le brinda una oportunidad para escapar durante el enfrentamiento. Además, algunos animales pueden atacar órganos que no son vitales; ciertas especies han desarrollado características engañosas, de tal manera que una parte de su cuerpo imita a otra, como es el caso de los insectos que poseen cabezas falsas. Esta adaptación reduce la probabilidad de ser consumidos o de sufrir heridas mortales, otorgando así a la presa una segunda oportunidad para evadir a su atacante.

Los depredadores pueden tener una gran capacidad para encontrar presas, pero incluso cuando tienen éxito en hacerlo, es posible que no acaben consiguiendo una comida.

Véase también

Bibliografía

  • Alcock, J. (1998) Comportamiento animal: un enfoque evolutivo (6ª edición), Capítulo 10. Sinauer Associates, Inc. Sunderland, Massachusetts. ISBN 0-87893-009-4

Referencias

  1. Viitala, J., E. Korpimäki, Polakangas, P., Koivula, M. (1995) Attraction of kestrels to vole scent marks visible in ultraviolet light. Nature 373:423–425
  2. Bond, Alan B. (December 2007). «The Evolution of Color Polymorphism: Crypticity, Searching Images, and Apostatic Selection». Annual Review of Ecology, Evolution, and Systematics (en inglés) 38 (1): 489-514. ISSN 1543-592X. doi:10.1146/annurev.ecolsys.38.091206.095728. 
  3. Wyatt, Tristram D. (2003). Pheromones and Animal Behaviour. Cambridge: Cambridge University Press. p. 2. ISBN 0-521-48526-6. 
  4. Moiseff, A. and Haresign, T. (2001) Prey Detection by Bats and Owls. Encyclopedia of Life Sciences. DOI: 10.1038/npg.els.0000096