La segunda producción de Alejandra Guzmán dio continuidad al éxito del disco anterior. Este álbum es una colección de las mejores canciones en homenaje a los clásicos del rock de los años 60s y 70s. Alejandra ponía a bailar a toda la gente mientras se movía con gran sensualidad en sus ya famosas minifaldas. Este disco le dio más repertorio a sus conciertos, tuvo la oportunidad de cantar grandes canciones de la época dorada del rock y fue certificado como “Disco de Oro” y “Disco de Platino”.[4][5]