Convento del Dulce nombre de Jesús

Convento del Dulce
Nombre de Jesús
Ruinas
Localización
País EspañaBandera de España España
Comunidad Castilla y León Castilla y León
Provincia Ávila Ávila
Localidad Cebreros
Coordenadas 40°27′32″N 4°28′10″O / 40.458852777778, -4.4694027777778
Información religiosa
Culto Católico
Diócesis Convento
Orden Franciscanos descalzos
Acceso Libre
Advocación Nombre de Jesús
Historia del edificio
Fundador Francisco Bachiller
Construcción 1573
Derrumbe 1810
Reconstrucción 1814

El convento del Dulce Nombre de Jesús' son las ruinas de un antiguo convento franciscano situado en Cebreros, en la provincia de Ávila. Fue fundado por el Bachiller Francisco Albornoz en 1573, siendo el sexto templo religioso de la orden de los Franciscanos Descalzos en constituirse en la por entonces Santa Provincia de San José de Castilla. Permaneció en esta hasta 1594, cuando se puso bajo la invocación de San Pablo Apóstol.[1][2]

Contexto geográfico

El convento se encuentra ubicado en una explanada que se sitúa en la zona noroeste de Cebreros. Su emplazamiento corresponde a las afueras del pueblo, al igual que en sus tiempos de fundación. Geográficamente es un alto, la falda del puerto de Arrebatacapas, donde se halla una planicie que es donde se encuentra el convento. Delante de donde se localiza la iglesia del propio convento, se ubica una de sus principales actividades económicas, las viñas, que eran de su posesión.[1]

En la actualidad, se sitúa en el camino que parte de manera radial desde la Iglesia Vieja (actualmente Museo Adolfo Suárez y la Transición). Esta abadía del 'Dulce nombre de Jesús' es el que da nombre al propio camino, denominado Camino del Convento. De manera, hoy en día se encuentra paralelo al convento, el antiguo depósitos de aguas del pueblo.[3]

Fuentes literarias y epigráficas

Primeramente, tenemos algunas fuentes primarias como la Crónica del Padre Alcalá o el manuscrito de la Biblioteca Nacional. En ambos aparecen reflejados datos acerca de su fundación y advocación. Aparte de estos, también se hallan en los Archivos de Santa Cruz de Pinares y de San Bartolomé de Pinares unos Libros de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, que son de fechas posteriores. En referencia a la actividad que tenía el convento, en el Archivo Histórico Nacional se conserva el libro de cuentas que mantenían, donde destacan las abundantes limosnas que procedían de San Bartolomé de Pinares, pueblo cercano a Cebreros. Cabe mencionar, además, la obra de fray Marcos de Alcalá titulada Chronica de la Santa Provincia de Joseph: vida portentosa del penitente San Pedro Alcántara. Esta escrito, se tratan todas las fundaciones en la Provincia de San José, aunque un apartado se dedica al convento ubicado en Cebreros:[2][4]

Con esto crecia la fama de los descalços por muchas partes, y en algunas le ofrecían Conventos, y davan tierras en que edificasen, los ayudaban par esto con sus haziendas. Fundaron en Extremadura tres, en el Reyno de Toledo otros tres, uno en la misma ciudad, otro en la Universidad de Alcalá, y el de Buen Iesus en la Villa de Zebreros, Obispado de Ávila

Durante el reinado de Carlos III, el convento aparecerá en una Real Carta fechada del 7 de noviembre de 1782. En esta, se reconoce un privilegio de excepción de pago de los derechos de vino a los conventos de Cebreros, Aranjuez y San Gil de Madrid. A todas estas fuentes, se puede sumar la Provisión Real que el rey Carlos IV dictó en 1807 y que permite conocer las relaciones entre el ayuntamiento de la villa y el convento, ya que se trata de una querella judicial a consecuencia de un problema de impuestos. El siguiente texto que se muestra es obra de Julián de Agadelo y Céspedes, que actuaba como Fiscal del Concejo e ilustra este conflicto:[2]

...y el Convento del Dulce Nombre de Jesús, de la Villa de Zebreros, se niega al pago de los diezmos procedentes del ganado lanar, con el pretexto de que es para su consumo y que, por la extinción de vales de 10 de febrero de 1801, pide al tribunal sea servido el referido ganado lanar y sus frutos en condición de diezmos

Entre las fuentes más recientes que hablan acerca del Convento, está la edición de 1974, "Temas Abulenses", en la que colaboraron varios autores. Dentro de este, existe un apartado realizado por Martiniano Casero titulado Apuntes sobre el ex convento "Dulce Nombre de Jesús" de Cebreros (1573-1834).[1]​ En este escrito se efectúa un repaso desde la creación del templo religioso hasta su cierre. Cabe destacar también la obra de José Manuel Espinosa Pérez en su libro titulado Cebreros, algo más que buen vino, escrito en el año 1999. En este dedica un espacio a esta abadía cebrereña, al igual que Martiniano desde su fundación hasta su clausura, aunque si que incrementa esa información ya que proporciona datos acerca de dónde fueron muchos de los elementos que componían el convento. Por último, el más novedoso es el libro de Historia de Cebreros escrito en 2017 por Josefina Mateos, que detalla la evolución del templo religioso en varios apartados del escrito, sobre todo mostrando textos de primera mano como las limosnas que recibían o las propias cuentas de la abadía.[1][2][3][5]

Fundación

El Bachiller Francisco Albornoz (Franciscus Albornotius, secularis sacerdos) nacido en Cebreros, fue el encargado en 1573 de fundar en las afueras de la localidad abulense, un convento llamado 'Dulce nombre de Jesús'. Su fecha de construcción viene documentada por la Reforma de San Pedro de Alcántara, donde el Padre Alcalá en su Crónica de la Provincia de San José escribió:[6][4]

... en el año 1573, aunque puede haber duda sobre su confimación, que en Zebreros fue fundado un convento de Franciscanos Descalzos que, cronológica y geográficamente, pertenecía a la Provincia de San José y era fruto de la Reforma Alcantarina o Descalcez

También aparece documentada, en el manuscrito 1173 de la Biblioteca Nacional. En este, aparecen reflejados tanto su fundador como la advocación a la que se dedica:

En el mismo año se fundó otro convento en la Villa de Cebreros, del Obispado de Ávila, siete leguas della y tres de Cadahalso, hízolo un devoto clérigo de aquel pueblo que se decía el Bachiller Albornoz, con tanta devoción y tan inmenso trabajo que lo más della hizo él por sus propias manos, está cerca de la Villa y dedícolo al nombre de Jesús

Historia

Desde su creación en 1573, el convento estaba preparado para albergar 12 frailes. Sin embargo, a lo largo de su historia acabó hospedando a más moradores que incluso no tenían la distinción de sacerdote. Así, en 1753, durante el reinado de Fernando VI, a Floridablanca se le encomendó la labor de efectuar un censo. En este, apareció reflejado que por esas fechas, este edificio religioso albergaba a 16 frailes. Para 1787, la cifra de profesos había disminuido a 10, sin embargo, era compensado por los ajenos. Contaba con 2 legos, que se encargaban de efectuar las labores manuales para dejar tiempo a los sacerdotes para sus labores contemplativas, a estos se sumó 1 donado, que era una persona que servía a una determinada orden aunque no hubiese se hubiese procesado para tal fin, y finalmente, 3 criados y 1 niño que completaban ese cupo habitacional que tenía el convento. Respecto a los eclesiásticos, su cifra aumentó en 3 sacerdotes en el año 1803. No obstante, alcanzó su mayor esplendor, en cuanto a número de personas, en 1807, cuando alcanzó los 18 moradores, a los que se sumarían otros huéspedes y transeúntes.[1]

A nivel nacional, ese año 1807, fue el comienzo de la penetración de las tropas de Napoleón Bonaparte en España tras la firma por parte de Manuel Godoy del Tratado de Fontainebleu. Esto supondría para el convento un duro golpe del que no se recuperaría. Ya que muchos frailes abandonaron los templos religiosos incluyéndose en frentes de guerrilleros con el objetivo de repeler a los franceses. Por esta razón, muchos conventos fueron cerrados y saqueados. En el caso del convento 'Dulce nombre de Jesús', los franciscanos decidieron cerrarle el 21 de enero de 1810. Durante la conocida como Guerra de Independencia Española, la abadía sufrió importantes percances, al igual que todos los materiales y elementos que dentro se albergaban, así lo cuentan los frailes José del Corral y Fray Antonio de Aranjuez «no pudimos ajuntar antes a causa de estar los libros y demás muebles terraplenados en una cueva». En este, se muestra como habían intentado salvar algunos elementos como libros o muebles en cuevas cercanas para evitar saqueos. También relata la situación fray Francisco de la Roda, en el ya mencionado libro de cuentas, lamentándose de lo ocurrido: «los daños que causaron los enemigos al convento». Tras la Guerra de Independencia y tras invertir más de 14.000 reales fueron capaces de reconstruir el convento:[2][5]

...nuestro hermano Guardián fray Francisco de la Roda pudo adquirir, a fuerza de trabajar y sudores, lo que a todos les hacia imposible. Reparado que fue, se reconcilió con la iglesia y para el día 1º de julio de 1814 nos reunimos en el convento el guardián fr. Francisco de la Roda, los predicadores fr. José del Corral, fr. Pedro Mariano de Madrid, fr. Fernando del Morral, fr. Laureano del Quintanar, fr. Francisco de Villaverde y fr. Manuel de la Torre, religioso lego. El 26 del mismo mes se tomó posesión del convento con todas sus pertenencias y se colocó el Santísimo Sacramento en esta Iglesia, habiendo subido desde la parroquia con una gran procesión acompañada de una excelente música e innumerable concurso que llenos de gozo no cesaban de derramar abundantes lagrimas. Celebró nuestro Hermano Guardián y predicó un excelente sermón análogo a las circustancias el hermano Predicador fr. Pedro Mariano de Madrid. Asistió el Cabildo y todo el ayuntamiento. Dios nos libre por su infinita misericordia de otra tribulación semejante

Con el convento reformado, en 1816 los frailes José Moreno Lillo y Pedro de Madrid firmaron un acuerdo con el Concejo de Cebreros para que se impartieran clases de gramática a los jóvenes del pueblo. Sin embargo, su situación no mejoró mucho, ya que el 25 de octubre de 1920 se promulgó una ley que generó un gran desorden. A nivel nacional, se había restaurado el trono a Fernando VII que había optado por el absolutismo, y en este 1920, el General Rafael de Riego se había pronunciado en Cabezas de San Juan, obligando al monarca a acatar entre otras medidas la Constitución de Cádiz (La Pepa), iniciándose de esta manera el periodo conocido como Trienio Liberal. Esto, para el convento supuso un duro golpe, ya que se decretó la supresión de varios conventos y la secularización de varios eclesiásticos. En Cebreros, el gran damnificado fue uno de los encargados de llevar a cabo esa restauración, Ángel de Salazar conocido como fray Ángel de Madrid. Con el paso de los años, la situación no mejoró para el convento. Así, en 1834 llegaron una serie de sequías, donde el guardián del convento fray Antonio de Revilla escribió:[5]

...habiendo escasez de agua para regar los campos, y estos tan áridos, que comenzaban a secarse, viéndose en tan extrema necesidad, los señores del cabildo, en unión de los señores de la justicia, determinaron poner en rogativa a la Madre de Dios, con el título de Nª Sra. de Valsordo y fue tan grande su intersección para con aquel Dios, que todo el tiempo de su novena cayó abundante lluvia y con ella se repararon los campos
Estructura actual de las ruinas del Convento 'El Dulce nombre de Jesús. De fondo se aprecia Cebreros, con su Iglesia Santiago Apóstol

De esta manera, se decidió cerrar el Convento de 'El Dulce nombre de Jesús' el 7 de octubre de 1834. Sin embargo, se mantuvo en funcionamiento hasta 1835, siendo la última anotación del Libro de Cuentas el 26 de agosto de 1835. Para esa fecha, solo quedaban 4 padres, 3 ordenados y 3 legos. Así, para el 20 de octubre de 1835 ya estaba suprimido en registros, tal y como marca la Comisión Principal de Arbitrios de Amortización de la Provincia de Ávila. En referencia a los bienes, comenzó a nivel nacional un proceso conocido como las desamortizaciones promovidas por Mendizábal. Los primeros elementos de la abadía que comenzaron a ser extraídos, fueron las huertas colindantes que salieron a subasta en 1836. Estas tierras fueron compradas por Gregorio de Contreras, por un total de 8.673 reales. No obstante, el resto del convento no fueron vendidos hasta 7 años después, en 1843, cuando Santiago López Montenegro pagó 40.500 reales por él. A pesar de todo esto, tal y como relata Pascual Madoz, para 1850 se seguía efectuando el culto público en ella.[1]

Con el paso de los años, se fue deteriorando y en 1933, cuando pasó a manos de Ramón Hernández, se terminó de escribir el final del convento. Hernández, vendió tanto las imágenes que se encontraban dentro como diferentes piedras que componían las estructuras de la abadía. Algunos ejemplos de esas compras, fueron dos pirámides efectuadas en granito que siguen luciendo en el Cine Capitol de Cebreros.[1][2][5]

Arquitectura

De acuerdo tanto con las sobrias normas que marcaba la Orden de los Franciscanos Descalzos como con las ruinas actuales, se estima que fue un edificio alejando de lo suntuoso. Atendiendo a su división, contaba con la iglesia, donde se procedería al culto como uno de los elementos principales. Aparte existían diversas celdas destinadas al descanso de los frailes. Todo esto giraría en torno a un patio interior donde habría más espacios como una librería, cocina, galería, cija, cuadra, huerto, fuente y estanque. De esta manera, su pavimento se extendía alrededor de unos 21.063 pies, que transformado a metros, serían 163 metros.[1][5]

Respecto a la zona de la Iglesia, que es la que se encuentra en mejores condiciones, estaba compuesta por dos arcos laterales de los altares, encontrándose uno frente al otro. A estos, se suma otro que se ubica en el centro, con un ábside. Algunas piezas de este convento, cuando cesó su actividad, fueron reutilizadas para las capillas laterales de la Iglesia Santiago Apóstol de Cebreros, que se ubica en la Plaza de España del municipio. Además, el capitel que adornaba la entrada de la fachada principal estaba compuesto por bolas sobre plintos de granito. Aparte de esta zona más religiosa, se puede apreciar el estanque que era utilizado por los frailes principalmente para regar las huertas. Hoy en día, las ruinas del convento siguen sin haber recibido la pertinente conservación ni tampoco ninguna prospección arqueológica.[7]

Frailes destacados

  • Fray Francisco de Cebreros. Nacido en Cebreros, se le concedió el apelativo de Siervo de Dios otorgado el 27 de noviembre de 1938 en Roma. Además, su vida aparece reflejada en una comedia anónima titulada El hermano Francisco de Alcalá. Su muerte se produjo el 21 de julio de 1592 y fue enterrado en el convento del Ángel en Alcalá de Henares.[2][5]
  • Fray Juan de Cebreros. Natural de Cebreros y ordenado sacerdote en la misma localidad, era muy valorado tanto personal como santidad, esto se demostró tras su muerte que tuvo lugar el 29 de septiembre de 1626. Durante su entierro en el convento de Alaejos (Valladolid), muchos despedazaron sus hábitos y las reliquias que portaban ya que consideraban que tenían poderes sanitarios. Hubo un caso, en el que un estudiante abulense, que había sido desahuciado por los médicos, acabó sanando porque tenía uno de esos pedazos de su túnica.[2][5]
  • Fray José Moreno de Lillo. Ordenado sacerdote en Villaviciosa de Odón (Madrid) en 1787, comenzó desarrollando la profesión eclesiástica en su localidad de origen hasta 1788 cuando se trasladó a Cebreros. En la localidad abulense, se convirtió en Guardián del convento del Dulce Nombre de Jesús. Se mantuvo en este hasta 1796 cuando se marchó a Fuensalida. Ocho años más tarde, comenzó a estudiar teología en el convento de Ocaña, y tras unos años que pasó por Yepes, en 1816 regresó a Cebreros, convirtiéndose de nuevo en Guardián de la abadía. Permaneció en la villa hasta 1819 cuando se marchó a Cienpozuelos. Tras 9 años en el municipio madrileño, se marchó como Guardián a Arenas de San Pedro.[2][5]
  • Fray Juan Sánchez. Natural del Herradón de Pinares (Ávila), con apenas 18 años se ordenó sacerdote el 30 de junio de 1826. En el convento de 'El Dulce nombre de Jesús' fue vestido con el hábito de lego y, el 26 de junio de 1829, se marchó a Fuensalida.[2][5]
  • Fray Alonso Aguado Caballero de San Francisco. Nacido en Consuegra (Toledo), fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1817, aunque al año siguiente, el 12 de noviembre de 1818, se vistió con el hábito de lego en Fuensalida. El 12 de noviembre de 1819 ya se encontraba en Cebreros puesto que será en dicha fecha cuando se alista para las Misiones de Filipinas. En Manila, la capital, llegó el 12 de octubre de 1819, donde permanecería hasta 1835, cuando regresó a España, tras años de misiones.[2][5]

Véase también

Referencias

  1. a b c d e f g h Casero, Martiniano (1974). «Apuntes sobre el ex convento "Dulce Nombre de Jesús" de Cebreros (1573-1835)». Temas abulenses. Ávila: Investigación Estudios Abulenses "Gran Duque de Alba". 
  2. a b c d e f g h i j k Espinosa Pérez, José Manuel (1999). Cebreros, algo más que buen vino. Cebreros: Institución 'Gran Duque de Alba'. ISBN 978-8489518568. 
  3. a b «Convento 'Dulce nombre de Jesús' - Nuestro Rincón de Cebreros». Archivado desde el original el 7 de marzo de 2020. Consultado el 15 de marzo de 2020. 
  4. a b ALCALÁ, Marcos de (1736). Chronica de la Santa Provincia de San Joseph: vida portentosa del penitente... San Pedro de Alcantara. Valladolid: Junta de Castilla y León. 
  5. a b c d e f g h i j Mateos Madrigal, Josefina (2017). Historia de Cebreros. Cebreros. ISBN 978-84-6974-312-6. 
  6. «Convento 'Dulce nombre de Jesús' - Ayuntamiento de Cebreros». 
  7. «Arquitectura del Convento 'Dulce nombre de Jesús' - PARES Ministerio de Educación, Cultura y Deporte». 

Enlaces externos