Convento del Dulce nombre de Jesús
El convento del Dulce Nombre de Jesús' son las ruinas de un antiguo convento franciscano situado en Cebreros, en la provincia de Ávila. Fue fundado por el Bachiller Francisco Albornoz en 1573, siendo el sexto templo religioso de la orden de los Franciscanos Descalzos en constituirse en la por entonces Santa Provincia de San José de Castilla. Permaneció en esta hasta 1594, cuando se puso bajo la invocación de San Pablo Apóstol.[1][2] Contexto geográficoEl convento se encuentra ubicado en una explanada que se sitúa en la zona noroeste de Cebreros. Su emplazamiento corresponde a las afueras del pueblo, al igual que en sus tiempos de fundación. Geográficamente es un alto, la falda del puerto de Arrebatacapas, donde se halla una planicie que es donde se encuentra el convento. Delante de donde se localiza la iglesia del propio convento, se ubica una de sus principales actividades económicas, las viñas, que eran de su posesión.[1] En la actualidad, se sitúa en el camino que parte de manera radial desde la Iglesia Vieja (actualmente Museo Adolfo Suárez y la Transición). Esta abadía del 'Dulce nombre de Jesús' es el que da nombre al propio camino, denominado Camino del Convento. De manera, hoy en día se encuentra paralelo al convento, el antiguo depósitos de aguas del pueblo.[3] Fuentes literarias y epigráficasPrimeramente, tenemos algunas fuentes primarias como la Crónica del Padre Alcalá o el manuscrito de la Biblioteca Nacional. En ambos aparecen reflejados datos acerca de su fundación y advocación. Aparte de estos, también se hallan en los Archivos de Santa Cruz de Pinares y de San Bartolomé de Pinares unos Libros de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, que son de fechas posteriores. En referencia a la actividad que tenía el convento, en el Archivo Histórico Nacional se conserva el libro de cuentas que mantenían, donde destacan las abundantes limosnas que procedían de San Bartolomé de Pinares, pueblo cercano a Cebreros. Cabe mencionar, además, la obra de fray Marcos de Alcalá titulada Chronica de la Santa Provincia de Joseph: vida portentosa del penitente San Pedro Alcántara. Esta escrito, se tratan todas las fundaciones en la Provincia de San José, aunque un apartado se dedica al convento ubicado en Cebreros:[2][4]
Durante el reinado de Carlos III, el convento aparecerá en una Real Carta fechada del 7 de noviembre de 1782. En esta, se reconoce un privilegio de excepción de pago de los derechos de vino a los conventos de Cebreros, Aranjuez y San Gil de Madrid. A todas estas fuentes, se puede sumar la Provisión Real que el rey Carlos IV dictó en 1807 y que permite conocer las relaciones entre el ayuntamiento de la villa y el convento, ya que se trata de una querella judicial a consecuencia de un problema de impuestos. El siguiente texto que se muestra es obra de Julián de Agadelo y Céspedes, que actuaba como Fiscal del Concejo e ilustra este conflicto:[2]
Entre las fuentes más recientes que hablan acerca del Convento, está la edición de 1974, "Temas Abulenses", en la que colaboraron varios autores. Dentro de este, existe un apartado realizado por Martiniano Casero titulado Apuntes sobre el ex convento "Dulce Nombre de Jesús" de Cebreros (1573-1834).[1] En este escrito se efectúa un repaso desde la creación del templo religioso hasta su cierre. Cabe destacar también la obra de José Manuel Espinosa Pérez en su libro titulado Cebreros, algo más que buen vino, escrito en el año 1999. En este dedica un espacio a esta abadía cebrereña, al igual que Martiniano desde su fundación hasta su clausura, aunque si que incrementa esa información ya que proporciona datos acerca de dónde fueron muchos de los elementos que componían el convento. Por último, el más novedoso es el libro de Historia de Cebreros escrito en 2017 por Josefina Mateos, que detalla la evolución del templo religioso en varios apartados del escrito, sobre todo mostrando textos de primera mano como las limosnas que recibían o las propias cuentas de la abadía.[1][2][3][5] FundaciónEl Bachiller Francisco Albornoz (Franciscus Albornotius, secularis sacerdos) nacido en Cebreros, fue el encargado en 1573 de fundar en las afueras de la localidad abulense, un convento llamado 'Dulce nombre de Jesús'. Su fecha de construcción viene documentada por la Reforma de San Pedro de Alcántara, donde el Padre Alcalá en su Crónica de la Provincia de San José escribió:[6][4]
También aparece documentada, en el manuscrito 1173 de la Biblioteca Nacional. En este, aparecen reflejados tanto su fundador como la advocación a la que se dedica:
HistoriaDesde su creación en 1573, el convento estaba preparado para albergar 12 frailes. Sin embargo, a lo largo de su historia acabó hospedando a más moradores que incluso no tenían la distinción de sacerdote. Así, en 1753, durante el reinado de Fernando VI, a Floridablanca se le encomendó la labor de efectuar un censo. En este, apareció reflejado que por esas fechas, este edificio religioso albergaba a 16 frailes. Para 1787, la cifra de profesos había disminuido a 10, sin embargo, era compensado por los ajenos. Contaba con 2 legos, que se encargaban de efectuar las labores manuales para dejar tiempo a los sacerdotes para sus labores contemplativas, a estos se sumó 1 donado, que era una persona que servía a una determinada orden aunque no hubiese se hubiese procesado para tal fin, y finalmente, 3 criados y 1 niño que completaban ese cupo habitacional que tenía el convento. Respecto a los eclesiásticos, su cifra aumentó en 3 sacerdotes en el año 1803. No obstante, alcanzó su mayor esplendor, en cuanto a número de personas, en 1807, cuando alcanzó los 18 moradores, a los que se sumarían otros huéspedes y transeúntes.[1] A nivel nacional, ese año 1807, fue el comienzo de la penetración de las tropas de Napoleón Bonaparte en España tras la firma por parte de Manuel Godoy del Tratado de Fontainebleu. Esto supondría para el convento un duro golpe del que no se recuperaría. Ya que muchos frailes abandonaron los templos religiosos incluyéndose en frentes de guerrilleros con el objetivo de repeler a los franceses. Por esta razón, muchos conventos fueron cerrados y saqueados. En el caso del convento 'Dulce nombre de Jesús', los franciscanos decidieron cerrarle el 21 de enero de 1810. Durante la conocida como Guerra de Independencia Española, la abadía sufrió importantes percances, al igual que todos los materiales y elementos que dentro se albergaban, así lo cuentan los frailes José del Corral y Fray Antonio de Aranjuez «no pudimos ajuntar antes a causa de estar los libros y demás muebles terraplenados en una cueva». En este, se muestra como habían intentado salvar algunos elementos como libros o muebles en cuevas cercanas para evitar saqueos. También relata la situación fray Francisco de la Roda, en el ya mencionado libro de cuentas, lamentándose de lo ocurrido: «los daños que causaron los enemigos al convento». Tras la Guerra de Independencia y tras invertir más de 14.000 reales fueron capaces de reconstruir el convento:[2][5]
Con el convento reformado, en 1816 los frailes José Moreno Lillo y Pedro de Madrid firmaron un acuerdo con el Concejo de Cebreros para que se impartieran clases de gramática a los jóvenes del pueblo. Sin embargo, su situación no mejoró mucho, ya que el 25 de octubre de 1920 se promulgó una ley que generó un gran desorden. A nivel nacional, se había restaurado el trono a Fernando VII que había optado por el absolutismo, y en este 1920, el General Rafael de Riego se había pronunciado en Cabezas de San Juan, obligando al monarca a acatar entre otras medidas la Constitución de Cádiz (La Pepa), iniciándose de esta manera el periodo conocido como Trienio Liberal. Esto, para el convento supuso un duro golpe, ya que se decretó la supresión de varios conventos y la secularización de varios eclesiásticos. En Cebreros, el gran damnificado fue uno de los encargados de llevar a cabo esa restauración, Ángel de Salazar conocido como fray Ángel de Madrid. Con el paso de los años, la situación no mejoró para el convento. Así, en 1834 llegaron una serie de sequías, donde el guardián del convento fray Antonio de Revilla escribió:[5]
De esta manera, se decidió cerrar el Convento de 'El Dulce nombre de Jesús' el 7 de octubre de 1834. Sin embargo, se mantuvo en funcionamiento hasta 1835, siendo la última anotación del Libro de Cuentas el 26 de agosto de 1835. Para esa fecha, solo quedaban 4 padres, 3 ordenados y 3 legos. Así, para el 20 de octubre de 1835 ya estaba suprimido en registros, tal y como marca la Comisión Principal de Arbitrios de Amortización de la Provincia de Ávila. En referencia a los bienes, comenzó a nivel nacional un proceso conocido como las desamortizaciones promovidas por Mendizábal. Los primeros elementos de la abadía que comenzaron a ser extraídos, fueron las huertas colindantes que salieron a subasta en 1836. Estas tierras fueron compradas por Gregorio de Contreras, por un total de 8.673 reales. No obstante, el resto del convento no fueron vendidos hasta 7 años después, en 1843, cuando Santiago López Montenegro pagó 40.500 reales por él. A pesar de todo esto, tal y como relata Pascual Madoz, para 1850 se seguía efectuando el culto público en ella.[1] Con el paso de los años, se fue deteriorando y en 1933, cuando pasó a manos de Ramón Hernández, se terminó de escribir el final del convento. Hernández, vendió tanto las imágenes que se encontraban dentro como diferentes piedras que componían las estructuras de la abadía. Algunos ejemplos de esas compras, fueron dos pirámides efectuadas en granito que siguen luciendo en el Cine Capitol de Cebreros.[1][2][5] ArquitecturaDe acuerdo tanto con las sobrias normas que marcaba la Orden de los Franciscanos Descalzos como con las ruinas actuales, se estima que fue un edificio alejando de lo suntuoso. Atendiendo a su división, contaba con la iglesia, donde se procedería al culto como uno de los elementos principales. Aparte existían diversas celdas destinadas al descanso de los frailes. Todo esto giraría en torno a un patio interior donde habría más espacios como una librería, cocina, galería, cija, cuadra, huerto, fuente y estanque. De esta manera, su pavimento se extendía alrededor de unos 21.063 pies, que transformado a metros, serían 163 metros.[1][5] Respecto a la zona de la Iglesia, que es la que se encuentra en mejores condiciones, estaba compuesta por dos arcos laterales de los altares, encontrándose uno frente al otro. A estos, se suma otro que se ubica en el centro, con un ábside. Algunas piezas de este convento, cuando cesó su actividad, fueron reutilizadas para las capillas laterales de la Iglesia Santiago Apóstol de Cebreros, que se ubica en la Plaza de España del municipio. Además, el capitel que adornaba la entrada de la fachada principal estaba compuesto por bolas sobre plintos de granito. Aparte de esta zona más religiosa, se puede apreciar el estanque que era utilizado por los frailes principalmente para regar las huertas. Hoy en día, las ruinas del convento siguen sin haber recibido la pertinente conservación ni tampoco ninguna prospección arqueológica.[7] Frailes destacados
Véase tambiénReferencias
Enlaces externos
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