Conducto de Müller
Los conductos paramesonéfricos o conductos de Müller son conductos pares del embrión que descienden a los laterales de la cresta urogenital y finalizan en la eminencia mülleriana en un primitivo seno urogenital. En las mujeres, se desarrollan para formar las trompas uterinas, útero, cérvix, y en los dos tercios superiores de la vagina;[1] en el hombre, desaparece. Estos conductos están formados de tejido procedente del mesodermo.[2] DesarrolloEl sistema reproductivo femenino está compuesto de dos segmentos embriológicos: el seno urogenital y los conductos de Müller. Los dos se unen para formar el tubérculo de Müller.[3] Los conductos paramesonéfricos están presentes en los embriones de ambos sexos.[4] Solo en las mujeres se desarrollan en órganos reproductivos. En los hombres, degeneran, ya que los conductos de Wolff o mesonéfricos se convierten en los órganos reproductivos masculinos. Al degenerar, los conductos de Müller dejan un fondo de saco que se abre a la porción prostática de la uretra, el utrículo prostático, y un apéndice unido al testículo, el apéndice del testículo.[5] Las diferencias sexuales en las contribuciones de los conductos de Müller a los órganos reproductivos está basado en la presencia y concentración de la hormona antimülleriana. Regulación del desarrolloEl desarrollo de los conductos de Müller está controlado por la presencia o ausencia de la hormona antimulleriana o AMH (también conocida como factor inhibitorio mülleriano o MIF, o por hormona inhibitoria mülleriana o MIH, por sus siglas en inglés).[6]
EpónimoReciben el nombre de Johannes Peter Müller, un fisiólogo que los describió en el texto "Bildungsgeschichte der Genitalien" en 1830. Imágenes adicionales
Véase tambiénReferencias
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