Colectivo Madres Buscadoras de Sonora
El Colectivo Madres Buscadoras de Sonora es una organización sin fines de lucro, que se dedica a la búsqueda de personas desaparecidas por el estado de Sonora, y ocasionalmente en otros estados.[1] Formado principalmente por madres con hijos desaparecidos con el fin de recuperar aunque sea los restos de sus familiares, se han articulado para emprender la búsqueda de sus hijos de manera conjunta, tejiendo redes de solidaridad y resistiendo desde lo común a los embates de un sistema predatorio y generador de muerte. Los colectivos de mujeres en Sonora surgen en 2019 en un escenario de violencia creciente, donde los asesinatos, feminicidios y desaparición de personas se multiplican. HistoriaEl colectivo se creó tras la desaparición de los 3 hijos de Ceci Patricia Flores Armenta, uno desaparecido en 2015 y los otros 2 en 2019, debido a que las autoridades de su zona le dieron poca relevancia a su caso, se vio en la necesidad de crear el colectivo Madres Buscadoras de Sonora.[2] El 2 de diciembre del 2018, Jesús Ramón Martínez Delgado, hijo de Cecilia Delgado, fue secuestrado en Hermosillo, Sonora. Un año después, el 4 de mayo del 2019, Marco Antonio Saucedo Rocha, hijo de Ceci Patricia Flores Armenta desapareció en la misma ciudad. A raíz de este hecho, en 2019 Flores Armenta fundó el Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, que actualmente reúne a alrededor de 700 mujeres en distintas localidades de Sonora como: Hermosillo, Nogales, Caborca, Magdalena, Guaymas, Cajeme y Huatabampo. A principios de 2019 se conforma en Guaymas el primer colectivo de mujeres buscadoras en Sonora. Se autonombran Guerreras buscadoras y desde sus primeros rastreos en campo encuentran múltiples fosas y cuerpos en distintas localidades. Tras varios meses de intenso trabajo sobre el terreno y el hallazgo de fosas conteniendo un número indeterminado de cuerpos, Guerreras buscadoras detiene súbitamente su actividad, denunciando algunas de sus integrantes la intromisión del gobierno del estado para detener la búsqueda. Las primeras búsquedas de los colectivos comenzaron de manera informal, sin seguir un procedimiento o metodología, incluso de manera individual. Pronto las buscadoras fueron capacitadas por rastreadoras de Sinaloa y Tamaulipas, y posteriormente aquellas capacitaron a su vez a otras mujeres. Desde las primeras expediciones en campo encontraron cuerpos, restos de huesos calcinados, pedazos de vestimenta de mujeres y hombres. En mayo de 2019 se crea Madres buscadoras de Sonora, y algunos meses después Buscadoras por la paz. En 2020, Guerreras buscadoras, con nuevas integrantes, renueva sus búsquedas y amplía la conformación de grupos locales. Con la creación de estos grupos se organiza y extiende la búsqueda a varios municipios. Las mujeres se aglutinan y capacitan unas a otras para emprender un arduo, incierto y peligroso trabajo de rastreo en los campos, montes y desiertos que colindan o rodean distintas localidades, sorteando amenazas, indiferencia y desprecio tanto de organizaciones criminales como de órganos de seguridad pública y de procuración de justicia. Algunas mujeres comenzaron la búsqueda solas, como lo hicieron Cecilia Patricia Flores, de Madres buscadoras, y Cecilia Delgado, de Buscadoras por la paz. ContextoEn México, las problemáticas de desaparición forzada y el hallazgo de fosas clandestinas no son un fenómeno reciente, sino que refieren a un proceso de larga data. Según el informe oficial de la Secretaría de Gobernación Búsqueda e identificación de personas desaparecidas de 2021 hay más de 90 mil personas desaparecidas en nuestro país. Los municipios que concentran el mayor número de cuerpos encontrados en fosas clandestinas se ubican en Jalisco, Colima, Sinaloa, Guanajuato y Sonora. Las mujeres representan 24.70% de personas desaparecidas; pero si se consideran a las personas menores de 18 años, las niñas y mujeres adolescentes representan 55.30% de las desaparecidas, la mayoría entre 10 y 17 años. En el período histórico de la guerra contra el narcotráfico impulsada en el 2006 por el entonces presidente Felipe Calderón. La estrategia de combate, también conocida como guerra del narco, desplegó fuerzas militares en aras de arremeter contra las redes de narcotraficantes y el crimen organizado. No obstante, supuso una maniobra fallida que generó una importante contienda entre ambos actores. Durante esta etapa se agudizó la violencia, aumentaron las desapariciones forzadas y las violaciones de derechos humanos. La violencia no disminuyó con la asunción de la presidencia de Enrique Peña Nieto en el 2012. Por el contrario, durante su gobierno se dio continuidad a la estrategia militar, por lo que las cifras de desaparecidos aumentaron de forma desmesurada. La negligencia de las autoridades, las irregularidades en las investigaciones, así como la implicación de servidores públicos, puso en evidencia la negativa del Estado para garantizar la búsqueda de personas desaparecidas así como la creciente impunidad que impera en el país. De acuerdo con el informe Nacional de Fosas Clandestinas y en el Registro Nacional de Personas desaparecidas o no localizadas (2020) del 2006 al 2009 fueron encontradas 3.631 fosas clandestinas en México, de las cuales 219 fueron halladas en Sonora. En 2020, en plena pandemia y ante los múltiples hallazgos de fosas clandestinas, sitios de incineración de cuerpos y casas de seguridad, los colectivos crecieron y se multiplicaron hasta conformar hoy 11 grupos en todo el estado. Estas mujeres, principalmente madres de hijos e hijas desaparecidas, son las que realizan la búsqueda en campo de cuerpos y restos humanos, así como la identificación de aquellos enterrados en fosas comunes. También amplían su trabajo con personas en situación de calle que deseen reencontrarse con sus familiares. Protocolo de búsquedaLas integrantes del colectivo recorren el estado de Sonora en busca de restos humanos que les permitan identificar a sus hijos desaparecidos guiándose a través de los informes emitidos por el gobierno. Los tres primeros días son dedicados a la exploración y los cuatro siguientes se destinan a la búsqueda activa. Cuando se encuentra una fosa clandestina, cuerpo u osamenta el colectivo anuncia que se trata de una búsqueda positiva. Existen dos protocolos de acción llevados a cabo por el colectivo: la búsqueda en vida y la búsqueda de cuerpos. La primera se refiere al proceso de identificación de una persona en situación de calle que presenta alguna de las características de una persona desaparecida. Se comparte en redes sociales la fotografía de la persona en cuestión y se procede a buscar a su familia. En la segunda, el colectivo acude directamente a los montes, observando cualquier anomalía en la tierra, hundimientos en el terreno, tierra removida, etc. Si la búsqueda es positiva se determina el tipo de ropa que tienen los cuerpos, se busca si tiene alguna identificación oficial y se contacta a las autoridades correspondientes. Situaciones de inseguridadLas amenazas a las integrantes de los colectivos son constantes, tanto por medio de llamadas telefónicas como en sus páginas de Facebook, y de manera ocasional en el propio terreno de búsqueda, como lo relató en entrevista la líder de Madres buscadoras, Ceci Patricia Flores. Este acoso constante que reciben, que no se limita al que profieren los grupos criminales, tuvo su desenlace dramático con el asesinato de Gladys Aranza Ramos Gurrola, el 15 de julio de 2021, integrante de Madres buscadoras de Guaymas.[3] Sucesos relevantes
Referencias
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