El campo de concentración de Orduña fue un campo de concentraciónfranquista que funcionó desde julio de 1937 hasta septiembre de 1939, durante la Guerra Civil Española . Aunque inicialmente reunió a los soldados del Ejército Vasco que habían sido hechos prisioneros, posteriormente también reunió a soldados de otros frentes españoles.
Funcionamiento
Oficialmente, el campo tenía capacidad para albergar a 5.000 presos, pero según Joseba Egiguren llegó a los 50.000 presos.[1] Según el Gobierno Vasco, utilizando datos oficiales, en este campo estuvieron 3.981 personas, de las cuales 2.035 eran extremeñas.[2] Se alojó en pleno centro de la ciudad, en el antiguo colegio jesuita llamado Nuestra Señora de la Antigua . [3] [4]
Los presos sufrieron torturas y trabajos forzados, entre ellos la construcción de carreteras, así como la rehabilitación del monumento a la Virgen de la Antigua, situado en la misma localidad.[5] El objetivo de la zona no era la matanza de presos, sino alejarlos de los frentes y clasificarlos y castigarlos en función de supuestos delitos.[6]
Existen dudas sobre el número de presos que murieron en Orduña. Oficialmente, 24 murieron en el campo de concentración y 201 en prisión.[7] 125 de ellos eran de la provincia de Badajoz, Mérida, La Serena o Don Benito.[2] Tras su cierre, se construyó la prisión de Orduña para albergar a los represaliados por el franquismo.
Búsqueda e identificación de los cadáveres
En 2013, personal científico de Aranzadi iniciaron la búsqueda de cadáveres en el cementerio de Orduña.[8] [9] [10] [11] [12] [13] Durante la excavación dirigida por Lourdes Herrasti se encontraron 71 cadáveres y 8 de ellos fueron identificados (diciembre 2023):[14]
En 2012, el Municipio de Orduña condenó lo sucedido, pidió disculpas por haberse lucrado a costa de los cautivos y se comprometió a rehabilitar su memoria y difundir este terrible y desconocido suceso en nuestra historia.[3]
En 2022 se inauguró un columbario, con capacidad para recibir los cuerpos de 60 personas.[15] [16] También instalaron una escultura de Iñigo Arregi.[14]
En 2023, una delegación del Instituto Gogora y del Gobierno Vasco realizó un viaje a Castuera con la intención de realizar pruebas de ADN a familiares de presos.[6][17]