Barbalimpia
Barbalimpia es una localidad española, pedanía del municipio de Villar de Olalla, perteneciente a la provincia de Cuenca, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. ToponimiaUna de las peculiaridades de este pueblo es su topónimo: Barbalimpia. Pero es el arcaísmo de su nombre lo que nos indica la antigüedad de este pueblo. Hay muchas teorías sobre el origen de este nombre:
GeografíaLa localidad se encuentra a unos 22 km de Cuenca, a una altitud de 983 m sobre el nivel del mar. Está situada en la sierra media, tiene el honor de figurar en la conocida como Hitación de Wamba (Líber Itacíi), mencionándosele en los límites de la división episcopal de las diócesis de Valeria y Ercávica, lo que significa que ya existía en época visigoda. Las poblaciones más cercanas son Hortizuela, que está a tan sólo 4 km, Villarejo Seco (4,3 km) y Fresneda de Altarejos (5,7 km). En el siglo XIX se comenta cómo el término está «poblado en la mayor parte de romeros, enebros, sabinas y aliagas».[1] En el año 2014, contaba con 12 habitantes según los datos oficiales del INE. El gentilicio de sus habitantes es ‘zorzaleros’, curioso porque no deriva del topónimo del pueblo. Este gentilicio puede venir por la práctica antigua de ese tipo de caza (zorzal) o, si se atiende al significado de la RAE, por ser especialmente astutos y sagaces. HistoriaBarbalimpia ya existía en la época visigoda. Fue un pueblo dedicado a sus labores, sin enfrentamientos con la Corona a la que pagaba correctamente sus impuestos. La Iglesia, dueña de gran parte de las tierras de esta comarca llamadas de la Obispalía, siempre actuó adecuadamente con este lugar a pesar de que no le pertenecía y la prueba de ello es que aquí apenas hubo procesos en los que la Santa Inquisición o el Tribunal del Santo Oficio actuase, pues sólo se recuerda uno. Se sabe que, en el siglo XVI, hubo un francés perseguido por luteranismo en la provincia de Cuenca de nombre Beltrán de Grimaldo, apodado “el bandolero”, que se dedicó a la arriería, comerciando con frutos secos, comprando nueces y aceite. Aprovechaba su trabajo para extender el luteranismo y ello le llevó a contactar con un tal Mateo de Nuebeda y María Sayos, vecinos del Seco. Sus constantes visitas a estos dos personajes le determinó la conveniencia de establecer su refugio en Barbalimpia, en casa de Pedro García, apodado el Viejo, considerando que esta persona podría ser afín a sus propósitos. Este sería el motivo por el que la Inquisición llevaría al tal Pedro y a su mujer Leonor, naturales de aquí, a la cárcel, siendo procesados y penitenciados en el año 1568. Celebrado el Auto de Fe en la Plaza Mayor de Cuenca, Pedro fue conducido a galeras como castigo mientras que su esposa fue enclaustrada en el Convento de las Angélicas de Cuenca. Barbalimpia contaba en el siglo XVI con 60 vecinos, unos doscientos habitantes, dedicados por entero a la agricultura: trigo, cebada, centeno, avenas, garbanzos, guijas, judías, vino y frutas. Tenía unos veinte vecinos que poseían algunas cabezas de ganado lanar y cabrío y había unas sesenta casas de buena construcción y cerca de quince tinadas de ganado distribuidas por todo su término con algunos abrevaderos para su sustento. En el siglo XIX, se lleva a cabo la desamortización del gobierno de Madoz y en Barbalimpia, son cinco los lotes propiedad de la Iglesia y del municipio que se ponen a la venta, destacando estos cinco vecinos: Ramón García, Juan Gil Muñoz, Juan Olivares, Ramón Olivares y Manuel Portero como nuevos propietarios de este nuevo término. En este periodo Barbilimpia, cuenta con ochenta casas de media construcción, una iglesia dedicada a la Asunción, un ayuntamiento de sólida estructura, un pósito, un horno de pan de cocer, albergando unos 72 vecinos, es decir, unos 286 habitantes.[1] El lugar aparece descrito en el tercer volumen del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz de la siguiente manera:
El municipio de Barbalimpia desapareció a comienzos de la década de 1970, al ser incorporado al término municipal de Villar de Olalla.[2] Demografía
PatrimonioSus monumentos más conocidos son la iglesia románica, la fuente romana, la fuente vieja y el antiguo horno.
Fiestas y costumbresEl tercer fin de semana de agosto, el pueblo celebra sus fiesta grande: las fiestas patronales en honor a san Esteban. Aunque este santo tiene su onomástica el 26 de diciembre, se decidió celebrarlo en agosto para así poder reunir a antiguos vecinos y familiares de estos. Por ello, el pueblo crece en número de habitantes de una manera asombrosa durante este mes, llegando perfectamente a las 200 personas durante los tres días de fiestas. Es de destacar el reparto de "la Caridad" que se realiza tras la procesión, el día de la fiesta grande y que consiste en abastecer de rollo y zurra a todos los asistentes. Se ha recuperado la tradición de cantar Los Mayos, pues existen todavía algunas personas del lugar que recuerdan las letras y melodías autóctonas. Esta celebración se realiza el 30 de abril y se ha convertido en otro motivo de fiesta y celebración para todos los zorzaleros. Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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