Luego de que Esteban I se convirtiera en el primer rey de Hungría y recibiera el bautismo como católico circa 1000, unificó a las tribus húngaras y derrotó a Gyula, por lo que el catolicismo fue adoptado en Transilvania. La diócesis de Transilvania (también llamada diócesis de Ardeal) fue erigida en 1009 por el rey Esteban I. Su primera catedral fue erigida en el siglo XI en tiempos del rey Ladislao I de Hungría.
Después de la derrota del Reino de Hungría en la Batalla de Mohács el 9 de agosto de 1526 y la ocupación otomana de Buda en 1541, el Principado de Transilvania fue establecido en 1543 como vasallo del Imperio otomano. Durante la Reforma protestante en Transilvania las propiedades de los monasterios y parroquias, incluida la abadía de Cluj-Napoca, fueron nacionalizados por el parlamento en 1556. Los príncipes de Transilvania, calvinistas, designaron regentes de la diócesis, que no fueron confirmados por la Santa Sede, por lo que excepto en breves períodos, el cargo episcopal estuvo vacante durante 160 años. En 1566 la catedral fue convertida en iglesia calvinista y los sacerdotes católicos fueron prohibidos en Transilvania. Los jesuitas llegaron en 1579, pero fueron expulsados en 1588, aunque muchos se quedaron en forma clandestina.
Con el advenimiento de los Habsburgo en 1690 se restauró la diócesis de Transilvania con sede en Alba Iulia. En 1716 los bienes episcopales fueron devueltos a la diócesis.
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Trianón disolvió al Imperio austrohúngaro el 4 de junio de 1920, y la diócesis pasó a ser parte de Rumania, en donde a la Iglesia católica se le otorgó el estatus de tolerada. Entre 1919 y 1922 perdió el 85% de sus bienes territoriales.[1]
El 5 de junio de 1930, tras el concordato entre la Santa Sede y el Gobierno rumano, con la bula Solemni Conventione del papa Pío XI, la diócesis fue sustraída de la jurisdicción metropolitana de los arzobispos de Kalocsa y Bács, de la que hasta entonces había dependido, y se convirtió en sufragánea de la arquidiócesis de Bucarest.[2]
Durante la Segunda Guerra Mundial el Segundo arbitraje de Viena firmado el 30 de agosto de 1940 adjudicó a Hungría la parte norte de la diócesis (incluyendo Oradea y Cluj-Napoca). El sermón pronunciado el 18 de mayo de 1944 por el obispo Áron Márton en la iglesia de San Miguel en Cluj, en el que se levantó contra la concentración en capos de trabajo y exterminio de los judíos de Transilvania, provocó su expulsión del territorio de la Hungría fascista. La parte húngara de la diócesis fue gobernada por un gobernador episcopal, mientras que el obispo Márton permaneció en la parte rumana. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1944 la Transilvania septentrional fue de nuevo reunida con Rumania y la diócesis se volvió a unificar.
En 1947 el rey de Rumania abdicó y el país se transformó en una república comunista. Durante el período comunista la diócesis pasó por muchos juicios, incluida la confiscación de todos los bienes. Las instituciones educativas fueron nacionalizadas en 1948, y al año siguiente se disolvieron las órdenes monásticas y se abolieron las imprentas, editoriales y revistas de la Iglesia. El intento del Gobierno de nacionalizar la diócesis, independizándola de la Santa Sede, fue rechazado por el obispo Áron Márton, por lo que el Gobierno comunista ilegalizó a la Iglesia católica y encarceló a Márton el 21 de junio de 1949 y luego a 130 de sus sacerdotes. Márton fue liberado en 1955, pero tras intentar ponerse en contacto con su diócesis fue puesto bajo arresto domiciliario hasta 1967 cuando fue liberado tras negociaciones de la Santa Sede.
Después de la revolución rumana de 1989, la vida religiosa se volvió más libre para los católica en Rumania.
El 5 de agosto de 1991 fue elevada al rango de arquidiócesis no metropolitana con la bula Quod satis del papa Juan Pablo II e inmediatamente sometida a la Santa Sede.[4]
La cause fara la canonización del obispo Áron Márton fue abierta el 17 de noviembre de 1992 por el papa Juan Pablo II, siendo titulado como siervo de Dios.