Los Aleramici (anteriormente citados como Aleramidi) fueron una importante dinastía nobiliaria y reinante del norte de Italia, aunque de origen borgoñón, cuyas diferentes ramas dominaron conjuntamente el marquesado de la Liguria Central (o marca Alerámica) tras su concesión por el emperador Otón I el Grande en el siglo X, además de reinar sobre el Reino de Jerusalén y el Reino de Tesalónica durante los siglos XII y XIII. A la par de su dominio territorial, establecieron importantes alianzas con el Sacro Imperio Romano y el Imperio Romano de Oriente, donde consolidaron su mayor influencia tras su histórico liderazgo en las cruzadas. Su decadencia comenzó en el siglo XIII con la pérdida de sus feudos imperiales ante las comunas de la Liga Lombarda y la extinción de su célebre rama segundogénita del Monferrato en el siglo XIV tras la muerte de la emperatriz Irene. Su rama primogénita de Savona mantuvo el dominio de los estados de Saluzzo y Finale hasta el siglo XVI.
Historia
Los Aleramici tomaron su nombre del conde franco Aleramo, primer marqués de la Liguria Central por diploma del emperador Otón I el Grande en el año 966, tras la concesión de los territorios entre el río Po y el puerto de Savona recibidos del rey italiano Hugo de Provenza en el año 933. El marqués Aleramo fue hijo del conde franco Guillermo, conde palatino de origen borgoñón transferido a Italia junto al emperador Guido de Spoleto. En el año 961, Aleramo contrajo matrimonio con la princesa Gerberga de Italia, hija del rey Berengario II, tras haber enviudado de su primera esposa, de nombre desconocido.[1]
La connotada descendencia de los Aleramici se dividió en los llamados marqueses de Savona y marqueses del Monferrato, a su vez subdivididos en numerosas ramas descendentes de acuerdo a la tradición sálica de su linaje. A pesar ser la descendencia segundogénita, fue la rama del Monferrato la que alcanzó mayores cuotas de poder durante la Edad Media, especialmente tras su destacado liderazgo en las cruzadas, inaugurado por el marqués Guillermo V del Monferrato, cabeza de la Segunda Cruzada (nombramiento otorgado conjuntamente por sus cuñados, el emperador Conrado III y el rey de Francia Luis VI, así como por su tío el papa Calixto II).
En 1305 murió Juan I de Montferrato, último marqués del Montferrato perteneciente al linaje alerámico, pasando dicho territorio a los descendientes de su hermana, la emperatriz Irene del Monferrato y el emperador Andrónico II Paleólogo. No obstante, la descendencia primogénita de los alerámicos pervivió mediante las diversas líneas dinásticas ostentadoras de las fracciones sálicas de la marca alerámica: los marqueses de Savona, de Finale, de Saluzzo, de Busca, de Ceva, de Clavesana, de Incisa, de Sezze, del Bosco, de Ponzone, de Varazze, de Albissola, de Ussecio y de Pareto. En el siglo XIII, los jefes de gran parte de dichas ramas se aliaron al primogénito del linaje, el marqués Enrique de Savona, para detener la expansión de la República de Génova en la bahía de Liguria, conformando la Comuna de Savona, cediéndole a la misma sus dominios. Sin embargo, en 1251 la comuna gibelina de Savona fue conquistada por Génova, pasando muchos de ellos a la sujeción a dicho estado. Tan solo los marqueses de Finale y de Saluzzo consiguieron mantener el dominio autónomo de sus territorios hasta el siglo XVI, cuando fueron absorbidos por los reyes de España y de Francia respectivamente.
Ambas ramas de la descendencia alerámica (de Savona y Monferrato) ejercieron un importante mecenazgo cultural y literario que favoreció la producción de poesía trovadoresca en sus numerosas cortes. En las célebres cortes de Monferrato, de Saluzzo y de Finale surgieron nombres célebres de la trova medieval como Raimbaut de Vaqueiras, Bernart de Ventadorn, Bertran de Born y Gaucelm Faidit, entre otros. La liberalidad de los marqueses alerámicos les supuso un gran reconocimiento en el ambiente literario europeo, recibiendo elogios de Dante Alighieri en el Convivio y, en tiempos más recientes, de Giosuè Carducci.[2] A finales del siglo XIV, Tomás III de Saluzzo, miembro de una de las ramas importantes de los Aleramici, escribió en francés una de las obras más importantes de la caballería medieval: Le Chevalier Errant (El Caballero Errante). Asimismo, los frescos del Castillo della Manta, comisionados por Valeriano de Saluzzo, figuran entre las primeras obras del manierismo surgido entre el arte medieval y renacentista en el norte de Italia.
Las dos grandes ramas del linaje alerámico y sus respectivas subdivisiones
De acuerdo a su tradición franco-sálica, los Aleramici no siguieron la regla del mayorazgo, y para mitigar el debilitamiento de la dinastía debido a la escisión de los bienes feudales, los administraron a modo de consorcio. Los dominios de Aleramo siguieron siendo propiedad parcialmente indivisa entre los descendientes de sus dos hijos Otón y Anselmo durante casi un siglo, como lo demuestran los acuerdos que Savona continuó renovando con todas las ramas de la familia hasta 1085.
A finales del siglo XI, aproximadamente un siglo después de la muerte de Aleramo, las ramas principales del linaje de Aleramo eran:
Los marqueses de Montferrato, descendientes de Otón I del Monferrato. Sus bienes patrimoniales se concentraron al norte del río Tanaro, aunque en los siglos siguientes conquistaron muchos territorios en el sur del Piamonte que habían pertenecido a otras familias alerámicas. Rainiero I de Montferrato fundó en 1126, junto a otros miembros de la familia, el monasterio cisterciense de Santa María di Lucedio cerca de Trino, que fue el principal lugar de culto y enterramiento de estos marqueses. Un nieto de este marqués, también llamado Rainiero, contrajo matrimonio con la hija de Manuel I Comneno, emperador de Oriente y se convirtió en rey de Tesalónica. En 1305, murió el último marqués de Montferrato de la familia Aleramici y el marquesado pasa por vía materna a la familia imperial de Bizancio, los Paleólogo, quienes se mantuvieron en el poder hasta 1533. Posteriormente, el marquesado pasa también por vía materna pasa a los Gonzaga, con quienes se convierte en Ducado, hasta Fernando Carlos I Gonzaga, muerto a principios del siglo XVIII, cuando Monferrato fue anexionado por la Casa de Saboya.
Los marqueses de Savona o del Vasto, descendientes de Anselmo I de Savona. Habían heredado los territorios alerámicos entre Asti (o más bien Loreto) y Savona y habían sumado buena parte de los bienes arduínicos entre Saluzzo y Albenga.
En el siglo XII, la enorme extensión de territorio que gobernaba Bonifacio de Savona o del Vasto (hijo de Otón III de Savona y Berta de Torino), correspondiente en su mayor parte con la actual provincia de Cuneo, fue dividido entre sus hijos. Fueron siete los hijos del marqués que heredaron, habidos todos con su esposa Agnes de Vermandois, hija del príncipe Hugo I de Vermandois:
Anselmo IV, del que nacieron los marqueses de Ceva y de Clavesana. Sus territorios y ciudades pasaron en su mayor parte a manos de los Saboya entre los siglos XIII y XIV.
Además, tuvo un hijo ilegítimo, Bonifacio d’Incisa, que fue desheredado por desobediencia, y del cual descienden los marqueses de Incisa.
Los marqueses del Bosco, descendientes de Hugo II de Savona (hermano de Otón III), hijo de Anselmo II de Savona y de Adelasia d'Este. Sus bienes patrimoniales se ubicaron entre Alessandria y Varazze. En el siglo XII su vasto territorio fue dividido entre sus hijos:
Aleramo II, de quien descienden los marqueses de Ponzone
Güelfo, de quien vinieron los marqueses de Albissola
En el siglo XIII sus diversas ramas se concentraron en la corte de Varazze, desde la que gobernaron sus coseñoríos costeros hasta su anexión a la República de Génova.
Teodoro I, marqués de Montferrato (1338–1372) y príncipe bizantino Montferrato pasaría a ser gobernada por la Dinastía de los Paleólogo y más tarde por la familia Gonzaga
Anselmo I fundador de los Aleramici – de Savona y del Vasto
Anselmo II de Savona y del Vasto, casado con Adelaida d'Este, hija de Alberto Azzo I de Milán
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