Se llama alcarraza a diferentes piezas de cacharrería cerámica tradicional relacionadas con la alfarería de agua. En términos generales se trata de una vasija fabricada con arcilla porosa y poco cocida, usada para conservar el agua fresca siguiendo uno de los más primitivos ingenios de destilación y evaporación.[nota 1]
Etimología y origen
Linguísticamente, alcarraza es voz que proviene del árabe hispánico «alkarráza», a su vez del árabe clásico «kur[r]āz», y este del persa «korāz» ("buche", por supuesta alusión a su forma esferoide).
Históricamente, se ha documentado el uso de recipientes con morfología y propiedades similares en el Antiguo Egipto, introduciéndose en Europa con la expansión musulmana a partir del año 700.[nota 2]
Vasija precolombina antropomorfa similar a un botijo, posteriormente denominada alcarraza. LACMA.
El aguador de Sevilla (hacia 1620) de Velázquez. A la izquierda, con una taza a modo de tapa: una alcarraza o "talla de blanco Triana".
Hacia 1660, también Murillo pintó a Rufina, hermana de Justa, mártires patronas de la alfarería sevillana, sosteniendo dos "tallas trianeras". Museo Meadows de Dallas.
En América responden al nombre de alcarraza recipientes de muy diferente raíz. Así, conviene diferenciar las alcarrazas precolombinas, vasijas aguadoras o ceremoniales que perdieron su nombre original en favor del término colonizador, de muy diferente y rica morfología, de la alcarraza española o de porte español, de la que es fácil encontrar ejemplares y referencias en Cuba y otras islas de cultura hispana. Por el contrario, existen recipientes en parte de Mesoamérica que heredan las formas y las tradiciones de la talla canaria, de probable origen africano.[1]
Ya desaparecida, la "albarrada" era un modelo de botijo con dos asas. El DRAE lo define como jarro.[2] En Aragón, el rallo o botijo-rallo podría también ser considerado como un tipo de alcarraza.
Tallas andaluzas y canarias
El término "talla", de procedencia portuguesa («talha»), denomina al recipiente de panza globular, base plana y cuello cilíndrico.[3]
En Andalucía, en especial en Sevilla (cuya tradición reflejaron Velázquez, Zurbarán o Murillo), a las alcarrazas también se las llama tallas. Son piezas finas, vidriadas de blanco, de base estrecha y boca ancha, con dos asas y los típicos pellizcos o "repulgos" decorando su cuerpo.[nota 3] Vasijas que ya Covarrubias en 1610 describió como "cantarilla con algo de salitre" que, resudando, consigue mantener el agua fresca. También Antonio Ponz en su Viaje de España,[4] a su paso por Andujar anota la fabricación de alcarrazas y su exportación "a Madrid y otras mil partes".[5]
En Canarias, sin embargo, se denomina talla a un recipiente grande y panzudo, utilizado para transportar y conservar el agua fresca.[6] Por lo general, se complementa con un plato y una taza o jarrito, y tradicionalmente se colocaba bajo la "destiladera", pila o "piedra de destilar" (gran recipiente poroso, semiesférico, que hace de filtro para el agua de lluvia recogida). Según las zonas, la talla puede ser sustituida por un bernegal, o tomar su nombre.[7]
Referencias
↑Romero Roque, Moya, alfarería popular de tradición aborigen, p. 9
↑Antonio Caro, Diccionario de términos cerámicos y de alfarería, p. 27
↑Romero Roque, Moya, alfarería popular de tradición aborigen, p. 41
Notas
↑Como en el botijo el agua almacenada se filtra por los poros de la arcilla y en contacto con el ambiente seco exterior se evapora, produciendo un enfriamiento (2,219 kilojulios por gramo de agua evaporada). La clave del enfriamiento está, por lo tanto, en la evaporación del agua exudada, ya que ésta, para evaporarse, extrae parte de la energía térmica del agua almacenada dentro de la alcarraza.
↑Seseña cita (Cacharrería popular, 1997; p.327) que en Andújar se hacían con cuatro asas y cuerpo "de mujer", y con el tiempo perdieron los "repulgos".
Bibliografía
Caro Bellido, Antonio (2008). Diccionario de términos cerámicos y de alfarería. Cádiz: Agrija Ediciones. ISBN84-96191-07-9.
Useros Cortés, Carmina; Belmonte Useros, Pilar (2005). Museo de cerámica nacional. Piezas de alfarería de toda España. Albacete, Museo de Cerámica Nacional. Chinchilla de Montearagón. ISBN84-609-5626-1.
Seseña, Natacha (1997). Cacharrería popular. La alfarería de basto en España. Madrid, Alianza Editorial. ISBN84-206-4255-X.
Zamora Maldonado, Juan M.; Jiménez Medina, Antonio Manuel (2004). El centro locero de Tunte (San Bartolomé de Tirajana). Las Palmas de Gran Canaria: Fedac. Cabildo de Gran Canaria. ISBN84-8103-377-4.
Romero Roque, Francisco; Fernández Romero, Cristina (2010). Moya, alfarería popular de tradición aborigen. Las Palmas de Gran Canaria: Beginbook. ISBN978-84-938500-3-6.