Ajedrez en EspañaSi bien podemos considerar que el ajedrez moderno se inventó en el siglo XV en España, y es conocido por todos que uno de los mejores jugadores de ajedrez del siglo XVI fue el español Ruy López de Segura, lo cierto es que desde los siglos siguientes hasta finales del siglo XIX el ajedrez en España fue un páramo. HistoriaAlrededor del siglo X se jugaba en la península ibérica uno de los predecesores del ajedrez, recibido de manos de los musulmanes quienes la habían invadido en el año 711. A medida que el ajedrez se extendía por el resto de Europa, España aportó la principal literatura sobre este juego de la época, culminando con el Libro de los juegos (1283), encargado por Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, en una versión antigua en que todavía había piezas como la alferza y no existía un número fijo de filas de escaques. Las primeras evidencias arqueológicas del ajedrez en suelo europeo son los Bolos de San Genadio, piezas datadas del siglo IX y originarias del monasterio de Santiago de Peñalba. Fueron traídas por anacoretas mozárabes, que las llevaron desde Al Ándalus al Reino de León. Se conservan un total de cuatro piezas talladas en cuerno de cabra: dos torres, una de ellas rota en dos pedazos, un caballo y un alfil.[1] Otra de las primeras evidencias del ajedrez en Europa son las piezas de Ager, hechas de cristal y datadas del siglo XI. Siguiendo la interpretación coránica de no representar figuras vivas, estas piezas de ajedrez tuvieron un diseño abstracto. Pertenecieron a Hermesinda, condesa de Urgel, y las donó en su testamento a la iglesia de San Egidio en 1058. Han quedado solo 44 piezas de cristal con formas abstractas, con el Rey representado por un solo trono y la Alferza, predecesora de la Dama, con un trono ligeramente más pequeño. Hay también registros de otras piezas donadas por testamento a iglesias y monasterios en España y en el sur de Francia. También se encontraron piezas de cristal abstracto en las ciudades de Celanova y en San Millán de la Cogolla, en el norte del país, todas datadas entre los siglos X y XI. En la literatura, el poema Versos sobre el juego de ajedrez escrito por el rabino español Abraham ben Meir ibn Ezra a fines del siglo XI no incluía a la Dama en el juego, pero un poema posterior del mismo autor ya la menciona (Shegal). Estos registros evidencian el origen europeo de la inclusión de la Dama en el juego ya que, en la versión árabe del ajedrez practicada en España, la figura de la Dama convivió con la de la Alferza hasta el siglo XIII. Ezra convivió con cristianos y musulmanes, y probablemente recibió de los primeros la figura femenina de la pieza; los árabes llamaban a la alferza firz (visir o consejero). En otra obra medieval, escrita por el judío converso Pedro Alfonso, la Disciplina clericalis, esencialmente una colección de textos traducidos del árabe, se menciona el ajedrez como una de las siete habilidades de que debe disponer un caballero. La obra más importante de la época fue el ya mencionado Libro de los Juegos de Axedrez, Dados, y Tablas, obra encargada por Alfonso X de León y Castilla y finalizada en 1283. Consta de 93 folios ilustrados con aproximadamente 150 figuras coloreadas y contiene 103 problemas de ajedrez que son principalmente finales de partida; catorce de estos problemas son más complejos y parecen provenir de otra fuente. Las primeras cinco páginas contienen una descripción de la filosofía del ajedrez, sus reglas, figuras, movimientos y valor relativo de cada pieza. Las ilustraciones contienen una amplia representación del tablero y cómo jugaban cortesanos, extranjeros, musulmanes, judíos y cristianos. Una de las ilustraciones contiene a Eduardo I de Inglaterra con su prometida Leonor de Castilla. La contribución del libro a la historia del ajedrez la sitúa como la obra más bella de la literatura medieval, aunque no se ha convertido en obra de referencia debido a las obras publicadas por italianos y alemanes sobre el juego. Las principales novedades en relación con las reglas árabes fueron la inclusión del privilegio de la Reina para poder dar un salto en su primer movimiento en la partida, siempre y cuando la casa de destino estuviera desocupada y no pusiera en jaque al Rey contrario, y el doble avance del peón por dos casillas, que se permitió a todos los peones hasta que se realice una captura al comienzo. A finales de la Edad Media, el movimiento de la Dama se amplió para alcanzar la regla actual. Así se recoge en el libro El primer documento disponible sobre estas nuevas reglas es Repetición de Amores y Arte del Axedrez de Luis Ramírez de Lucena, impreso en Salamanca en 1497 donde se describe casi todas las reglas que ahora se aplican: La dama posee los movimientos actuales, y se recoge ya la captura al paso y la norma de que el jugador deba mover la pieza que haya tocado. Hay normas más curiosas, como que no se puede tener más de una dama sobre el tablero, las damas no pueden capturarse la una a la otra y si se pierde la dama, se pierde la partida. y la Repetición de Amores y Arte del Axedrez de Luis Ramírez de Lucena, impreso en Salamanca. El libro de Lucena todavía contiene 150 problemas de dos a diez movimientos, tanto con reglas antiguas como con nuevas, y el análisis de once aperturas consideradas por el autor como las mejores de Italia, Francia y España. El cambio en las reglas fue tan significativo que Lucena llamó al juego nuevo el de la dama y la versión antigua la del viejo. Se especula[2] que con anterioridad estas se incluían en el poema escrito en valenciano Hobra intitulada Scachs d'amor, feta per don Franci de Castelvi y Marcis Vinyoles y mossén Fenollar sots nom de tres planetas, ço es Març, Vennus y Mercuri per conjunccio e influencia dels quals fon inventada, supuestamente en 1475 por Francisco de Castellví y Vic, Bernardo Fenollar y Narciso de Vinyoles. Se supone que estas también estaban contenidas en: Libre Del jochs partits dels schachs en nombre de 100 de Francesch Vicent, un incunable impreso el 15 de mayo de 1495 en Valencia, en la imprenta de Lope de Roca y Pedro Trincher, pero cuyo último ejemplar se perdió en 1811 con el saqueo al que los soldados de Napoleón sometieron la biblioteca del monasterio de Montserrat. Con la reformulación de las reglas del juego a finales del siglo XV, cuando se estandarizó el formato de ocho por ocho filas de escaques y se sustituyó la débil alferza por la poderosa dama, a imagen del enorme poder que tenía entonces la reina de Castilla y del Nuevo Mundo Isabel I, España fue uno de los primeros países europeos en destacar en el juego. Al expulsar a los judíos en 1492 los Reyes Católicos contribuyeron a divulgar las nuevas reglas del juego con su diáspora europea. El poema Repetición de Amores y Arte de Axedrez (1497) de Luis Ramírez de Lucena y el Libro de la Invención Liberal y Arte del Juego del Axedrez (1561) de Ruy López de Segura, considerado oficiosamente el primer campeón del mundo, fueron las primeras obras literarias que contemplaron las nuevas reglas y algunas innovaciones, como la captura al paso. Sin embargo, tras la derrota de López ante Giovanni Leonardo di Bonna en 1575, los jugadores italianos empezaron a destacar en la historia del juego. Hubo que esperar a comienzos del XX para que el ajedrez español volviese a contar en el mundo y no fue precisamente en la Península donde ocurrió esto, sino en América. Tras la independencia de los nuevos Estados americanos comienzan a sonar nombres de aquellos países en el panorama internacional, sobre todo de México y Argentina. Pero será Cuba la tierra que dé un gran campeón al mundo, y será desde Cuba desde donde regrese la práctica del ajedrez magistral a España. Los campeones cubanos que se enfrentaron en su infancia a Capablanca eran españoles (Juan Corzo y Celso Golmayo de la Torriente). Capablanca mismo fue español en su infancia. Pero fue tras la independencia, y el regreso de parte de la población cubana a España como se revitalizó en la península el gusto por el ajedrez, sobre todo de la mano de Manuel Golmayo. Aunque en 1927 se creó la Federación Española de Ajedrez (FEDA). No fue hasta después de la Guerra civil española cuando el ajedrez se popularizó en España. Este desarrollo se debe fundamentalmente a la labor publicitaria del entonces campeón del mundo, Alejandro Alekhine, que recorrió varias veces España dando exhibiciones de simultáneas y participando en torneos, como los Torneos internacionales de Gijón.[3] A esta expansión también contribuyó la figura emergente del niño prodigio del ajedrez español, Arturo Pomar, estrella ajedrecística que relumbró en todos los medios de comunicación españoles y europeos de la época. Ya en los años setenta, coincidiendo con el match Fischer contra Spasky, se produjo otra segunda ola de popularidad del ajedrez, de la que proceden muchos de los maestros que hoy día destacan en el ajedrez español. Los ajedrecistas españoles más destacados
Grandes Maestros españoles
Mujeres
Tabla del Campeonato de España individual absoluto[4]Tabla del Campeonato de España individual femenino[5]Tabla del Campeonato de España individual abierto[6]
Licencias de ajedrez por comunidades autónomas
Véase tambiénReferencias
Enlaces externos
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