Agua vitalizadaSe denomina agua vitalizada al agua que, después de pasar por determinados procesos, supuestamente adquiriría propiedades beneficiosas para la salud. Estas propiedades están totalmente descartadas por la comunidad científica, que considera estas prácticas vitalizadoras como supersticiones y/o estafas. HistoriaEste término fue bautizado por el investigador austríaco Viktor Schauberger (1885-1958). En el año 1935 patentó el primer aparato para la fabricación de agua de manantial. La idea era devolverle al agua sus "cualidades iniciales". Y el elemento más importante para conseguirlo era, según su opinión, el remolino implosivo. En una línea análoga Theodor Schwenk (1910-1986) escribió ideas similares, en las que parecen inspiradas las actividades del Instituto Herrischreide que sigue realizando análisis según el método Tropfenbild.[cita requerida] Otras personas promovieron las ideas de Schauberger tras su muerte, como por ejemplo Mu Shik Jhon (1964-2004), que viajó por diversos países presentando sus ideas. Sus propuestas, no recibieron mucha atención hasta que el japonés Masaru Emoto volvió a dar difusión a ese tipo de ideas en sus libros. Críticas y controversiaEl concepto de agua vitalizada ha sido calificado como pseudociencia y charlatanería por expertos en la materia.[1][2] En 2005, la empresa neozelandesa Ecoworld NZ fue condenada[3] por un juzgado del distrito de Hamilton a pagar una multa de 60.000 NZD por "engañar a los consumidores sobre los beneficios de un sistema de tratamiento de agua que no hacía nada para cambiar el agua que supuestamente trataba". La empresa fue condenada además a pagar una indemnización total de 68.000 NZD a los compradores de las "unidades de agua vitalizada de Grander", que se vendieron por precios que oscilaban entre los 1.500 NZD y los 12.000 NZD. En total, la empresa se vio obligada a pagar 136.000 NZD (unos 72.000 €). En el proceso judicial quedó demostrado que las unidades de tratamiento no tenían ningún mecanismo para tratar o filtrar el agua. Además, los análisis demostraron que no había diferencias apreciables entre el agua supuestamente tratada y la no tratada. La juez afirmó en su auto que la publicidad de Ecoworld NZ «contenía inconsistencias, curanderismo y pseudociencia». La Directora de la Comisión de Comercio de Nueva Zelanda declaró que «algunas de las afirmaciones hechas sobre el "agua vitalizada" eran extravagantes». Referencias
Bibliografía
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