Nuestra Señora del Socorro de Barcelona
Nuestra Señora del Socorro es una advocación mariana de la Iglesia católica en Barcelona cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Catedral de Barcelona en el Municipio Simón Bolívar del estado Estado Anzoátegui en Venezuela, esta imagen fue encontrada a fines del siglo XVII, en las cercanías de la antigua ciudad de San Cristóbal de la Nueva Ecija de los Cumanagotos, en el tronco hueco de un árbol de totumo o tapara (Crescentia cujete), de ahí deriva el nombre con que fue conocida desde entonces, la Virgen del Totumo o Virgen del Totumito. La gran importancia que reviste la historia de “La Virgen del Totumo”, tanta para la Iglesia como para el Acervo Histórico, Cultural y Religiosa de la ciudad de Barcelona y del Estado Anzoátegui, se fundamenta en que fue y es la primera imagen religiosa que llega a esa región, en la entonces ciudad de San Cristóbal de la Nueva Écija de los Cumanagotos, a principios del siglo XVII o finales del siglo XVI; representando, así, la primera tradición cultural-religiosa de la comunidad Barcelonesa. Esta pequeña Virgen, se conserva en la actualidad en la parte central y superior del Altar Mayor de la Iglesia de San Cristóbal, Catedral de Barcelona. Es junto a San Celestino, una de las más representativas devociones de la comunidad barcelonesa. Su fiesta se celebra actualmente el 11 de noviembre. Algo de su HistoriaDesde la Aparición de la Imagen de Nuestra Señora del Socorro, ocurrida según algunas versiones, en el año de 1595 en la entonces ciudad de San Cristóbal de la Nueva Écija de los Cumanagotos, los relatos sobre los milagros que se le atribuyen o hechos acaecidos gracias a su divina providencia, en su mayoría, fueron modificados por el hecho de haberse difundido oralmente, de padres a hijos, de abuelos a nietos, generación tras generación y durante tantos años. Con el correr del tiempo, algunos de estos relatos fueron olvidados; otros, a su vez, fueron deformados, confundidos o mezclados entre sí; y unos más, perdieron o les agregaron partes producto de la imaginación popular, donde, en muchos casos, la pasión ha ofuscado hasta los más claros intelectos. Alexander Von Humboldt, en su célebre viaje de expedición científica, realizó dos visitas a la ciudad de Barcelona: inicialmente en el año de 1799 y posteriormente en el año 1800. Como resultado de esa gran expedición, escribió todas las experiencias del viaje en el libro titulado Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, en el cual hizo referencia a la Virgen del Totumo:
Una de las fuentes que más se conoce sobre estos relatos se remontan al año 1748, cuando el joven Don Fernando del Bastardo y Loayza, familiar del Santo Oficio (para ese entonces), sujeto muy distinguido y noticioso en los monumentos de la ciudad (Barcelona) y de la provincia (Nueva Andalucía), se los narra al Padre Fray Antonio Caulin cuando este realizaba las investigaciones necesarias para el manuscrito de su libro Historia Corográfica, Natural y Evangélica de la Nueva Andalucía, publicado posteriormente en el año de 1759 por la Corona de España y en el que recoge estas historias ocurridas en el año de 1595, otras que tienen lugar entre los años 1650 y 1742, y las más recientes, en esa época, que suceden entre los años 1748 y 1753, donde el mismo Padre Caulin fue testigo presencial de los hechos. Por otra parte, el Padre Don Fernando del Bastardo y Loayza, quien fuera después el Cura Rector de la Parroquia e Iglesia de San Cristóbal de la Nueva Barcelona, desde noviembre de 1771 hasta el día de su muerte ocurrida el 27 de junio de 1788, en su famoso manuscrito Libro B, titulado Noticias Históricas de la Nueva Barcelona, nos dejó varios relatos sobre la Virgen de Nuestra Señora del Socorro, que posiblemente, y para ese entonces, pudo salvar de los restos que quedaban de algunos libros y cuadernos de los registros parroquiales de la ciudad de San Cristóbal de los Cumanagotos y de las tradiciones orales que pudieron haber conservado los vecinos de ambas ciudades, en cierta forma, de formados para esa época, si tomamos en cuenta que existe, muchos años después de unidas las dos ciudades: la “Barcelona del Cerro Santo” fundada por Juan de Urpin en las faldas del hoy Cerro Venezuela, y San Cristóbal de los Cumanagotos, que estaba ubicada, en esa época, donde actualmente se encuentra la urbanización Maurica. Sin embargo, la devoción y el culto a la Virgen del Socorro o Virgen del Totumo se conocía de tiempos más antiguos a los que suponían tanto el Padre Bastardo y Loayza como el Padre Fray Antonio Caulin, pues, en el informe de la visita que realizó el Juez de Comisión, Don Juan de la Cueva, en el año de 1640, relata que:
También, en el “Libro B” del Padre Fernando del Bastardo y Loayza, existe un “Resumen”, que fue posteriormente trascrito a máquina para su conservación y uso por el padre salesiano Luis Frassato Armas, entre los años 1932 y 1935. Este “Resumen” fue minuciosamente analizado por monseñor Constantino Maradei Donato, quien comenta que, al principio del mismo, aparece un documento en una hoja suelta sin firma alguna, de la cual se desconoce su procedencia, y que la misma contiene un texto donde se narra el milagro de la Aparición de la Virgen, Nuestra Señora del Socorro o Virgen del Totumo. El texto de esa hoja es transcrito a continuación:
Ahora bien, analizando las distintas versiones, encontramos que en la narración del Padre Fray Antonio Caulin, sobre todo en lo relativo al milagro de la aparición de la Virgen, cuando escribe que “la imagen de Nuestra Señora del Socorro fue traída del Puerto de la Guaira por un cierto caballero”, difiere, en este aspecto, con todas las versiones existentes; sin embargo, la noticia narrada por el Padre Bastardo y Loayza, coincide, con lo descrito por Alexander Von Humboldt y con la hoja suelta, sin firma alguna, que aparece al comienzo del Resumen del Libro “B”, en cuanto a que ambos narran que “la imagen fue encontrada por unos pescadores vecinos de Cumanagotos, en el tronco hueco de un árbol de totumo…”. Por otra parte, en su narración, el Padre Bastardo y Loayza ubica la aparición de la Virgen del Totumo “por los años del Siglo de mil seiscientos” o sea, a finales del siglo XVII; lo que quiere decir que si tomamos como referencia la última cuarta parte del Siglo, en el mejor de los casos, estaríamos hablando de los años que trascurren entre 1675 y 1700; cuestión esta imposible porque para esa fecha ya estaban unidas las dos ciudades en la actual San Cristóbal de la Nueva Barcelona. Seguramente, lo que quiso decir el Padre Bastardo y Loayza fue: por los últimos años del “Siglo XVI” y no por los últimos años del “Siglo mil seiscientos”; lo cual si se corresponde con la “Nota Inédita”, que mencionamos antes, cuando hace referencia de que “A fines de 1500, pescadores de Cumanagoto la vieron en un Totumo, a un cuarto de legua de Barcelona. Se la trajeron al Cura de Cumanagoto D. Juan Caro, quien la coloco en un altar.” Ahora bien, esos últimos años del siglo XVI o fines de 1500, seguramente se refieren a los años que transcurren entre 1585, fecha de la fundación de San Cristóbal de la Nueva Écija de los Cumanagotos hecha por el Conquistador y Capitán Cristóbal Cobos en la Laguna de “Apaicuar” y el año 1600. Esta versión a su vez, queda confirmada por Alexander Von Humboldt cuando se refiere a que la Virgen del Totumo “…huía de noche y regresaba al tronco del árbol…” Por múltiples factores, estas pequeñas imprecisiones son muy frecuentes encontrarlas cuando se investiga la historia colonial de Venezuela. En la mención que hace en su libro Alexander Von Humboldt sobre la Virgen del Totumo, se puede apreciar un ejemplo típico de cómo la historia, en tan solo unos pocos años, fue alterada por la tradición oral cuando se refiere a los motivos que tenía la Virgen para desaparecer de la Iglesia, durante la noche y, por la mañana aparecer en el totumo: “…pero cada vez que los clérigos estaban descontentos de los habitantes de la nueva ciudad, ella huía de noche y regresaba al tronco del árbol, en la desembocadura del río. Este prodigio no ceso sino cuando se construyó un gran convento (el colegio de la Propaganda) para alojar allí a los monjes (frailes) de San Francisco”, cuestión esta sabida, que no era por ese motivo; pero debemos tomar muy en cuenta que quien cuenta la historia de la Virgen del Totumo, al científico Protestante Alexander Von Humboldt, es el propio Padre Guardián del Hospicio de San Francisco (hoy Casa Fuerte de Barcelona) que, sin pensarlo dos veces, acomoda la historia a su manera para beneficio y justificación tanto del Convento como de la obra de su Congregación; pues, para ese momento, los frailes de su congregación se mantenían en franca pelea con los curas de la Iglesia de San Cristóbal de Barcelona, por el cobro, a los feligreses, de determinados derechos parroquiales, tales como ser enterrados dentro de la iglesia y otros. Por eso, se vuelve a lo dicho inicialmente, para reafirmar, que con el correr del tiempo, algunos de estos relatos fueron olvidados; otros a su vez fueron deformados, confundidos o mezclados entre sí; y unos más, perdieron o les agregaron partes producto de la imaginación popular, donde, en muchos casos, la pasión ha ofuscado hasta los más claros intelectos. Libro B, Noticias Historiales de la Nueva Barcelona, Anales eclesiásticos de Barcelona, Padre Don Fernando del Bastardo y Loayza, Capítulo XI: DE LA PRODIGIOSA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO"La noticia más común de la prodigiosisima imagen de Nuestra Señora del Socorro que ha venido de nuestros antiguos, de unos en otros hasta llegar a nosotros, es que por los últimos años del siglo mil y quinientos, hallaron unos pescadores vecinos de la ciudad de cumanagoto, esta prodigiosisima imagen en un árbol de Totumo, distante como medio cuarto de legua de la parroquia de dicha ciudad, que estos pescadores la trajeron al Cura de dicha parroquia, que lo era el Pbro. Juan Caro, que este la puso en uno de los altares de la citada parroquia y que al día siguiente habiendo ido a celebrar en el dicho altar no la halló; que habiendo celebrado, pregunto al Sacristán por dicha imagen y este le respondió que no sabía de ella, y que el dicho Cura llamó a los pescadores que la habían traído y les pregunto si ellos habían quitado dicha imagen del altar donde estaba, y respondieron que no. Cuidadoso de esta pregunta, los dichos pescadores fueron al Totumo y hallaron en la citada imagen, trajeronla, segunda vez, al enunciado Cura, diciéndole que la habían hallado en el Totumo en donde el día antecedente la habían hallado. El Cura la volvió a poner en el mismo altar que antes, y al día siguiente no la halló en él: con este motivo, en la tarde de aquel día, acompañado de los referidos pescadores y de algunos otros vecinos, dicho Cura fue al dicho Totumo, y hallando en la relacionada imagen, se hincó de rodillas y con el todos los que le acompañaron, y rezo con todos y con gran devoción una Salve, y tomando la imagen en las manos la trajo a la Parroquia y la puso en el altar mayor, y puesta allí; hincados todos de rodillas rezaron otra Salve. Luego al día siguiente, no la halló el Cura en el dicho altar, y ya, conociendo el misterio, convocó su feligresía y con toda la más de ella, volvió al Totumo y halló en el su perdida imagen, que, tomándole con las manos con mucha reverencia y devoción, la trajo, rezando en alta voz con todos los del concurso el santísimo Rosario, y que, habiéndola puesto en el altar mayor, dispuso una fiesta muy solemne para el día siguiente y convocó para ella a toda su feligresía, que habiendo celebrado la dicha fiesta con la más grande solemnidad, exhorto a dicha feligresía que fueran muy devotos de aquella imagen de Nuestra Señora del Socorro, y dijo porque YA VOY CREYENDO QUE LA VIRGEN SANTÍSIMA, MADRE DE DIOS Y SEÑORA NUESTRA, QUIERE, EN LA IMAGEN, HACERNOS COMPAÑÍA PARA SOCORRERNOS NUESTRAS NECESIDADES; que con tal motivo de esta exhortación del Cura, levantaron los oyentes la voz diciendo: Viva Nuestra Señora del Socorro, y con unos muy especiales expresiones de gozo y regocijo, se acabó la fiesta. Pero al día siguiente, aún no halló el Cura a la dicha imagen en el altar mayor donde la habían puesto el día antecedente, y con este motivo, en aquella misma hora, volvió el Cura, tercera vez, al Totumo, y hallando en la referida imagen, dejándola allí, se volvió inmediatamente a la iglesia, y convocando en aquella hora su feligresía, dispuso una procesión muy solemne, y revestido con sobrepelliz, estola y capa pluvial, con Cruz alta y llevando el Palio del Santísimo Sacramento, fueron todos procesionalmente y con mucha devoción al Totumo, y tomando el Cura entre sus manos dicha mencionada imagen, cantando el Ave Maris Stella al descubrirla; y el, de no salir si no es debajo de Palio, viene en memoria de que no quiso quedarse esta Señora en la iglesia de Cumanagoto, hasta que fue traída con la solemnidad de Sacerdote vestido de sobrepelliz, estola y capa bajo palio y cantando el Ave Maris Stella. De tiempo muy lejano se mantiene la prodigiosa imagen en su tabernáculo sobre una ara consagrada, cubierta de una palia, y algunos de los Iltmos. señores Obispos, que han visitado este tabernáculo, han puesto reparo a la dicha ara, diciendo que no debe de estar sobre ara; pero no tan solamente no la han mandado quitar, sino que, como para visitar el dicho tabernáculo, sacan, los mismos señores Obispos fuera del tabernáculo, al concluir la Visita de los mismos señores Obispos, la han vuelto a poner sobre la misma ara y palia. El Iltmo. Sr. Dn. Mariano Marti, dignísimo Obispo que fue de este Obispado, y hoy es meritisimo del de Caracas, cuando visitó el referido tabernáculo, habiendo sacado fuera de él la imagen, reparo en la palia, y me pregunto: Que es esto?, y yo le respondí, señor, esta es una palia que se pone sobre el ara en que se pone esta Señora: ¿Sobre ara? ¿Cómo es esto? dijo su Iltma. ara no debe haber en otra parte que en los altares para celebrar sobre ella el sacrificio de la misa, que para eso solamente es el ara. Yo respondí: -Señor, esta imagen la han visitado muchos de los antecesores de su Ilustrísima, y según estoy informado todos han puesto reparo en el ara, pero los mismos Señores Obispos que han puesto reparo, han vuelto a poner la imagen sobre la palia y ara, y esta ara está aquí hasta que se mande quitarla. Habiendo oído su Ilustrísima esta respuesta, se quedó viendo con toda atención la santísima imagen, é hincado de rodillas entonó la salve, y seguimos todos los que le acompañábamos cantándola con toda solemnidad, y concluida con la oración: Deus qui salutis aeternae, que cantó su Ilustrísima, tomo con sus manos la palia y la extendió sobre la referida ara, y después tomó la prodigiosa imagen, la puso sobre la dicha palia y ara y habiendo cerrado el tabernáculo, volvió al pueblo y dijo: -Concedo cuarenta días de indulgencia a los que devotamente recen una Salve ante esta santísima Imagen." Alfredo Armas Alfonzo y versiones posteriores de la HistoriaAlfredo Armas Alfonzo en su libro La Tierra de Venezuela y los cielos de sus santos (Armitano, Caracas, 1977), relata:
Fray Antonio Caulín menciona que un vecino de Cumanagoto, en viaje marítimo de La Guaira a la villa del Neverí, llevaba consigo la imagen y que esta desapareció misteriosamente de entre su equipaje frente a las costas orientales. El relato popular elude e ignora esta noticia del viajante.
Hasta la creación del Obispado de Santo Tomé de Guayana (Angostura, hoy Ciudad Bolívar), Barcelona, junto con las provincias de Nueve Andalucía, Guayana, Margarita y Trinidad pertenecían a los Anexos Ultramarinos del Obispado de San Juan de Puerto Rico. Los obispos que menciona Armas Alfonzo lo eran de Puerto Rico y como tales lo hacían como parte de las visitas pastorales. Entre ellos se cuenta Mariano Martí, quien en su condición de Obispo de San Juan de Puerto Rico visitó la iglesia parroquial de San Cristóba y Santa Eulalia y fue uno de los prelados que puso reparos a la manera extracanónica en que se veneraba la imagen (sobre ara) Cuando el Párroco le muestra al Obispo la imagen, este nota que hay "una palia sobre el ara en que está la Señora"...
Nos dice también Alfredo Armas Alfonzo que el Obispo Mariano Martí dejó una descripción de la imagen, que, a pesar de lo breve, nos dice mucho:
Recientemente, en el 2004, la Familia Salesiana en Venezuela, la cual hizo vida en su momento en la Catedral de Barcelona, emitió en su Calendario Mariano, esta versión de su hallazgo:
Relatos más populares, basados en lo escrito por el Padre Fray Antonio Caulin en su libro: “Historia Corográfica, Natural y Evangélica de la Nueva Andalucía”, año de 1759La Virgen del Totumo salva un navío español de los piratas.El relato de este hecho milagroso es poco conocido y trata sobre la historia de un navío español, donde sus tripulantes se encomendaron a la protección de Nuestra Señora del Socorro, siendo salvados milagrosamente, de los despiadados y sanguinarios piratas. Trascurría el año 1675, cuando en cierta ocasión navegando un navío español por las costas del mar del Norte, frontera a San Cristóbal de la Nueva Barcelona, desde muy lejos fue divisado por una nave de piratas que procedió a perseguirlos. Muy pronto se vio acosado por los corsarios que, viento en popa después de agarrar una fuerte corriente, amenazaban con darle rápido alcance para abordarlos y así robarle sus riquezas e irremisiblemente quitarles la vida a sus dueños y a toda la tripulación, cosa que siempre acostumbraban hacer con la mayor brutalidad. Viéndose los españoles en tan inminente peligro, se encomendaron a María Santísima del Socorro y después de implorarle devotamente su poderosa intercesión , pusieron la proa hacia el río Neverí con el ánimo de varar en sus aguas y salvar por lo menos sus vidas, que sin duda, las hubieran rendido a manos de aquellos criminales. Mas la Virgen, que es todo consuelo de afligidos, los salvo de tan espantoso peligro conduciendo el navío con tan admirable providencia y precisión, que lo introdujo milagrosamente por el río a través de una boca tan estrecha y escasa agua, que era necesario esperar la marea alta para que entrara o saliera una mediana lancha. En muy corto tiempo el navío español estaba a salvo, muy adentro del río Neverí. Allí lo amarraron a un guamo que estaba en sus riberas (A la altura del hoy Hotel Neverí) y partieron todos gozosos a rendir las gracias a su Divina Protectora, Nuestra Señora del Socorro. En reconocimiento de tan gran beneficio, el Capitán dio de limosna las campanas que hasta ahora (año 1759) han servido en dicha Iglesia (Estas se encuentran en la actualidad en el patio del Palacio Episcopal de la Diócesis de Barcelona), un cáliz y otras preciosas alhajas; dejando para memoria de este prodigioso milagro, un pequeño navío que se conserva (año 1759) colgado en el altar de María Santísima del Socorro, por cuya intercesión, el Todopoderoso los salvo de tan manifiesto peligro. Retirados los piratas, volvieron los españoles a encomendarse a la Soberana Reina, Nuestra Señora del Socorro, y dando velas al viento, salieron en alas de su confianza por la misma boca del río en que habían entrado y prosiguieron su viaje libre de todo riesgo. En esta nueva ocasión, todos experimentaron el milagro que, por los ruegos de la Santísima Madre y Señora del Socorro, obró la invencible mano del Altísimo con aquellos afligidos que estuvieron a punto de perder sus vidas. La Virgen del Totumo salva a Barcelona de la invasión de piratas ingleses.Este relato es uno de los más contados y mayormente confundido o entremezclado con otros, y nos narra la historia de cómo Nuestra Señora del Socorro, dirigiendo un fantástico y numeroso ejército, logró la victoria sobre los piratas ingleses, salvando a los barceloneses de una muerte cruel. En el siglo XVII, España estaba en guerra con muchas naciones y por ello los mares de América estaban infestados de piratas ingleses, franceses y holandeses que se dedicaban a la caza de barcos españoles cargados de tesoros americanos que transportaban hacia España, o de mercancías que traían de Europa a las colonias americanas. En muchas ocasiones, estos piratas bajaban a tierra bien armados y arrasaban poblaciones enteras, robando y matando a sus pobladores con despiadada crueldad. Sucedió por el año 1680, cuando un grupo de pescadores, vecinos de “San Cristóbal de la Nueva Barcelona”, divisaron a un grupo de naves de piratas ingleses que venían fuertemente armadas de guerra y amenazaban tomar la costa con intenciones de invadir la ciudad. Para entonces, los ingleses eran enemigos declarados de la Corona Española. Al conocerse la noticia, un pequeño grupo de barceloneses salió para resistir y detener los pasos del enemigo. Al llegar a la playa, vieron al grupo de naves de guerra que estaban echando anclas, amenazando a todos los pobladores de reducirlos y, en pocas horas, ser despóticos dueños de sus vidas y de todas sus pertenencias. Ya las naves piratas habían desembarcado a todos los salvajes que, a bordo de sus lanchas, se acercaban a la playa. A pesar de que les esperaba la muerte, el pequeño grupo de barceloneses buscó el mejor lugar para la pelea y se colocó en posición de combate. Al ver que el enemigo era muy superior y ellos eran insuficientes para detener el numeroso y sanguinario enemigo, se encomendaron al auxilio de Nuestra Señora del Socorro, La “Virgen del Totumo”, pidiéndole fervorosamente su protección y defensa. Apostados en la arena, el pequeño grupo observaba con atención y nerviosismo al numeroso enemigo que acometía a la playa; cuando de pronto, sin atreverse a saltar a tierra, el enemigo dio vuelta a sus lanchas y se retiraron temerosos, volviendo a sus naves en veloz fuga. El pequeño grupo de defensores, impávidos y sorprendidos por tal rara novedad y en medio de tanta incertidumbre, saltaron de alegría y felicidad. Recelosos por lo ocurrido y pensando que se tratara de alguna extraña estrategia de los piratas para después sorprenderlos, los barceloneses hicieron algunas averiguaciones por otros puertos de la colonia y quedaron aun más sorprendidos por la verdadera historia que los mismos piratas se contaban entre sí y a otros hombres de mar. Lo cierto fue que cuando los piratas ingleses estaban llegando a la playa y se disponían a saltar a tierra, detrás del pequeño grupo defensor, divisaron un crecidísimo ejército de hombres estupendamente ordenados y muy bien armados, que estaban comandados por una Señora de singular belleza y hermosura, ante lo cual, atemorizados los ingleses y desesperados por huir, ninguno quiso enfrentarse a tan valerosa Capitana. Asustados, los piratas levaron anclas y se dieron a la fuga rumbo a otras latitudes, dejando la victoria en manos de la que es tan formidable y temible, como los verdaderos escuadrones bien ordenados para la defensa y socorro de sus devotos. Sorprendidos por la verdadera razón sobre la fuga de los piratas, los barceloneses acudieron en pleno a la iglesia para dar gracias a su especial Bienhechora “La Virgen del Totumo”, pero, allí, todavía les aguardaba una sorpresa mayor. Cuando estaban todos reunidos y procedían a dar inicio a las oraciones, abrieron el Tabernáculo y encontraron la Sagrada Imagen de Nuestra Señora del Socorro, con cadillos, hierbas y espinas pegadas por todas partes. Las orillas del vestido aún se mantenían húmedas y llenas de arena de la playa, con lo cual, sus amantísimos devotos confirmaron tan maravilloso milagro. Una vez más la Sagrada Imagen de Nuestra Señora del Socorro, nuestra protectora y milagrosa “Virgen del Totumo”, que llegó a nosotros para quedarse, nos demostraba que había escogido nuestra región para consuelo, defensa y socorro de todos sus pobladores. La Virgen del Totumo cura a los Barceloneses de una rara epidemia.Esta historia es muy poco conocida y narra los hechos de cómo Nuestra Señora del Socorro, en respuesta a las suplicas fervorosas de sus devotos, salvo de la muerte a la gran mayoría de los barceloneses, sanándolos de una rara epidemia. Según cuenta el Padre Caulin en su libro, “Historia de la Nueva Andalucía” publicado en 1759, la historia sobre este hecho milagroso, ocurrió así como sigue: En el año de 1748, siendo el Padre Fray Antonio Caulin presidente del Hospicio o Convento de San Francisco (Hoy Casa Fuerte de Barcelona), acometió a los pobladores de Barcelona una pestilencial pleuresía o dolor de costados, tan rigurosa y maligna, que los eclesiásticos y religiosos ya no tenían fuerzas para confesar a los enfermos y enterrar a los muertos. Por las calles, solo se oía un continuo llanto y lamento que conmovía a la compasión del corazón más duro. Deseando el remedio de aquellos afligidos, el Padre Caulin convención a todos para que acudiesen al socorro de María Santísima, su especial Protectora, rogándole y suplicándole con vehemente devoción y haciéndole algunas públicas penitencias, como único remedio para que la Virgen intercediera calmando las iras de su amantísimo Hijo, por los continuos pecados de los mortales. Con este pensamiento, el Padre Caulin hablo al Cura de la Iglesia para exponer al público la imagen de “La Virgen del Totumo”, Nuestra Señora del Socorro, colocándola en medio de la iglesia en compañía de la Imagen de su HijoJesús Nazareno. Llegada la tarde, los frailes del Convento llevaron en procesión la imagen de San Francisco y puesta en el mismo sitio, se convocó a las plegarias para el día siguiente. El mismo Padre Caulin principio la Santa Misa, poniendo por protectora a Nuestra Señora del Socorro, “La Virgen del Totumo”, por cuya intercesión, todos esperaban el remedio del afligido pueblo. Los fieles rezaron con profunda fe y devoción por la salud de los enfermos, realizando verdaderas e integras confesiones; y fue tan rápido y eficaz el socorro de la Soberana Señora, que en breve se experimentó la mejoría. Después de varios días, al término de la liturgia y una vez que todos consiguieron la salud del alma, dio fin, con ella, aquel implacable y mortal contagio; siendo maravillosa la convalecencia y la sana recuperación de todos los enfermos. En agradecimiento, durante quince días y al punto de media noche, sacaron a “La Virgen del Totumo” en procesión. Los vecinos de Barcelona, hombres, mujeres y niños, todos con velas encendidas, le cantaron su Santo Rosario con tan profunda solemnidad, que parecía una gloria; y con júbilo gritaron en alabanza: ! Bendita sea esta gran Señora que, con tanta piedad, favorece a los mortales con el tesoro de la misericordia!. La Virgen del Totumo hace llover en plena sequía.En esa época, la ciudad de Barcelona padeció de muchas calamidades, en especial la que sufrió durante años cuando, endurecida la tierra por falta de agua, esterilizo tanto las siembras y conucos, que desconfiados los labradores de poder recoger algún fruto de sus infecundas siembras, no les quedó más remedio que recurrir a “La Virgen del Totumo” porque pensaban que todo era obra de la Poderosa Mano del Altísimo, que envía tales epidemias para castigo de las culpas. Confiados en tales ocasiones de la poderosa intercesión de la Virgen, Nuestra Señora del Socorro, acudieron a sus ruegos sacándola en procesión general. Frecuentemente es digno de admiración lo que valen las lágrimas de sus afligidos y confiados devotos en el Tribunal de sus Misericordiosos Ojos; pues en esta ocasión, cuando el cielo se mostraba más bronce y el sol quemaba la tierra, ocurrió que en un instante, el cielo se tornó tan de repente de nubes y fue tal la copiosa cantidad de agua derramada sobre las siembras, que agradecida la tierra por tan milagroso roció, produjo las más abundantes cosechas. Fue por los eficaces ruegos de aquella Divina Señora, que el Altísimo lo concedió durante aquel año como muchas veces lo había hecho; para que sus protegidos agradecidos, le tributen los más reverentes cultos y frutos de sus penitencias, que son las únicas armas que vencen los rigores de la Divina Justicia. Sin embargo, no sucedió así en el año 1752, tiempo en que, como nunca, se vio a “San Cristóbal de la Nueva Barcelona”, tan deformada en sus costumbres y contenida en los vicios. A petición del ilustrísimo Señor Obispo Don Francisco Julián Antolino, por cuya solicitud el Padre Caulin predico en su presencia una misión en que, purificados todos, apenas hubo quien no diese muestra de una cristiana y total reforma. En medio de tanta penitencia, los amenazó El Señor con tal sequía, que la tierra no daba esperanzas de frutos: los que sembraron, perdieron sus siembras, y otros, no llegaron a esconder el grano en la tierra. Entonces sacaron a Nuestra Señora del Socorro en procesión y le hicieron una solemne fiesta, pero por más que repitieron sus ruegos, no consiguieron el logro de sus deseos ni cosecha de sus frutos. Al año siguiente la esterilidad fue más rigurosa y aunque sacaron en procesión de rogación la imagen de Nuestra Señora del Socorro al lugar de “La Puente” (Hoy Puente Bolívar) donde se le cantó misa solemne y se le hizo una novena, tampoco se dio por enterada su piadosa clemencia. De este modo, Nuestra Soberana Reina, que es Abogada de los Pecadores, dio a entender que estaba muy enojada con los mortales, cerrando las puertas de su intercesión, patrocinio y socorro, aunque antes los favoreciese y reconciliara con su Hijo Santísimo; no por defecto de piedad en María Santísima, ni de la misericordia en Dios Nuestro Señor, sino por falta de enmienda de las viciosas costumbres y por la falta de un verdadero y profundo arrepentimiento de los pecadores. Obras literarias inspiradas en la Virgen del TotumoEl poeta anzoatiguense Pedro Pares Espino, abogado y profesor de literatura, en su obra titulada "Poemas Coloniales", narra en versos, bajo el título "Virgen del Totumito", la bella historia de dicha imagen:
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