Manuel Ossorio y Bernard nació en el seno de una familia de militares. Su abuelo, Francisco de Paula Ossorio y Vargas, fue ministro de la Marina y héroe del sitio de Tolón de 1793 contra las tropas francesas y de la batalla naval del Cabo de San Vicente en 1797.[3] El padre, Manuel Ossorio y Mallén, fue oficial de artillería, pero abandonó la carrera militar para dedicarse a ser administrador de Rentas Públicas.[2] En la localidad gaditana de Algeciras, uno de los destinos del padre, nació Manuel un 6 de diciembre de 1839.[4][2][1] Su infancia transcurrió a caballo entre los diferentes destinos de los viajes que emprendía su familia.[2]
Sobre su infancia errante escribió Ossorio y Bernard unos versos que aparecieron publicados en sus Poemas infantiles, obra de 1894.[5] Dicen las primeras estrofas así:[5]
En un rincón de España,
si mi partida bautismal no engaña,
vi de la luz el resplandor primero,
de la vida dispuesta ya al combate,
naciendo como el hijo de un magnate,
de un monarca, un bribón o un pordiosero.
Patria del contrabando y las mentiras,
ciudad incomparable de Algeciras,
ni tú culpa has tenido
de que yo en tu recinto haya nacido,
ni hoy hacia ti mi corazón se escapa,
pues sólo te conozco por el mapa.
Crecí en Extremadura, Andalucía,
Madrid, Vizcaya... allá donde quería
la credencial, el título, el traslado,
o el cese de mi padre infortunado;
hasta que ya en Madrid por el cincuenta,
teniendo doce años,
―ya de mi edad podéis sacar la cuenta―
vine a vivir para mayores daños.
Llegada a Madrid, trabajo en la Armada y periódicos
Con doce años se estableció en Madrid, donde poco después quedaría huérfano a causa de la epidemia que azotó Madrid en 1855, que se llevó a sus padres en el espacio de una semana.[2][a] Consiguió una plaza por oposición en la Administración de la Armada,[1] en la que su abuelo había sido ministro y tres de sus tíos lucían entorchados de general, pero la abandonó al poco.[7][b] Un amigo lejano del padre le proporcionó un trabajo de escribiente en el Tribunal de Cuentas, labor que desarrolló desde los diecisiete hasta los veintiséis años.[2][c] Al poco de ingresar en este puesto, se casó con Manuela Gallardo,[d] con quien tuvo tres hijos: Ángel,[8] Carlos[9] y María de Atocha,[10] todos ellos vinculados posteriormente al mundo de la literatura y la política, destacando sobre todo el primero. Después, gracias a la mediación de su amigo Rafael Tejada y de los ministros Manuel Alonso Martínez y José Posada Herrera, consiguió un puesto en el Ministerio de Fomento[1] y también una plaza en la Gaceta de Madrid.[7][e]
«Ossorio y Bernard fué un periodista infatigable, que supo llevar á la hoja diaria, con exactitud acabada y recto espíritu, todos los sucesos desarrollados en la segunda mitad del siglo pasado»
Aquejado de una larga enfermedad, falleció en Madrid el 14 de septiembre de 1904.[14][1]
Obras
Fue un autor prolífico que abordó diversas ramas del teatro,[r] el periodismo, el ensayo y la escritura para niños y jóvenes. Como dramaturgo, escribió diferentes obras, entre las que se cuentan Abd-el-Rahman (1869) y Camoens (1881).[1] Dio a la imprenta, asimismo, obras como Ensayos poéticos (1859),[2] Romancero de Nuestra Señora de Atocha[1] (1863), Cartas á un niño sobre economía política[1] (1871),[2] Viaje crítico alrededor de la Puerta del Sol[1] (1874),[2] Novísimo diccionario festivo[1] (1876), La república de las letras (1877),[2] Las dos Castillas[1] (1877), Gente menuda (romances infantiles) (1881),[2] Cuadros de género trazados á pluma (1883),[2] Libro de Madrid y advertencia de forasteros (1887), Monólogo de un aprensivo[1] (1887), Papeles viejos é impresiones literarias[1] (1890) y Caracteres contemporáneos[1] (1891). Algunas de sus obras fueron reunidas en distintas colecciones póstumas, como Obras escogidas de D. Manuel Ossorio y Bernard (Madrid: Juan Pueyo, 1928).
«escritor estimable, gran trabajador [...] Sobresalió como pintor satírico de costumbres, benévolo y culto, sin saña, con fina observación de la realidad y amena y popular expresión y lenguaje»
—Cejador y Frauca, sobre Ossorio y Bernard,[s] en su Historia de la lengua y literatura castellana[15]
Se destacó en la elaboración de trabajos biográfico y bibliográficos, que han sido tildados de «imprescindibles para cualquier investigador».[16] Entre 1868 y 1869, publicó en dos tomos su Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX,[1][16] que años más tarde, en 1883 y 1884, completaría.[17] Autodefinido como continuador de la obra de Juan Agustín Ceán Bermúdez, esbozó un listado de los artistas que se mentan en la obra del gijonés y, tras cotejarlo con catálogos de museos provinciales, de coleccionistas particulares y de exposiciones públicas, lo fue completando.[18] «La nueva edicion puede conceptuarse como un libro completamente nuevo, pues abraza todas las noticias biográfico-críticas hasta fin del año 1883, y aparece ilustrada con retratos y reproducciones de las obras más notables de la pintura y estatuaria modernas», señala en el prólogo de la segunda entrega, la de 1883-1884.[19]
Teatro, novela, cuentos, poesía,
Crítica, economía,
Enseñanza infantil... Cuanto comprende
El comercio librero,
Cuanto se compra y vende,
Otro tanto saqué de mi tintero,
Y á citar muchos títulos renuncio...
No diga el editor que hago un anuncio.
Mucho, mucho en las letras he pecado;
Mucho por mí las prensas han gemido
Y gemirán, si me hallo destinado
A seguir esta senda que he emprendido
Por la necesidad sólo guiado.
Ni tengo por corona
Lo que á lo sumo me sirvió de escudo;
Y si aún algo ambiciona
El disculpable afán de quien persigue
El conseguir un nombre algo notorio
Es que oyendo decir: ¿Quién es Ossorio?
Contestar pueden todos lo que sigue:
«Un humilde escritor, que consagrado
Al género infantil, ha publicado
Periódicos y libros á docenas,
Para esas criaturas
De animado mirar, largas melenas,
Maliciosa intención y risas puras:
Es, ya que estriba en eso su jactancia,
El autor predilecto de la infancia.»
Progresos y extravagancias apuntes para un libro, 1887
Notas
↑«Apenas había cumplido quince años cuando en una terrible semana de Octubre de 1855, la epidemia colérica me privó de mis padres, dejándome solo, sin medios de vida, sin otros estudios que los de la segunda enseñanza y con la terrible agravante de que... ya hacía versos», recuerda Ossorio y Bernard en una pieza autobiográfica escrita para la revista Gente Vieja el 15 de febrero de 1904, apenas unos meses antes de su fallecimiento.[7]
↑«[...] recuerdo que á los pocos meses caí en la cuenta de que servir sin sueldo al Estado sólo es posible á los que cuentan con otros medios de subsistencia».[7]
↑«[...] la protección de un deudo lejano me llevó al Tribunal de Cuentas, donde pasé nueve años sumando nóminas de Clases pasivas, con tres mil reales de suelo, disminuído por el 13 por 100 de descuento para el Erario y el 66 por 100 para los usureros. Es decir, que venía a cobrar próximamente lo mismo que en Marina».[7]
↑«[...] me había casado á los veinte años, durante los nueve del Tribunal de Cuentas, heroicidad que, si en mí era grande, lo fué mayor en la compañera de mi vida, aliento en mis desfallecimientos y estímulo para la lucha durante ocho lustros».[7]
↑«Tuve por entonces un amigo que no se limitó á colaborar conmigo en librejos y comedias, sino que me arrancó de la antigua Casa del Platero y me llevó al Ministerio de Fomento, y poco tiempo después á la redacción de la Gaceta de Madrid. El amigo, más que un hermano para mí, se llamó Rafael Tejada; los ministros que operaron ambos milagros Manuel Alonso Martínez y José Posada Herrera».[7]
↑«Evoco siempre con cariño mis campañas en El Noticiero de España, porque ellas ofrecieron mi buena amistad con Valero de Tornos».[7]
↑«[...] en La Gaceta Popular, donde hice algo por la causa del orden durante las tormentas de 1873».[7]
↑«[...] que murió entre mis manos, ocupando su inspirador el poder».[7]
↑«Y redacté y dirigí durante unos meses La Correspondance d'Espagne».[7]
↑«[...] en el periodismo mi historia es larga, muy larga, como que arranca del 1859 y escribo estas líneas para Gente Vieja en 1904» y «Si se me hubiera pedido un trabajo de sanskrito, lo hubiera hecho también».[7]
↑«[...] y en La Correspondencia de España, donde recibí pruebas de cariñosa deferencia del primer Marqués de Santa Ana».[7]
↑Según la necrológica publicada en el Diario del Comercio, «en La Correspondencia de España aportó tal caudal de trabajo, que D. Manuel Santana ordenó á sus herederos en el testamento que se le pasara una pensión vitalicia».[11] Se refieren a Manuel María de Santa Ana, como se apunta también en la necrológica de Pluma y Lápiz: «D. Manuel Ossorio, desde antiguo tiempo, aportó á La Correspondencia de España sus esfuerzos y su trabajo utilísimo. Era, en aquella casa, uno de los más estimados obreros de la pluma, respetado por propietario, redactores y operarios. Don Manuel Santa Ana, en su testamento, ordenó á sus herederos que pasaran al señor Ossorio una pensión vitalicia».[12]
↑«Ahora descanso de mis tareas habituales barajando nombres y biografías de quince mil periodistas españoles, que es una bonita cantidad de materiales para quien se atreva á escribir la historia de la prensa española», escribió en febrero de 1904.[7]
↑«[...] «continuador»[7] de Cea Bermúdez en las Biografías de Artistas, lo cual me ha valido ser derrotado tres veces en la Academia de Bellas Artes».[7]
↑«[...] he sido editor, poco afortunado, de periódicos infantiles».[7]
↑«Abandoné el teatro muy pronto, porque tanto como me halagaron los aplausos del público, me asfixiaba su atmósfera interior».[7]
↑En la breve nota biográfica que aporta del algecireño, lo hace fallecido, por error, en 1913.[15]
↑De La Lucha de 3 de septiembre de 1903:[20] «El distinguido é ilustrado publicista don Manuel Ossorio y Bernard, ha dado comienzo á la publicación de un Catálogo de periodistas de españoles del siglo XIX en el que como su nombre indica figuran catalogados por riguroso orden alfabetico cuantos se dedican ó se han dedicado á las tareas periodisticas en publicaciones de toda clase é indole con las fechas de su nacimiento de su entrada en el periodismo y otros datos biograficos de gran interés. El primer cuaderno que ha visto la luz y del que hemos recibido un ejemplar contiene las iniciales A., B. y parte de la C. La obra es de reconocida utilidad y dado su módico precio 1 peseta cada cuaderno no dudamos en recomendarla á nuestros lectores y á cuantos se dedican á las tareas periodisticas».[20]
↑Publicado en cinco capítulos en La España Moderna, entre septiembre de 1889 y mayo de 1890.[16]
Martín Martínez, Antonio (diciembre de 1967). «Apuntes para una historia de los tebeos I. Los periódicos para la infancia (1833-1917)». Revista de Educación (194).