Gálatas 1Gálatas 1 es el primer capítulo de la Epístola a los Gálatas del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Es autoría del apóstol Pablo para las iglesias de Galacia, escrito entre los años 49 y 58 d. C.[1]. Este capítulo contiene la importante exposición de Pablo sobre el significado de lo que él dice que es la revelación divina de Jesucristo.[2] TextoEl texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 24 versículos. Testigos textualesAlgunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son:
Saludos de apertura (1:1-5)La forma de las palabras de apertura sigue la costumbre de la época «del escritor a las direcciones; saludos» que se encuentra en otras cartas del Nuevo Testamento y de los primeros cristianos.[3] Sólo Romanos 1:1-6 elabora los saludos con mayor extensión que en esta epístola.[3] Versículo 1
Versículo 2
Comentario a los versículos 1-5La breve introducción comprende el saludo y el motivo de la carta: prevenir a los destinatarios del peligro de deformación del Evangelio a que están expuestos. Pablo reafirma enérgicamente su autoridad apostólica, la cual le fue otorgada directamente por Jesucristo, al igual que a los demás Apóstoles. Además, resume el núcleo teológico de su carta: el poder salvador de la redención universal lograda por Cristo a través de su sacrificio por la humanidad. En los capítulos 1 y 2, Pablo defiende su autoridad como un llamado divino, mientras que el resto de la carta se centra en la doctrina de la redención. Desde el inicio, Pablo se enfrenta a los errores promovidos por ciertos cristianos de origen judío, quienes cuestionaban su autoridad y sostenían que era necesario seguir prácticas como la circuncisión y las observancias de la Ley de Moisés.[7] Reprensión (1:6-9)En lugar de la expresión de agradecimiento a Dios por la audiencia que se encuentra típicamente después de los saludos en las auténticas epístolas paulinas,[8][9] Pablo critica a los gálatas por desertar de su enseñanza de la gracia de Dios, y llama anatema a los que difunden lo que él considera un evangelio falso.[10] ComentariosEl "Evangelio de Cristo" que Pablo había proclamado a los gálatas es, como se deduce de este y otros pasajes de sus cartas, el cumplimiento de las promesas hechas por los profetas del Antiguo Testamento. Este evangelio anuncia la buena noticia de que, en el momento adecuado, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, Jesucristo, el único Salvador de la humanidad. «Este es el corazón del mensaje del Evangelio», y no puede ser modificado. Aunque Pablo aún no detalla en qué consiste la distorsión del Evangelio que algunos intentan propagar, condena por dos veces con una maldición a quienes intenten alterarlo, subrayando la seriedad del asunto. Estas palabras también nos recuerdan que no hay lugar para un "nuevo cristianismo" por descubrir, ya que «Cristo es la culminación y la plenitud de la Revelación.»[11]
Las palabras del v. 10 parecen responder a la acusación de que Pablo, al no exigir la circuncisión para la conversión al cristianismo, buscaba complacer a los hombres. Sin embargo, Pablo se defiende afirmando que su misión no es agradar a los seres humanos, sino a Dios. Esta defensa no solo refuerza su postura, sino que también sirve como una exhortación a superar el miedo al juicio de los demás y mantenerse fieles a la verdad del Evangelio, sin comprometerse por razones de conveniencia o aceptación social.[13]
Proclamación del Evangelio (1:10-12)Pablo afirma que su proclamación del evangelio no es de origen humano sino directamente de la revelación de Jesucristo.[15] Comentario a los versículos 11-24La vocación de Pablo refuerza la veracidad de su enseñanza. Su Evangelio, en línea con el de los otros Apóstoles, no proviene de hombres, sino de la revelación directa de Jesucristo (v. 12). Al igual que otros llamados por Dios, su vocación subraya la iniciativa divina y no se basa en méritos propios. El encuentro de Pablo con la voluntad de Dios en el camino a Damasco transformó completamente su vida (vv. 13-17), y este cambio, que fue motivo de alegría para las comunidades cristianas de Judea (vv. 22-24) y conocido por los gálatas, da testimonio de su misión. Pablo relata que, tras un tiempo de retiro en Arabia, posiblemente en el reino de los nabateos al sur de Damasco, regresó a esa ciudad (v. 17) y luego viajó a Jerusalén para encontrarse con Cefas , Pedro. Esta visita refleja el reconocimiento de Pablo hacia la misión principal de Simón Pedro.[16]
Vida precristiana y conversión de Pablo (1:13-17)El esclarecedor relato de la vida precristiana de Pablo puede ser una respuesta a un esfuerzo de sus oponentes por utilizarlo para socavar su autoridad.[18] La palabra «judaísmo» en los versículos 13 y 14 son las dos únicas referencias en todo el Nuevo Testamento, y hasta medio siglo después, en los escritos de Ignacio, «judaísmo» y «cristianismo» no se consideran dos «religiones».[19] Contactos en Jerusalén (1:18-24)En esta parte, Pablo relata su interacción con los líderes en Jerusalén, pero mantiene su independencia de las autoridades de Jerusalén.[20] ComentariosTras su corta estancia en Jerusalén, Pablo recuerda que estuvo en Siria y Cilicia, aunque no sabemos por cuánto tiempo. Probablemente «Santiago, el hermano del Señor» es quien dirigió algún tiempo la comunidad cristiana de Jerusalén y a quien se le atribuye la carta que lleva su nombre.[21] Versículo 18
Versículo 19
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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