Batalla del golfo de Túnez

Batalla del golfo de Túnez
Guerras habsburgo-otomanas
Parte de guerras habsburgo-otomanas
Fecha 4 de junio de 1624
Lugar Golfo de Túnez
Resultado Victoria española
Beligerantes
Imperio español
Orden de San Juan
Imperio otomano
Comandantes
Álvaro de Bazán y Benavides Alí Arráez Rabazín
Fuerzas en combate
14 galeras 3 galeones
Bajas
Menores Naves capturadas
Bajas cuantiosas
212 prisioneros

La batalla del golfo de Túnez de 1624 fue un encuentro naval entre una flota de galeras españolas y maltesas, comandadas por Álvaro de Bazán y Benavides, y una flotilla berberisca de galeones capturados por Alí Arráez Rabazín, antiguo galeote del propio Bazán convertido en corsario del Túnez otomano. La batalla se saldó con victoria cristiana.

Trasfondo

En 1624, los espías del virrey español de Sicilia, Manuel Filiberto de Saboya, oyeron que una flota tunecina había partido de Bizerta y se había unido con una de la Regencia de Argel, juntando 13 galeras con las que recorrían Berbería. El día 21 de mayo, su capitán de galeras Ávaro de Bazán y Benavides salió de Palermo en su busca con 14 embarcaciones, nueve de ellas de Sicilia, una de España y cuatro de la Orden de San Juan de Malta.[1]​ Tras llegar a las costas de Túnez, se topó cerca de Cabo Bon con un galeón holandés, que capturó y trajo a Sicilia el día 24. Poco después volvió a salir, y tras pasar de nuevo el Cabo Bon, y envió a dos espías a La Goleta y al Cabo Farina, en la orilla opuesta del golfo de Túnez. En ello, aparecieron enemigos por sí mismos.[1]

Las naves tunecinas con la que se toparon pertenecían al corsario berberisco Alí Arráez Rabazín, apodado Sansón,[2]​ un renegado ferrarés convertido al Islam que hacía presa en las costas de Sicilia, Nápoles y España. Rabazín había cumplido condena como galeote en las galeras del propio Bazán, y ahora militaba al servicio del Túnez otomano, regido por Yusuf Bey.[3][1]​ No debe confundirse con el también corsario tunecino Solimán Sansón, al que Francisco de Rivera ahuyentó hasta Susa en 1619,[4]​ ni con el corsario inglés al servicio de Túnez llamado Henry Samson, al que Carlo Doria y Clemente Hidalgo vencieron en la batalla de Quíos en marzo de 1624.[5]

Batalla

El 4 de junio, la flota de Bazán avistó un galeón tunecino, y poco después otros dos se le reunieron, revelándose como la flotilla de Rabazín. El tunecino ordenó desplegar banderas de combate, confiando en el superior porte y potencia de fuego de sus navíos, uno danés de 40 cañones, otro francés de 28 y un flamenco de 18 cañones. Sin embargo, aunque inferiores en número, los cañones españoles de crujía de las galeras de Bazán eran de mayor calibre y alcance, por lo que el marqués, viendo oneroso e innecesaria el abordaje, abrió su flota en formación de media luna a una distancia larga y comenzó a cañonear los buques tunecinos sin que éstos pudieran responder.[3][6]

Con sus galeones cada vez más castigados, Rabazín cargó contra la flota de Bazán con objeto de abrirse camino y salir del golfo, pero las galeras le rodearon y cañonearon su buque insignia, matando a 100 de los 300 hombres de su tripulación y dejándolo con graves daños.[1]​ Ya a las seis horas de batalla, los tunecinos, cada vez más empujados hacia la costa, embarrancaron en los arenales, y muchos tripulantes saltaron por la borda para tratar de ganar la orilla. Rabazín trataba de impedirlo, llegando a atacarles con su alfanje, pero no pudo interrumpir la desbandada.[6]​ Entre tanto, Bazán hizo abordar los tres galeones con las galeras y echar a la costa esquifes y falúas para capturar a los tránsfugas.[7]​ Rabazín fue herido y capturado por los caballeros de Malta tras un duelo con Diego Duque de Estrada, uno de los tripulantes españoles.[8]

Los galeones fueron tomados con todos sus botines de anteriores capturas, que ascendían a 300.000 piezas de a ocho españolas sin contar las joyas y las mercaderías valiosas. Se encontraron también esclavas rusas de procedencia y las tres esposas de Rabazín.[9]​ Bazán hizo que el capitán de su galera personal, Simón Costa, reparase los galeones para llevarlos de vuelta a Sicilia, recibiendo Duque de Estrada su mando, y repartió entre sus tripulaciones el botín como premio por la batalla. Se liberó a 200 rehenes cristianos de la sentina de los navíos y se hicieron 212 prisioneros, muriendo ahogados o en la batalla el resto de los tunecinos, y Rabazín fue echado al remo de nuevo.[1]

Posterioridad

Con el retorno de la flota a Palermo el 9 de junio, la victoria celebró con un gran desfile.[10]​ Bazán continuaría en pos de la armada berberisca de la que habían sido alertados en un primer momento, persiguiéndola hasta el Adriático sin lograr alcanzarla, aunque encontrando y tomando otro galeón berberisco por el camino.[11]​ Finalmente encontraría y destruiría la armada en la batalla de la costa de Dalmacia. Por su parte, Duque de Estrada, a cuyo mando el virrey Filiberto puso permanentemente los tres galeones tomados a Rabazín, compuso al año siguiente un poema en conmemoración:[8]

Cíñase Europa la cabeza de oro
si de flores la adorna a quien imita,
que ella burlada, burlador el Toro,
nombre a la parte da que el cielo habita.
Provincia en sí se encierra a quien adoro
de Híspalo fundación, que el nombre quita
al África y a Asia, ¡oh, grande España!
sustentada con una y otra hazaña.

Referencias

  • Duque de Estrada, Diego (1860). Memorial histórico español: colección de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia. Comentarios del desengañado · Tomo 12. Academia de la Historia. 
  • Fernández Duro, Cesáreo (1885). El gran duque de Osuna y su marina: jornadas contra turcos y venecianos (1602-1624). Sucesores de Rivadeneyra. 
  • Gómez, Antonio (2019). Con balas de plata VI. 1621-30. Difundia. ISBN 9788417799991. 
  • de la Guardia, Ricardo (1914). Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego.